Un niño pequeño se sorprende cuando ve su imagen reflejada en un espejo; se mira, gira, gesticula y observa cómo la imagen del reflejo hace lo mismo. Se está conociendo a sí mismo físicamente. De la misma manera, a medida que van creciendo, van forjando una personalidad propia y una imagen de ellos mismos que puede ser positiva o negativa.
La autoestima, esa visión que tenemos de nosotros mismos se empieza a forjar desde los primeros meses de vida. Y a pesar de que los caracteres a veces vienen muy marcados por los genes, el ambiente en el que crece un niño y el amor o rechazo que recibe de sus padres y seres queridos influirá de un modo u otro en hacer de ellos niños con alta o baja autoestima. Los padres tienen un papel fundamental en este proceso de aprendizaje y con unas sencillas pautas se puede conseguir de los pequeños niños felices y seguros de sí mismos.
Amor y cariño para fomentar la confianza en un mundo desconocido
Lo primero y más sencillo es transmitir todo el amor y cariño a un bebé recién nacido. El calor de un abrazo, un beso o una palabra amable ayudará a conformar un entorno amigable para el pequeño que desconoce el mundo al que acaba de llegar.
El amor y el cariño, fundamentales
Críticas constructivas al entorno, no a la persona
Que los niños sean queridos no quiere decir que no se les tenga que reñir o afear algún comportamiento. Pero cuando se reprende a un niño hay que focalizar la crítica en el hecho en sí y no en la persona. Si un niño ha dejado una habitación llena de juguetes y nos los ha recogido es mejor enfatizar que la habitación es un desorden que no decir que es el niño el desordenado. Es importante corregir conductas, no personas.
También hay que dar una salida a las situaciones negativas y no ponerlas simplemente de manifiesto. Es importante dar soluciones o pautas para que los niños vean que los problemas se pueden solucionar y desechar pronto una mala conducta.
En ese sentido, es necesario que los niños se equivoquen, que comentan errores, siempre dentro de unos parámetros seguros para ellos, para que por sí mismos aprendan a superarse y encuentren una salida positiva a las situaciones conflictivas o negativas.
Metas accesibles
Si un niño se marca una meta que no podrá conseguir o sus padres le piden objetivos inalcanzables a corto plazo, es más que probable que al pequeño le invada un sentimiento de frustración. Cada niño, según su edad y sus capacidades puede conseguir metas que no siempre son las mismas para todos.
Aprender a convivir con lo bueno y lo malo
Errores que hacen crecer
Los niños han de aprender a convivir con lo bueno y lo malo de la vida; con el éxito y el fracaso. Uno de los sentimientos que más veces experimenta un niño a lo largo de su corta existencia es la frustración por no conseguir lo que quiere. Enseñarle a gestionar y canalizar esa frustración es necesario para que crezca su autoestima. Por eso hay que evitar las críticas constantes para no alimentar ese sentimiento negativo y también evitar recrearse con frases típicas como "ya te lo decía yo".
Si un niño se equivoca hay que hacerle ver que efectivamente se ha equivocado pero darle herramientas y soluciones para corregir el error y evitar volverlo a cometer. Enseñarle y potenciar el sentimiento de lástima sin encontrar más salida que el lamento potenciará una actitud negativa ante la vida.
Alabanzas gratuitas
A pesar de que a los niños hay que animarles, motivarles y rodearlos de sentimientos positivos, el exceso de alabanzas, a veces innecesarias, pueden provocar el efecto contrario y potenciar actitudes de soberbia y prepotencia. Un niño no siempre va a ser el mejor, el que gane siempre, el más listo y el primero de la clase. Un niño ha de aprender que también se puede equivocar, caerse y cometer errores. Si los padres están constantemente alabando a su hijo simplemente por eso, por ser su hijo, estarán dibujando una realidad egocéntrica que puede provocar una mayor frustración en el futuro.
La autoestima es importantísima para el crecimiento personal positivo de los más pequeños, para que consigan prepararse adecuadamente para vivir en sociedad, competir sanamente y superarse a sí mismos. Los padres han de ayudar a sus hijos a construir una personalidad basada en el positivismo y con amor, estimulación positiva y acompañamiento constante se puede conseguir que los niños disfruten de una autoestima positiva y que, en definitiva, sean felices.