Educar no es una cuestión baladí, tampoco los padres nacen sabiendo cómo educar a sus hijos, por lo que, a menudo, esta cuestión se torna en una misión casi imposible. La educación, como la vida misma, ha ido evolucionando con el paso de los años.
Lo que antes podía parecer normal, hoy se puede tildar de mala praxis, a raíz de estos cambios han surgido un sinfín de métodos y corrientes educativas en las que se pone el foco en las consecuencias y no en la educación a través de premios y castigos. ¿Es posible, entonces, educar sin castigar ni premiar a los hijos? En el artículo de hoy desgranamos cuáles son las bases de esta corriente educativa que cada vez goza de más adeptos.
Educar en las consecuencias, sin premios ni castigos
El método Montessori surge a principios del siglo XX. Es un modelo ideado por la médica y educadora Italia, María Montessori, en él se explica una serie de pautas por las que se conseguiría que los niños creciesen y se desarrollasen en un ambiente ordenado y estético . En este ambiente la enseñanza tiene su razón de ser, alcanzando el máximo potencial de los niños en todas las parcelas de la vida a través de la responsabilidad como eje fundamental.
Esta pedagoga ideó un sinfín de materiales didácticos, específicos que lograsen captar la atención del niño, con los que los menores podrían desarrollar su capacidad creativa y su autoaprendizaje, logrando ser más independientes. Para Montessori, los niños son como esponjas, por lo que en los primeros años de vida es cuando hay que incidir más en su educación. En cuanto al papel de los adultos, según el método Montessori, deben servir de guía, sin coartar las ideas o el desarrollo de los menores, dándoles a conocer el ambiente de aprendizaje de forma segura y ordenada.
El poder de las consecuencias
El punto que más nos interesa hoy y que es de destacar, es que según este método, es posible educar a los niños sin premios y sin castigos, incidiendo en el poder de las consecuencias. El método Montessori apunta a que cada niño dependiendo de su edad y maduración, debe ser consecuente con sus actos, sin que ningún adulto tenga que recriminarle, premiarle o corregir sus errores.
El método Montessori requiere tiempo, no es algo a lo que el niño se adapta en cuestión de horas, pero asegura que sin premios ni castigo será más independiente y autosuficiente.
La idea es que el niño no vea las tareas como una imposición, ni tampoco que las realice porque luego le esperará un premio, que haga el trabajo para y por su propia satisfacción personal, siempre adaptada a su edad madurativa.
Un ejemplo, si tu hijo insiste en querer jugar pero aún no ha recogido su cuarto, en lugar de decirle que si no recoge lo castigarás sin jugar o que si lo recoge lo premiarás con algo suculento, sería proponerle que si recoge su cuarto luego tendrá tiempo para hacer cosas más divertidas. Por tanto, con el método Montessori se apela a las consecuencias, el niño realizará las tareas porque sabrá que es lo que más le conviene.
Los expertos que siguen la línea Montessori, aseguran que aumenta la capacidad de motivación y que se refuerza la responsabilidad del menor. El niño aprende a decidir las cosas por sí solo.
Aumentar la confianza del menor
Otro punto importante, es que los padres actuarían como guías del niño, aumentando su autoconfianza y autoestima, se traduce en un aumento de comunicación dentro de la familia. Los niños dejarían de ver a los padres como autoridades que solo imponen, sintiéndose uno más e igual, por supuesto estableciendo límites.
Por otro lado, igual que los castigos no son convenientes a la hora de educar, tampoco lo son los premios. Por ejemplo, es habitual que los padres cuando llega el periodo de exámenes y calificaciones comenten a los niños que si obtienen muchos sobresalientes recibirán un regalo, esto a la larga puede ser perjudicial, pues el niño relacionará el sacar buenas notas a la obtención de un premio, sin realizarlo por él mismo y por su deber.
A veces, tan sólo está en el uso del lenguaje, como decíamos, no es lo mismo comunicarle al niño que si aprueba todas podrá ir a jugar con sus amigos más días y que, por el contrario, si no lo hace será castigado, a decirle que si logra unas buenas calificaciones podrá aprovechar el tiempo restante y disfrutar con sus amigos.
El método Montessori requiere de constancia, sin premios ni castigos, comunicación por parte de los padres-guías hacia los niños y motivación, esto último pieza clave en la corriente que la italiana, María Montessori, llevó a cabo a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que marcó un antes y un después en los métodos educativos tal y como lo conocemos.