Las malas compañías ha sido desde siempre una preocupación para los padres. Te pasas más de una década cuidando de tu hijo y enseñándole unos valores para que de repente, en un par de meses tu hijo se convierta en un adolescente completamente diferente. Ya no es el chico amable, respetuoso y tímido que era antes. Ahora lo notas pasota, vacilón y puede que incluso sus notas hayan bajado. ¿Qué está ocurriendo?
Durante la infancia, la figura de mayor influencia eran los padres. El niño quiere estar con ellos todo el tiempo, compartiendo hobbies y actividades, en definitiva, los adora. Sin embargo, en la adolescencia hay un cambio y las principales fuentes de afecto son los iguales, los amigos. Los padres siguen siendo importantes pero ya no satisfacen las necesidades que antes si porque ahora tu hijo tiene nuevas. Por eso, los adolescentes tienen que crear su propia identidad y para ello deben relacionarse con sus iguales, descubrir lo que les gusta y con quiénes quiere estar. Sentirse integrados dentro de un grupo es la principal preocupación en esta etapa. Ten en cuenta que a partir de la pubertad tu hijo va a ir alejándose de ti irremediablemente y dando prioridad a los amigos. Después, si todo va bien estos lazos se renovarán en un futuro una vez que se abandona la adolescencia y se entra en la juventud, aproximadamente durante los 20 años.
¿Anda mi hijo o hija con malas compañías?
No es tan fácil de saber en realidad. Hay adolescentes donde el cambio es muy evidente porque en cuanto empieza a ir con otra gente cambian su carácter totalmente. Puede que se vuelvan más rebeldes, empeoren en los estudios, empiecen a llegar tarde a casa deliberadamente o se preocupen por temas no adecuados a su edad.
Por otro lado, a veces los padres no sospechan nada de nada. Es decir, aunque fuera de casa den mucho de que hablar dentro siguen teniendo un comportamiento ejemplar. Por eso, muchos padres se sorprenden cuando después de tener la típica charla con el tutor les dice como se comporta su hijo en clase. Podemos incluso ponernos en el peor de los casos, hay padres que se quedan anonadados cuando ven aparecer bajo el umbral de su casa a su hijo adolescente acompañado por un policía. "¿Cómo es posible? ¡Mi hijo nunca sería capaz de hacer eso!". En estos casos debes plantearte que el comportamiento de tu hijo dentro y fuera de casa obviamente es diferente y debes buscar los motivos.
-¿Con quién sale mi hijo? ¿Tiene amigos nuevos?
-¿Por qué ya no sale con su antiguo grupo de amigos?
-¿Su cambio de actitud tan drástico puede deberse a sus nuevos amigos?
-¿Podría mi hijo estar tomando drogas?
¿Qué puedo hacer?
Bien, confirmado. Mi hijo adolescente tiene amigos nada recomendables. Ahora la eterna pregunta, ¿qué debo de hacer para que deje de juntarse con esas malas compañías?
1. Es mejor prevenir que curar. Suena a tópico pero es cierto. Interésate por sus amistades desde pequeño, pregúntale que tal con sus amigos, como son, si se lo pasan bien... A medida que crecen los adolescentes dejarán de hablar contigo sobre lo que hacen con sus amigos, es normal. Puedes decirle a tu hijo que puedes celebrar una reunión en casa, que vengan todos a ver una película, a echar unas partidas a la Play Station, etc. Tener una casa para pasar el rato en un día de lluvia será una oferta que no podrán rechazar... Eso sí, no atosigues a los adolescentes mientras están en casa o no querrán volver. Simplemente fíjate en su forma de hablar y comportarse.
2. No les prohíbas estar con ellos. Esta estrategia no suele dar resultado porque si fuese tan fácil no estaría escribiendo este artículo. Cuando los niños son pequeños basta con sacar al niño de ese ambiente, porque la principal figura de apego son los padres y los amigos tarde o temprano se acaban sustituyendo. Pero los adolescentes acaban sustituyendo a los padres por los amigos y se van a sentir más ligados a ellos. Es decir, entre los amigos y tú va a escoger siempre a los amigos. Los ultimátum no dan resultado. Al revés, lo único que estarás consiguiendo si tu hijo se empeña es que le entren más ganas de estar con ellos. Entonces puede que incluso empiece a mentirte y pierdas tu confianza en él. Es más, por eso, si optas por ser muy estricto y poner la puerta de la calle bajo candado solo conseguirás crear un sentimiento de resentimiento y vuestra relación empeorará. Aparte que se las acabará ingeniando para continuar viéndoles sin que tú te enteres.
3. No critiques a sus amigos. Esto es lo peor que puedes hacer. ¡Nunca debes hablar mal de los amigos de tus hijos! Aunque realmente sean malas compañías tienes que mantener el tipo y no criticarles. Tu hijo se pondrá a favor del amigo en el 99% de los casos y tú solo quedarás como el malo de la película. Además, seguro que tarde o temprano su amigo se acabe enterando de lo que dijiste y lo menos recomendable ahora mismo es crearte nuevos enemigos. Pero eso no significa que no puedas dar tu opinión pero siempre criticando su comportamiento y NUNCA a la persona.
Ej: No me parece bien lo que ha hecho Fulanito porque.... (describe lo que hizo de manera precisa para que vea que no estás exagerando los hechos), yo creo que debería........(inserta aquí una opinión respetuosa y que tenga sentido).
4. Dales una oportunidad. Este consejo está ligado con el primero. Debes dar una oportunidad a los amigos de tu hijo. ¿Realmente malas compañías? Las primeras impresiones engañan y los prejuicios hacen mucho daño. Intenta conocerlos más invitándolos a tu casa o a hacer actividades juntos. Si consigues caerle bien a los amigos de tus hijos tendrás unos potentes aliados y empatizarán más contigo. Imagina una situación en la que peleas con uno de tus hijos adolescentes, lo más seguro es que lo comente por WhatsApp a un amigo. ¿Qué crees que diría si le caes bien? "A ver, tu madre se preocupa por ti, te pasaste un poco..." Ahora imagina lo que diría si ese amigo en cuestión no te soportase... Seguro que cosas muy distintas.
5. Ponte en su lugar. Intenta recordar por unos momentos como eras tu con su edad y como era el tipo de gente con la que ibas o con la que te hubiese gustado ir. Puede que coincidáis en algunas cosas o quizás no, pero aun así, a medida que cumplimos años los adultos "olvidamos" como era ser adolescente y lo tendemos a ver todo con una perspectiva adulta que solo nos enfría más.