Dar el pecho a un recién nacido es la mejor opción no sólo para alimentar al bebé sino también para protegerlo y darle cariño. Pero en muchas ocasiones, consejos erróneos o una aplicación de prácticas incorrectas hacen que la lactancia materna termine a los pocos meses o días. Para que la lactancia materna se prolongue en el tiempo y sea exitosa debe ser a demanda.
¿Qué significa dar el pecho a demanda?
Dar el pecho a demanda es algo tan sencillo cómo dar de mamar al bebé siempre que lo pida, sin controles horarios. Los bebés no tienen un reloj interno ni una rutina exacta que se repite cada día para comer. De hecho, los adultos tampoco lo tienen, aunque por cuestiones sociales, terminan marcando unos horarios. El bebé es el único que sabe cuándo y cuánto alimento necesita para su crecimiento.
Algunos errores heredados
La necesidad de defender de manera explícita la lactancia a demanda por parte de grandes instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Española de Pediatría o por los grupos de apoyo en la lactancia, radica en una tradición heredada de no hace demasiado tiempo. Con la llegada de las leches de fórmula, allá por los inicios del siglo pasado, los pediatras vieron la necesidad de marcar unos horarios en la alimentación del bebé. Al contrario que la leche materna, la leche de fórmula es más difícil de digerir y permanece en el estómago durante unas tres horas aproximadamente. Es por esta razón por la que se instauró la frecuencia de tres horas entre toma y toma y cada una de ellas debía durar unos 10 minutos.
Hay que detectar las señales que nos manda nuestro bebé cuando quiere tomar el pecho antes de que llore
A pesar de todo, esta norma de las tres horas entre toma y toma no es cosa del pasado y aun existen centros médicos y pediatras que continúan aplicándola y recomendándola.
Mamá, tengo hambre
Como los bebés no se comunican con palabras, debemos detectar unos signos externos que nos ayuden a entender sus demandas. Cuando un bebé tiene hambre acostumbra a girar la cabecita como si buscara el pecho, ronronea de manera especial o se mete los puños en la boca. El llanto, aunque sí que nos indica que el pequeño tiene hambre, es un signo tardío de queja. Llora porque ya está desesperado y necesita comer. Esperar a que llore no es conveniente porque puede ser que pasen dos cosas totalmente opuestas, que se quede dormido y por tanto se salte la toma, o que esté tan desesperado que el llanto le impida agarrarse bien al pecho.
La frecuencia y duración de las tomas de leche varían con la edad del bebé
Dar el pecho no es sólo alimento
Cuando una madre opta por dar el pecho a su hijo debe ser consciente que está alimentando a su hijo pero también le está ofreciendo contacto físico, algo que un recién nacido necesita para mantener una óptima estabilidad emocional. A veces puede ser que el pequeño quiera el pecho como un consuelo o para dormir. Es estos casos no se está malcriando al bebé, simplemente se le está dando cariño.
Más tomas, más producción
Lactancia y crecimiento
Hay que tener en cuenta que los bebés se alimentan de manera diferente a medida que van creciendo. Así, mientras un recién nacido puede demandar el pecho entre 10 y 12 veces al día, o incluso más, a medida que va creciendo, estas se van espaciando en el tiempo. El niño también tiene más fuerza y aprende a mamar con lo que el tiempo de las tomas también se reduce. Es posible que en ciertos momentos los niños hagan lo que se llama erróneamente una "regresión" y de golpe vuelvan a aumentar el número de tomas. En las llamadas crisis de crecimiento, o momentos en los que los niños hacen un "estirón", necesitan comer más.
La lactancia materna debe ser algo natural, sin controles horarios y en constante contacto con el bebé. Sólo así se consigue una lactancia materna exitosa y prolongada. Si es a demanda.