Los días de celebración son jornadas en que uno disfruta de lo que tiene y quienes le rodean, pero también es por eso que cuando no hay motivo que celebrar o hay alguien a quien se echa en falta la diversión y los festejos se ve empañados. ¿Tiene sentido celebrar el día del padre cuando ha habido peleas entre el progenitor y sus hijos y no se ha producido la reconciliación? La tristeza, en estos casos, abarca a todos los miembros de la familia y acaba por ensombrecer un día como éste.
Si es tu caso, que has tenido una riña con tu padre o eres precisamente el papá que tiene un enfado con sus hijos, la cercanía del 19 de marzo puede ser un momento para que pongas en perspectiva las relaciones dentro de la familia. Lo cierto es que no tiene lógica organizar una celebración como la del día del padre cuando hay malestar entre los hijos y el padre. Al fin y al cabo éste día es para honrarle.
Es un día para dejar las peleas a un lado y trabajar en pro de la reconciliación. Además cuando se produce un desencuentro en el seno de la familia, al margen de quienes lo protagonicen, suele instaurarse un clima raro y de tristeza entre todos sus miembros. La celebración del día del padre sería incómoda para todos ellos, algo que tampoco es justo para nadie.
¿Reconciliación o no?
No cabe duda que nunca es bueno que se produzcan peleas entre un padre y sus hijos, especialmente cuando el enfado se prolonga durante días y puede poner en peligro la relación. En cualquier caso, haya pasado lo que haya pasado, lo más recomendable es tratar de reconducir la situación y buscar la reconciliación.
Cuando se producen peleas fuertes en el seno de una familia hay que dejar el egoísmo a un lado y no preguntarse quién es el responsable de que las cosas hayan llegado hasta donde lo han hecho. Todo lo contrario, es mucho mejor erigirse en el responsable de volver a poner paz entre las partes implicadas, especialmente si se es una de ellas.
Por lo general, especialmente si los hijos son pequeños, es el padre el que trata de buscar la reconciliación, evitando que el niño se vea embargado por la tristeza y buscando que la calma y la cordialidad reinen de nuevo en la casa. Al fin y al cabo él es el adulto y los niños no son más que eso: niños.
Sin embargo cuando más disputas se producen entre padres e hijos es cuando estos se encuentran en la adolescencia. Es entonces cuando se creen suficientemente adultos para tomar decisiones de manera independiente, sin importarles en ocasiones cómo esto afecta a quienes le rodean, incluso a si mismos.
En ese caso el hijo adolescente ha de ser también consciente de que también es lo suficientemente adulto para saber reconocer sus errores, para pedir perdón o para buscar tener una mejor relación con sus progenitores, sin constantes peleas o discusiones a la mínima de cambio. Es también un modo perfecto para ganarse el reconocimiento de su padre, que verá en este comportamiento un proceder de persona adulta, de alguien que de verdad sabe lo que ha hecho, qué está bien y qué no y que la familia es importante al margen de las peleas.
En los días previos
En una jornada como es el día del padre las miradas están puestas en él, en el progenitor. Se da por hecho que es un día de celebración en que todo es alegría, por lo que saber que hay malestar con uno de sus hijos le pondrá especialmente nervioso. Puede suponer un mal trago tener que participar en alguna comida o actividad especial cuando hay enfado con alguna de esas personas que están a su lado. Probablemente el hijo también tenga esa misma sensación de extrañeza.
Para evitarlo lo mejor es buscar la reconciliación en los días previos al 19 de marzo y no dejar las cosas para el último momento, porque la tensión será cada vez mayor. Así, habrá más opciones de poner paz y también de decidir qué hacer ese día del padre, que fruto de la reconciliación, probablemente sea más especial que los anteriores. Aunque pueda parecer contradictorio las peleas en el seno de la familia pueden servir para fortalecer las relaciones.
Busca la ayuda de otros
Ya comentamos que, por lo general, cuando se producen peleas entre padres e hijos el malestar se extiende más allá de ellos y llega a toda la familia. Por ello es muy probable que esas personas, ya sea la madre, los abuelos o algún otro hermano, busquen que las cosas se calmen y poder tener una celebración en que no haya lugar para la tristeza.
Ellos pueden ser los que actúen de intermediarios entre las partes implicadas para poner fin al enfado. No son partícipes de la riña así que se les confiere cierta objetividad que los convierte en las personas más adecuadas para poner fin al problema y hablar con los implicados. Si no actúan de motu propio siempre puedes pedirles ayuda para que traten de limar asperezas con la otra parte implicada en la discusión. A veces, cuando estamos muy enfadados, solo necesitamos que alguien nos ponga en perspectiva la situación para que nos demos cuenta de lo que ha pasado y de qué es lo que de verdad importa.
día
Sin reconciliación
Lo ideal es que todas las relaciones entre padres e hijos sean buenas, pero hay ciertos asuntos que pueden hacer que no lo sean. Todo lo contrario, que sean problemáticas y baste una chispa para desencadenar una bronca. Si ha habido intentos de buscar una reconciliación y no ha sido posible, si ninguna de las partes tiene interés en solucionar el problema o si la última bronca ha sido tan gorda que es mejor darse un tiempo para arreglarla no es necesario forzar el día del padre.
No pasa nada si no se celebra esa jornada. Si sabemos que no va a salir bien, que únicamente servirá para elevar la tensión o simplemente no hay ganas de celebrarlo basta con olvidarse de que el 19 de marzo es un día especial en el calendario. Es una jornada más, que además en muchos sitios no es fiesta, así que continuar con la rutina ayudará a que nos olvidemos de ello.
En caso de que a pesar de ello haya algún tipo de celebración lo mejor es no forzar una buena relación entre padre e hijos que sabemos que no existe. Pero tampoco hace falta caer en malas maneras ni buscar el conflicto de manera continua. Se necesita un poco de paciencia y poner de su parte para fomentar una mínima cordialidad que haga que nadie se sienta incómodo en este día del padre.