Cuando hablamos de miedos infantiles lo primero que se nos viene a la cabeza es el más característico de los niños: el miedo a la oscuridad. Sin embargo, hay un amplio abanico de estímulos a los que se temen en estas edades. Siendo el de la oscuridad el más representativo.
Antes que nada tenemos que diferenciar entre miedo y ansiedad. El miedo es una reacción que da nuestro cuerpo ante un estímulo concreto, que tenemos delante, que nos da pavor. Sin embargo, la ansiedad es la respuesta que da nuestro cuerpo no ante un estímulo directo si no a la posibilidad de vivenciarlo. Aun no estamos seguros de si ocurrirá o no, pero el simple hecho de que exista esa posibilidad nos causa malestar, de manera que nuestro cuerpo experimenta una serie de reacciones psicológicas parecidas al miedo: , evitación de toda situación parecida que nos pueda desencadenar miedo, nerviosismo, sudoración, escalofríos, temblor en la voz, tics nerviosos ... Todo es gracias a la ansiedad y dependerá de la persona.
Los miedos según la edad
Durante la primera infancia son comunes la ansiedad de separación ante la figura de apego, normalmente los padres. Se desarrolla en los casos normales como una timidez excesiva hacia los extraños u otros niños y preocupación cuando no están cerca los progenitores.
Más adelante, sobre los 6 o 7 años los miedos se vuelven más específicos, debido al desarrollo de la imaginación a partir de los 5 años puede haber presencia de temor a seres fantásticos, la oscuridad, personajes malvados de las películas, etc. A partir de los 8 años a otros estímulos más realistas como animales, al dentista y otros médicos, a la sangre, inyecciones, sucesos catastróficos como accidentes o pérdidas de seres queridos...
Por último en la adolescencia y preadolescencia los miedos vienen en forma de críticas sociales como rechazo por los compañeros de clase u a otros niños, miedo al fracaso y decepción de los padres, frustración, etc.
Pautas para superar miedos juntos
Independientemente de la etapa de desarrollo en la que se encuentre tu hijo siempre hay algo que puedes hacer para ayudarle. Os dejamos algunas pautas a continuación que os serán de utilidad:
1. ¿Realmente es un miedo grave?
Como muchos miedos infantiles acaban suavizándose según se cumplen los años a lo mejor no es necesario tomárselo tan en serio. Si no es algo que afecte en s día a día tal vez la mejor opción es no darle tanta importancia y dejarlo estar. Por ejemplo la oscuridad nunca acaba de gustar por completo a las personas y menos a los niños, pero normalmente acaba desapareciendo con el tiempo, son los miedos genéricos de los que hablábamos antes. Pero si hablamos de un miedo que realmente le impide seguir con su rutina entonces será necesario tomárnoslo en serio y acabar con él.
2. Motívale a superar sus miedos
Antes que nada tienes que convencerle y concienciarle de lo importante que es superar los propios miedos. Esto puede parecer básico y de sentido común, pero hay niños que en el fondo no quieren superar su miedo, sobre todo cuando saben que la única forma de hacerlo es exponerse a él. En realidad esto también ocurre en adultos. Una persona quiere superar su miedo a los perros, por ejemplo, pero en cuanto le dicen que para eso tiene que exponerse e interactuar con ellos enseguida rechaza la idea. Con los niños igual, por eso es importante dejarles claro que la única forma de conseguirlo es mediante la exposición de forma gradual, poco a poco. Recálcale los beneficios de acabar con el problema y que resultados tendrá en su vida. Por ejemplo, si tiene pavor al agua y consigue superarlo podrá ir con sus amigos a la piscina y pasarlo tan bien como ellos.
El caso es que tienes que hablar con él y dejarle claro que le entiendes, nunca reírte de sus miedos e infravalorar sus sentimientos, su miedo es real y lo experimenta de forma angustiosa, aunque a nosotros nos pueda parecer una tontería.
3. Aproximaciones sucesivas
Tenemos que ir exponiendo al niño al estímulo de manera progresiva, poco a poco, hasta que se vaya acostumbrando a un umbral de incomodidad y podamos pasar al siguiente.
Supongamos un niño que tenga miedo a la oscuridad, pues podemos empezar diciéndole que vamos a estar con él y que solo vamos a apagar la luz 1 minuto. Si aguanta tenemos que reforzarle y alabar lo valiente que ha sido. D espués en vez de 1 minuto podemos subir el tiempo a 2, también con él. Mientras estás con él podéis hacer algo divertido como jugar a las sombras chinescas con una pequeña linterna o algo del estilo y también reforzarle si supera la prueba. Si finalmente aguanta el desafío lo siguiente podría ser pedirle que ahora esté el solo en la habitación a oscuras durante un 1 minuto, pero esta vez tú vas a estar al otro lado de la puerta de la habitación dejando una rendija de luz. Más adelante con la puerta cerrada. Poco a poco se van incrementando los tiempos, 2 minutos, 3 minutos... Y así sucesivamente.
4. Es una persona quien le asusta
Si el pequeño de quien tiene miedo es de una persona lo tenemos un poco más complicado porque pueden ser personas que obligatoriamente tiene que ver todos los días, como un profesor, un vecino o un familiar. Hablaremos con él y le preguntaremos los motivos del rechazo. Independientemente de lo que nos diga no podemos obligarle a estar con esa persona si él no quiere. En esos casos tenemos que hacerle entender que agradeces que haya compartido tus miedos contigo y que juntos intentaréis superarlo.
Si estás 100% seguro de que esa persona a la que tiene miedo es inofensiva para él y que el miedo es infundado, ayúdale a ver el lado positivo de esa persona, no se trata de que le pongas por las nubes pero dale una perspectiva más realista, que vea que no podemos clasificarnos en blanco o negro, si no que las personas somos grises y que todos tenemos cosas tanto buenas como malas.
5. Dibujar los miedos
Otra técnica que os será útil es pedir al niño que dibuje su miedo en el caso de que sea un personaje concreto. Después ridiculízalo añadiendo objetos o complementos tontos. Por ejemplo si el niño dibuja un zombie añádele calzoncillos con corazones y pajarita. El caso es quitarle seriedad al personaje para que el niño lo asocie a algo gracioso. Leer o ver peliculas de monstruos "buenos" tipo 'Monstruos S.A' puede funcionar.
Por último, si ves que el miedo de tu hijo es excesivo y se te va de las manos acude a un especialista para tratar el tema de raíz, os dará la solución más rápida porque estudiará vuestro caso específicamente.