Parece que fue ayer cuando le acompañaste a su primer día de colegio y tu hijo está ya cursando su último año de instituto. En unos meses terminará sus estudios escolares y dará el salto a la Universidad. La elección de qué carrera estudiar le acompañará, para bien o para mal, durante toda su vida.
Nosotros, como padres, tenemos que conocer a nuestro hijo y saber cómo tenemos que ayudarle a la hora de elegir una opción profesional para su futuro. Hay jóvenes que tienen claro a qué quieren dedicarse desde los 15 años, o incluso antes, pero también hay muchos adolescentes que llegan a Selectividad sin saber a ciencia exacta qué camino quieren tomar.
Los padres tienen algo que decir si costean los estudios de los hijos
Da consejos, no órdenes
En primer lugar no debes olvidar que por muchos consejos que les des, la decisión final de qué carrera estudiar tiene que ser exclusivamente suya. No corrompas su decisión con presión sobre tradiciones familiares. Que en la familia haya médicos o abogados en todas las generaciones no significa que esas vayan a ser las carreras predilectas de tus hijos.
Si eres el dueño de un pequeño negocio o empresa, tampoco te enfoques en convertir a tu hijo en tu sucesor. Querer dedicarse a un negocio familiar tiene que ser algo que salga de él, no impuesto por la situación social familiar.
Entre los gustos y el futuro
La situación económica ya no volverá a ser cómo antes y tienes que transmitir claramente a tu hijo que en muchas carreras le costará mucho labrarse un futuro profesional. No se trata de desanimarle, sino de que sea consciente a la hora de elegir las salidas profesionales que tendrá cada una, lo que le costará encontrar trabajo y los sueldos que percibirá por él.
En ese sentido, tienen que ser los padres los que se informen y asesoren adeucadamente a sus hijos. Un chico o chica de 17 años no suele ser consciente de cuáles serán las profesiones más demandadas no ahora, sino dentro de cinco años cuando termine sus estudios. La situación económica y las necesidades de un país pueden cambiar en un lustro.
Encauza su independencia personal y económica
La universidad no es el colegio y cuánto las clases comiencen tu hijo descubrirá que tiene una libertad inusitada hasta ahora, pero también unas obligaciones. Como padres tenemos que estar al lado de nuestros hijos y acompañarles siempre que nos lo pidan pero ya no seremos sus recaderos: les acompañaremos a realizar las matrículas o trámites, pero nunca se los haremos en su lugar ni estaremos pendientes de ellos. Se tienen que sentir apoyados pero no vigilados.
También es bueno que esa independencia comience a ser también en el terreno económico. En función de la situación económica de cada unidad familiar puedes decidir financiarle el 100% de la carrera o sólo una parte y pedirle que trabaje a tiempo parcial o en verano para costear el resto.
Una buena opción puede ser fijar un "sueldo" anual a tu hijo que junte sus pagas con los costes de las matrículas no sólo para que él sea consciente del esfuerzo económico que realizas con él, también para que se esfuerce en sus estudios y no tenga que pagar asignaturas repetidas.
Una decisión, ¿para toda la vida?
Hasta hace poco la decisión de estudiar una determinada carrera te marcaba para toda la vida. Pero ya no tanto. Los nuevos tiempos hacen que vayamos hacia personas con aptitudes más que con títulos. La universidad también permite hoy en día cambiar de carrera con facilidad.
No podemos obviar una realidad: la tasa de abandono universitario en España supera el 20% y en algunas carreras incluso el 50%. Tienes que transmitir a tu hijo la importancia de su decisión pero también tenéis que ser conscientes como padres que no es ningún drama que pueda producirse un cambio durante el primer año de estudios.