La llegada de un nuevo miembro a la familia supone inevitables cambios en el espacio y en las rutinas de cada día. Un niño que, en su corta vida, ha vivido siempre solo, sin ningún hermano con el que tener que compartir sus cosas y, sobretodo, el amor de sus padres, puede reaccionar negativamente ante la llegada de un supuesto rival.
Los celos en los niños pequeños es un sentimiento normal y comprensible; en ellos afloran miedos a la pérdida de todo aquello que han conocido por lo que su reacción puede ser de rechazo hacia el bebé que acaba de llegar. Pero los celos, ni se han de negar ni se han de dramatizar. Son un paso más en la evolución de los niños que hay que aceptar y ayudar a que se superen de la mejor manera posible.
El niño celoso
Cuando un niño empieza a ver cambios en su vida, experimenta la llegada de un bebé a su hogar, ve disminuida la atención de sus padres, y es más que probable que reaccione ante dichos cambios. Los niños pequeños no tienen capacidad de expresar cosas abstractas y mucho menos sentimientos que se agolpan en su interior. Es por esto por lo que sus angustias las muestran de muy diversas maneras.
Es normal que el niño reaccione ante el nacimiento de un hermano
Las regresiones son también otra manera de reaccionar ante la llegada de un bebé. De repente no quieren dormir solos cuando se iban a la cama sin ningún problema; quieren que se les ayude para comer; se les escapa el pipí a pesar de disfrutar de varios meses de control son algunas de las regresiones más comunes.
Cómplice, no destronado
Para ello es importante que el pequeño que va a convertirse en hermano mayor lo viva como una oportunidad y no como una amenaza. Ya desde el embarazo conviene explicarle qué está sucediendo. No hace falta comunicarlo desde el primer momento, entre otras cosas porque el niño puede impacientarse demasiado ante la espera. A partir del segundo trimestre o cuando la barriga se hace demasiado evidente, es un buen momento para detallarle todo lo bueno que va a llegar: un hermano con el que jugar y con el que pasar grandes momentos.
A menudo, si los niños son demasiado pequeños, les cuesta entender el concepto del embarazo y el nacimiento. Materializar ese hecho con cosas palpables es una buena manera de hacerles entender la situación. Preparar la cuna del bebé con su padre y organizar los peluches que tendrá el pequeño para compartir con su hermano mayor es una buena manera de convertir al príncipe destronado en el gran ayudante de la familia. Se le prepara además para disfrutar colaborando con sus padres acercando un pañal, bañando a su hermanito o entretenerle mientras come.
Un hermano mayor que sigue siendo pequeño
Cuando llega por fin el hermano pequeño, hay que intentar mantener ese espíritu de colaboración familiar que evite que el niño se sienta desplazado. A pesar de que pueda parecer complicado, hay que intentar seguir las mismas rutinas en la medida de lo posible y siempre reservar un momento para dedicarle en exclusiva. Los largos periodos de sueño que pasan los recién nacidos durante el día pueden resultar ratos ideales para que el niño continúe sintiéndose querido.
Hay que integrar al hijo mayor en el cuidado del recién nacido
El dilema de compartir
Compartir a mamá y papá o a los juguetes más preciados cuando el bebé crece y empieza a interactuar puede suponer un problema. Hay que enseñar a los niños a compartir pero no bajo la premisa de que hay que dejarlo a su hermano porque es pequeño. Si surge un conflicto de este tipo, lo mejor es darle la vuelta a la situación y en vez de decidir quien se queda con el cariño de mamá o con el osito de peluche, conviene enseñar a disfrutar de jugar o simplemente estar juntos organizando juegos en familia o actividades que supongan una interacción que no excluya a nada ni a nadie.
Los celos entre hermanos son normales, pero no por eso hay que dejar de darles importancia. Tampoco hay que culpar a un niño por sentir celos de su hermano. Esos sentimientos, a priori negativos, son una oportunidad para conseguir que un niño evolucione positivamente y aprenda que compartir puede ser mejor que estar solo.