La cistitis es la inflamación aguda de la vejiga urinaria, con infección o sin ella, una patología muy frecuente que afecta a personas de todas las edades aunque hay más prevalencia en mujeres y en ancianos. La infección de orina puede ser esporádica o de repetición, cuando se presentan tres o más episodios en un año.
En el caso de la infección de orina la causa más frecuente es la infección por bacterias aunque también se pueden dar infecciones por virus u hongos. Más del 75% de las infecciones están provocadas concretamente por la bacteria Escherichia Coli , localizada en los intestinos. Le sigue en importancia el S. saprophyticus, Proteus mirabeles y Proteus vulgaris. La vejiga es un órgano hueco que recibe la orina a través de los uréteres, la almacena y la expulsa del cuerpo a través de la uretra durante la micción. Tanto la uretra como la orina almacenada en la vejiga son estériles en condiciones normales, no contienen microorganismos, por lo que en una cistitis estos microorganismos colonizan la orina (bacteriuria) y posteriormente se produce una inflamación de la mucosa vesical.
Estas bacterias o gérmenes invaden el tracto urinario, bien entrando por el extremo de las vías urinarias, la uretra, o bien a través del flujo sanguíneo. En la mayoría de los casos la infección de orina está causada por un solo germen. Sólo unos pocos casos existe una infección polimicrobiana.
Esta infección es más frecuente en mujeres debido a la anatomía, ya que la mujer tiene la uretra más corta que el hombre y está más cerca del ano, por lo que las bacterias llegan con más facilidad a la uretra y de ahí a la vejiga. También es más frecuente en verano, cuando aumenta la temperatura y la zona genital está más húmeda por el sudor o por los baños en piscinas, condiciones que ayudan al crecimiento de bacterias.
Síntomas de cistitis
La cistitis cursa unos síntomas fáciles de reconocer:
- Aumento en la frecuencia de las micciones con poca cantidad de orina.
- Sensación de ganas de orinar continuamente.
- Dolor intenso en la zona superior del pubis.
- Disuria o micción dificultosa, dolorosa e incompleta de la orina. Se describe como ardor al inicio o final de la micción.
- Hematuria o presencia de sangre en la orina.
- Orina turbia y de olor fuerte.
- La cistitis no complicada no suele presentar fiebre.
Para diagnosticar una infección de orina se requieren pruebas específicas que confirmen o descarten la cistitis. El médico puede palpar la zona abdominal y pélvica del paciente para detectar los lugares con dolor. La prueba más común es un oricultivo para determinar qué tipo de bacteria es la causante de la infección y qué antibióticos pueden resultar efectivos. Alguna vez se puede realizar una citoscopia, introduciendo un tubo con lentes y luz por la uretra para observar el estado de la misma y de la vejiga.
¿Y qué pasa durante el embarazo?
La cistitis se puede presentar igualmente durante el embarazo, producida por los mismos microorganismos que en mujeres que no están embarazadas, siendo también la bacteria E. coli la principal causante. No está confirmado que el embarazo aumente el riesgo de padecer una cistitis pero sí hay algunas condiciones que aumentar el desarrollo de infecciones de las vías urinarias. El aumento del útero comprime los uréteres y dificulta el paso de la orina. La vejiga pierde tono muscular y resulta más difícil orinar para vaciarla. Además la orina es menos ácida y puede contener glucosa. Todo ello en conjunto da oportunidad a que las bacterias proliferen con mayor facilidad.
En algunas ocasiones existe la bacteriuria asintomática, la presencia de bacterias en las vías urinarias sin presentar ningún síntoma. Normalmente no causa problemas y desaparece por sí solo. Sin embargo, si no es tratada durante el embarazo aumenta el riesgo de desarrolla una infección en los riñones o pielonefritis. Para evitar sufrir estas infecciones que sí supone una complicación durante el embarazo, se realizan análisis de orina rutinarios durante todo el período de gestación.
¿Cómo se trata la cistitis?
Una vez identificado el agente patógeno se emplearán antibióticos en el caso de infección por bacterias, antivirales en caso de virus o antifúngicos en caso de hongos. Será el médico quien recomiende un medicamento u otro según la historia del paciente y sus condiciones físicas, como alergias o un embarazo.
Al ser las bacterias la causa más común se usarán antibióticos, siendo la amoxicilina, el trimetoprim o la ampicilina los más comunes. En los últimos años se ha introducido el uso de fármacos llamados quinolonas, como la ciprofloxacina. A veces se requieren analgésicos si existe mucho dolor y antipiréticos si hay presencia de fiebre. El tratamiento suele ser inferior a dos semanas y ha de completarse bebiendo grandes cantidades de agua para ayudar a limpiar el tracto urinario de bacterias.
Prevención de la cistitis
Tomando unas medidas sencillas podemos prevenir la repetición de la cistitis:
- Beber mucho líquido.
- Si se siente muchas ganas de orinar hacerlo lo antes posible, no retenerla.
- No usar artículos de higiene personal perfumados.
- Una correcta limpieza del ano tras una deposición, de delante hacia detrás (desde la vagina hacia el ano), para evitar la entrada de bacterias entren en la uretra.
- Tras mantener relaciones sexuales orinar lo antes posible, eliminando así posibles gérmenes que haya entrado en la uretra.
- Algunos anticonceptivos como el diafragma no son recomendables para mujeres que tienden a sufrir cistitis.
- Usar ropa interior de algodón y evitar las prendas ajustadas.
- Complementar la alimentación con arándonos rojos o productos derivados como el zumo. Este fruto contiene sustancias que evitan que las bacterias aniden en la mucosa.