Hoy en día, cada vez es más frecuente escuchar hablar sobre las alergias o leer noticias acerca del tema. Parece que la mayoría de las personas padecen algún tipo de alergia y las estadísticas confirman que efectivamente éstas son cada vez más habituales entre la población. Además, este tipo de afectación no es exclusiva de los adultos, si no que cada vez más niños y niñas las sufren.
Una alergia es una reacción que nuestro propio cuerpo desencadena ante la presencia de un determinado agente, que se conoce como alérgeno. Esta reacción es producida por el sistema inmunitario, el mismo que combate todos aquellos virus, bacterias o componentes extraños que entran en nuestro cuerpo. Sin embargo, en el caso de las alergias, estos agentes no son nocivos para la mayoría de las personas, pero nuestro organismo puede detectarlos como tal y por tanto desencadenar una serie de reacciones que producen los síntomas de la alergia.
Estos síntomas son muy variados y diferentes en función del tipo de alérgeno y de cada persona. Son frecuentes las urticarias o picores. La reacción más grave es la anafilaxia, que se desencadena en unos pocos segundos o minutos y puede incluso ser mortal si no se actúa de forma rápida y adecuada.
Como decimos, son cada vez más frecuentes las reacciones alérgicas en la edad infantil. Durante el primer año puede aparecer algún tipo de alergia alimentaria. Durante los años siguientes, aproximadamente hasta los cinco, son frecuentes los casos de asma asociados a procesos catarrales o gripales. La aparición de estos casos puntuales de asma pueden estar indicando una predisposición del niño a padecer alergia. Más adelante, hablamos ya del asma bronquial alérgico, que es más habitual que aparezca entre el quinto y décimo año de vida, además de otras manifestaciones como la rinitis.
Las alergias más comunes en la edad infantil son las siguientes:
Alergia alimentaria
Se estima que entre un cinco y un ocho por ciento de los niños y niñas sufren algún tipo de alergia alimentaria. Algunas de las proteínas de los alimentos se convierten en alérgenos y producen una serie de síntomas en el organismo. El anticuerpo más conocido que suelen producir las personas con alergias alimentarias es la inmunoglobulina E (IgE). De esta forma, tienden a distinguirse dos tipos de mecanismos en la alergia alimentaria:
Las mediadas por anticuerpos IgE, son el tipo de alergia que puede provocar reacciones más rápidas y graves, pudiendo poner en riesgo la propia vida.
Las no mediadas por IgE, que provoca reacciones tardías y de menor gravedad. Según la inmediatez de las reacciones es más o menos difícil detectar qué alimento es el que nos está produciendo la alergia. En todo caso, conviene hacerse las pruebas para saber qué alimentos debemos evitar en la dieta de los niños, ya que no hay otra forma de tratamiento que la evitación. Los alimentos más frecuentes que desencadenan alergias en los niños son la leche de vaca, el huevo o el pescado.
- La leche de vaca: Los síntomas más habituales son los cutáneos, digestivos, respiratorios o incluso la anafilaxia. Pueden producirse desde los primeros contactos de los bebés con este tipo de leche o incluso durante la lactancia materna, si la madre tiene presente la leche de vaca en su dieta.
- El huevo: La alergia a este alimento suele aparecer antes de los dos años de vida, aunque no es frecuente más allá de los seis años. Los síntomas son similares a los de la leche de vaca.
- El pescado: La alergia al pescado puede prolongarse a lo largo de toda la vida y su sintomatología puede llegar a ser muy grave. Incluso el simple contacto o el olor al pescado puede desencadenar síntomas alérgicos.
No debemos olvidar que la evitación de estos alimentos en caso de alergia debe ser total, incluyendo otros alimentos que los contengan dentro de su composición. Otro tipo de alergias frecuentes son las alergias a las legumbres, frutas y verduras o a los cereales.
