A menudo nos enfrentamos a momentos o circunstancias que nos lleva a sentir una profunda decepción , pese a lo que solemos pensar, la frustración también puede llevarnos a superarnos y, por tanto, a un mayor crecimiento personal en el que sepamos lidiar con nuestros miedos y afrontar que en la vida también hay momentos agridulces.
Las cosas no salen siempre como pensamos o no son lo que parecen, y aún así en esos momentos podemos encontrar la esencia de la vida, es por ello que no debemos evitar que nuestros hijos pasen por por pequeñas decepciones, pero sí ayudar a los más pequeños a lidiar con estos momentos y explicarles que forman parte de la vida, solo así podrán salir más fortalecidos.
Cómo gestionar la decepción con tu hijo
Como decíamos, las decepciones y/o frustraciones forman parte de nuestra vida, a menudo nos tenemos que enfrentar con situaciones difíciles de las que podemos salir fortalecidos si sabemos cómo lidiar con ellas. La desilusión también juega un papel fundamental en el desarrollo personal, en la autoconfianza y la seguridad en uno mismo, por eso no es aconsejable pasar por alto estos momentos en la vida de tu pequeño y hacerles ver todo color de rosa, ellos también pasan por momentos de decepción.
Imagina que tu pequeño regresa del cole, triste, y cuenta que su amigo de juegos ese día no ha querido estar con él en el recreo o que, por ejemplo, no ha podido jugar con su peluche favorito. En esos momentos es lo que el menor se desilusiona y se siente confundido o decepcionado, hay que explicarles que esas situaciones pueden pasar a menudo, pero que existen soluciones. La decepción, al fin y al cabo, ocurre cuando lo que esperamos que suceda y lo que verdaderamente ocurre no son similares, es ahí cuando la tristeza y la desilusión comienzan a campar a sus anchas.
No confundas a tu hijo
Lo primero que hay que hacer es no confundir a nuestro pequeño con expectativas exageradas o irreales, explícale que no es extraño que un día no pueda jugar con su juguete favorito o que un amigo suyo ese día no quiera estar con él aunque no se haya enfadado, intenta ser realista con él, así establecerá expectativas más racionales y entenderá su desilusión.
Procura que el menor acepte y entienda que es la decepción, explícale que es normal que no esté feliz si no ha podido jugar con su juguete, pero que también existen otras alternativas, ayúdale a entender que las circunstancias cambian y que quizás su amigo hoy no ha querido jugar con él, pero que mañana y pasado puede ser que sí. Intenta que el niño no se muestre rígido con sus pensamientos o posición, hazle ver que a veces hay que dar nuestro brazo a torcer y que también esto puede traer momentos buenos.
Salir de la zona de tristeza
Impulsa al menor a salir de su zona de tristeza, no dejes que se regodee en el llanto o la rabieta, haz que se levante y se sienta más fuerte. Si el menor comienza con una rabieta, retírale en ese momento toda tu atención, que comprenda que las pataletas no son el camino. Cuando el niño acepte la decepción y comprenda que puede que su amigo no haya querido jugar con él pero que hay otros amigos en el recreo para jugar y pasarlo bien, premialo, un momento perfecto para reconocer que esa actitud ha sido muy positiva, dale un abrazo muy fuerte.
Gestionar las decisiones
Lo más importante es saber gestionar también nuestras propias decepciones, los niños son como esponjas y a veces imitan absolutamente todos nuestros comportamientos, por eso, lo mejor que podemos hacer para que nuestros hijos acepten de forma correcta la decepción y aprendan a lidiar con ella, es que nosotros sepamos gestiornarla bien delante de ellos. Acuérdate de que tú eres su modelo a seguir, tanto para lo positivo como lo negativo, y que tu hijo en un futuro seguirá tus pasos. Por eso, si un día tenemos un mañana difícil en el trabajo, nos hemos enfadado con un amigo o nos han dado una mala noticia, recuerda que tu pequeño estará cerca y observándote atentamente cómo solucionas estas circunstancias.
Hazle ver el lado positivo de la situación, quizás ahora no la entienda del todo, pero con el tiempo aprenderá a salir más reforzado de estos momentos. Que no piensen que no son lo suficientemente buenos para los demás o que las otras personas tienen la culpa de todo, enseñale que siempre hay un aprendizaje detrás de cada situación y que siempre habrá una parte positiva.
Saber gestionar la decepción desde pequeño le ayudará a su correcto desarrollo emocional, tampoco le quites la importancia o la atención que necesitan, aunque pueda parecer una nimiedad, quizás lo que les preocupa invada en ese momento toda su mente y para ellos lo más importante es encontrar una solución con vuestro consejo.