La anemia infantil no es una enfermedad grave. De hecho, sobre el 50% de los niños menores de 3 años tiene posibilidades de sufrir anemia infantil. La anemia se suele tratar con una alimentación sana y equilibrada que consiga aumentar los niveles de hierro del bebé. Aun así, es normal que los padres se sientan preocupados por su bebé y por las consecuencias que esta les pueda traer.
La anemia se denomina a la falta de glóbulos rojos en el cuerpo. ¿Por qué son tan importantes los glóbulos rojos? Pues porque son los encargados de transportar el oxígeno a los tejidos del cuerpo. Al tener muy pocos glóbulos rojos en el cuerpo, éste no recibe suficiente cantidad de oxígeno, de ahí el problema.
Cuando un bebé padece de anemia suele ser debido a alteraciones en su estructura sanguínea que puede estar causada por agentes externos, por eso debe ser tratada lo antes posible.
Causas de la anemia
Las causas más comunes de la anemia en los bebés es la falta de hierro en la sangre.
Esto les suele suceder a los bebés alimentados solo con leche de fórmula. La madre suele tener suficientes reservas de hierro para alimentar al bebé hasta los seis meses. A partir de los seis meses se recomienda la incorporación de leche fortificada con hierro y vitaminas. Además, la incorporación de alimentos sólidos a partir de esos meses también es muy importante. Lo ideal es incorporar alimentos ricos en hierro, ácido fólico, vitamina B12 y vitamina E en la dieta de nuestro bebé.
Otra de las causas de la anemia es una enfermedad, como la anemia falciforme, una enfermedad rara y hereditaria. Esta enfermedad produce la deformación de los glóbulos rojos, causando la dificultad de circular por todo el cuerpo de la misma manera. Esto origina que no se transporte la misma cantidad de oxígeno por todo el cuerpo.
Las enfermedades intestinales provocadas por un parásito también pueden producir pérdidas de sangre. La intoxicación por plomo debida a la exposición del bebé a la contaminación ambiental producida por pinturas y tintes también puede provocar una anemia severa.
Si nuestro bebé está enfermo y el médico nos receta antibióticos durante un largo periodo de tiempo también pueden causar anemia. Por eso, siempre es importante seguir las instrucciones de nuestro pediatra.
Síntomas de la anemia
De manera general, la anemia es reconocible cuando se realiza un análisis de sangre y se mide la cantidad de glóbulos rojos en el cuerpo. Pero también hay otras maneras de reconocer si nuestro bebé padece anemia y falta de hierro.
Cuando los bebés padecen anemia suelen estar más pálidos, tienen una permanente sensación de frío y suelen estar muy cansados y fatigados. Es posible que duerman más y no tengan ganas de jugar. Incluso es posible que veamos como su respiración suele ser más dificultosa. Es importante decir que la palidez la encontramos en la boca, en los dedos, en la nariz o alrededor de los ojos.
Cuando la anemia se encuentra en una fase más grave nos encontramos con la pérdida del apetito, mal humor y, en algunas ocasiones, taquicardia. Cuando además de la palidez encontramos un exceso de sudoración lo mejor es acudir inmediatamente al médico ya que se podría estar hablando de una hemorragia interna.
Como todo, los síntomas de la anemia dependen de la causa por la que se produzca esa falta de hierro y de la capacidad del cuerpo del bebé para adaptarse a esa situación. Por eso lo mejor es, si pensamos que nuestro bebé puede padecer anemia, llevarlo al pediatra para que le realice un análisis de sangre para comprobar sus niveles de hierro.
Tratamiento de la anemia en bebés
El tratamiento de la anemia depende de la gravedad de la enfermedad y del bebé. Lo más recomendable será cambiar los hábitos de alimentación del bebé: se le recomendarán preparados de leche ricos en hierro o un cambio de dieta en la que se encuentren alimentos ricos en hierro. Todo dependerá de los meses que tenga el bebé.
El hierro y la vitamina B12 son dos elementos esenciales para combatir la anemia, y que podemos encontrar en diferentes carnes rojas y verduras (col, espinaca, alcachofa, etc.). Si el bebé es muy pequeño para tomar alimentos sólidos, el pediatra recetará medicamentos y suplementos de hierro, ácido fólico y vitamina B12.
La duración del tratamiento dependerá del médico y de la gravedad de la anemia. Para eso, se realizarán análisis de sangre periódicos para comprobar los niveles de hemoglobina. Normalmente, el tratamiento suele durar unos tres meses.
En los casos más graves de anemia (anemia severa o anemia con neumonía) o en los casos en los que la anemia sea producto de una infección, la enfermedad se podrá tratar a través de transfusiones de sangre y medicamentos.
Otra de las recomendaciones importantes son los controles maternos durante el periodo de embarazo. Y es que, si la madre presenta riesgo de anemia, posiblemente el bebé también tendrá posibilidad de sufrir esa enfermedad.
Peligros de la anemia en bebés
La anemia no tratada en bebés puede producir graves efectos en el crecimiento del pequeño, ya que esta enfermedad afecta no solo al desarrollo físico, también mental. Hay investigaciones que han demostrado una relación entre el número de hemoglobinas y el funcionamiento del cerebro de los más pequeños. Esto es debido a la importancia del hierro en las conexiones neuronales del cerebro.
Por eso, los niños que sufren anemia cuando son bebés tienen riesgo de padecer bajo rendimiento intelectual, dificultad de aprendizaje y bajo desarrollo cognitivo. Además, la anemia también puede hacer que los niños sean menos afectuosos.
Ante esto lo mejor es, si se piensa que el bebé pueda tener algunos de esos síntomas, acudir al pediatra para que le realice un análisis sanguíneo a nuestro hijo.