Alergia a alguna medicación
Como todos sabemos, los medicamentos pueden producir reacciones adversas en el organismo. Estas reacciones pueden ser de dos tipos: bien que se produzcan en cualquier individuo como consecuencia de la modificación del efecto esperado del fármaco o por su mala administración, o bien que estas reacciones se produzcan solo en ciertas personas que generan una reacción alérgica a alguno de sus componentes. Estas reacciones alérgicas pueden ser extremadamente graves, aunque los síntomas más frecuentes son de tipo cutáneo, en forma de urticarias, ronchas o hinchazón o bien de tipo digestivo, con vómitos o diarreas. Debemos ser especialmente cuidadosos con este tipo de reacciones alérgicas a los medicamentos en los niños, teniendo en cuenta que los medicamentos que de forma más frecuente desencadenan estas reacciones son los antibióticos de la familia de las Penicilinas, los antiinflamatorios (a menudo la Aspirina), los jarabes antitusígenos o los anestésicos locales.
Alergia al polvo
La mal llamada alergia al polvo se produce en realidad por una alergia a los ácaros que habitan en él. Se trata de unos insectos minúsculos que se alimentan de las escamas de nuestra piel o de la de los animales. Son inofensivos para la mayoría de las personas, pero para algunos individuos se convierten en alérgenos. Los síntomas más habituales son la congestión nasal, los estornudos, picores de nariz y ojos, rinitis, lagrimeo... Sin embargo, el síntoma más grave sería el asma bronquial. El 80% de los niños y niñas asmáticos lo son debido a una causa alérgica y los ácaros son un factor desencadenante importante. Para prevenir esta sintomatología, es recomendable seguir una serie de pautas de limpieza, retirando el polvo de forma frecuente, eliminando las alfombras y moquetas, reducir el número de peluches en la habitación de los niños, lavar la ropa de cama de forma habitual y manteniendo un clima seco, evitando la humedad.
Alergia al polen
El polen es la sustancia que generan las plantas para poder reproducirse mediante la polinización. Suele estar suspendido en el aire, ya que se desplaza de unas plantas a otra y, cuando entra en contacto con las personas que lo perciben como un alérgeno, ya sea por vía aérea o por contacto directo, provoca la liberación en el organismo de una serie de sustancias, como la histamina, que es responsable de los síntomas de esta alergia. La alergia al polen pueden confundirse con los síntomas de un proceso catarral: lagrimeo, mucosidad, estornudos, dolor de cabeza, congestión, fatiga... Otro de los síntomas frecuentes es, de nuevo, el asma bronquial. En las épocas del año de más elevada polinización, como la primavera, los alérgicos al polen sufrirán con más intensidad estos síntomas.
No podemos evitar su contacto, puesto que algunas de las plantas más alérgenas, como las de la familia de las gramíneas, se encuentran inevitablemente a nuestro alrededor. Sin embargo, sí podemos tomar medidas de higiene, evitar airear la casa durante el día, alejarnos de las plantas y del campo en la medida de lo posible, etc. Los antihistamínicos son los medicamentos por excelencia para tratar estos síntomas. Casi todos son aptos para niños y niñas mayores de dos años. Sin embargo, es importante ajustar la medicación, debido a la somnolencia que puede llegar a ocasionar como efecto secundario.
Dermatitis de contacto
Como consecuencia de la dermatitis, la piel resulta enrojecida, adolorida o inflamada y con un intenso picazón. Las erupciones pueden ser realmente molestas para la persona que las sufre. En la dermatitis de contacto, estos síntomas se desencadenan por el contacto directo con alguna sustancia alérgena para el individuo. Algunas de estas sustancias más frecuentes que pueden afectar a los niños y niñas son las siguientes:
- El níquel, suele estar presente en joyas, bisutería, etc. Es frecuente que las niñas tengan algún tipo de reacción alérgica al usar algunos pendientes.
- Las gomas, tan presentes en cualquier prenda de ropa o de calzado.
- El cobalto, muy frecuente en pinturas o ceras.
- Alquitranes de madera, presentes en algunas pomadas que se utilizan para tratar la psoriaris en los niños.
La sintomatología puede llegar a ser muy diversa y de mayor o menor gravedad. Debemos diferenciar esta dermatitis por contacto alérgena con la dermatitis irritativa que todos los niños sufrirán en la primera infancia. Al ser su piel tan fina y sensible, son frecuentes las irritaciones con algún tipo de ropa, el pañal, etc, pero en estos casos no estaríamos hablando de una alergia como tal.
En definitiva, en casos de tener sospecha de cualquier tipo de reacción alérgica en nuestros hijos, conviene consultar con el especialista para realizar las pruebas necesarias. Más allá de evitar las molestias propias de la alergia, conviene prevenir la aparición de complicaciones o de sintomatología grave.