Desde Bekia Padres queremos guiar un poco a esos padres que detectan alguna conducta insocial, egoísta, o extraña en sus hijos.
El ser humano es un ser social por naturaleza, pero a veces, una persona no se encuentra a gusto con su entorno, con sus compañeros o incluso con su familia y hay varios formas de fomentar esa socialización entre niños. Hablamos de niños que no son sociales desde un ámbito más normalizado, si hubiera algún trastorno de desarrollo de por medio hay otras intervenciones de los que no hablaremos aquí.
Si detectamos que nuestro hijo o hija puede tener un carácter poco dado a las relaciones sociales, tendremos que hacer un apoyo extra como padres para mejorar sus habilidades sociales y su integración en grupos de compañeros y amigos.
Aquí os vamos a comentar unas cuantas pautas que debemos tener en cuenta como padres para poder ayudar a nuestros hijos y que tengan un aprendizaje social, teniendo en cuenta las expresiones faciales y corporales por ejemplo.
Expresiones faciales
Nuestros hijos deben aprender cuales son las expresiones faciales y que representan, es posible que el niño no te mire a la cara cuando le hablas o desvíe la mirada hacia otro lado. En ese caso tenemos que pedirles que cada vez que hablemos con ellos nos miren a la cara y transmitirles emociones con nuestra cara y movimientos. Si en algún momento vemos que quizás no entiende que queremos transmitir, tenemos que explicárselo, es posible que aún no entienda bien las distintas emociones que transmitimos.
Eso sí, al igual que nuestro hijo debe aprender a mirar a los ojos y la cara de las personas con las que habla, nosotros debemos concentrarnos en este aspecto e intentar hablar siempre con ellos mirándoles a los ojos. Es muy habitual hablar mientras estamos haciendo otras tareas, mirando internet, el correo, el teléfono móvil o cocinando, en estos casos debemos dejar a un lado la tarea que hacemos y atender a nuestro hijo, de nuevo, transmitiendo expresiones faciales para que pueda verlas e intentando tener un contacto visual constante. Y si estamos manteniendo una conversación con nuestro hijo o hija y veis que pierde la atención y deja de mantener el contacto visual, debemos retomarla con alguna frase como por ejemplo "¿Puedes mirarme a los ojos cuando te estoy hablando por favor?".
Las expresiones faciales en muchas ocasiones son involuntarias, por tanto nuestros hijos van a realizarlas sin querer en algunos momentos, debemos remarcar estos momentos para que ellos puedan asociarlos, por ejemplo cuando le veamos sonreír porque ha conseguido hacer algo o esté contento por algún motivo decimos "Vaya sonrisa más grande. Cuéntame porque estás tan contento". Con estas frases poco a poco creamos conexiones en su cerebro, generando un aprendizaje que les servirá para empatizar en un entorno social.
Expresiones corporales
También tenemos que ayudar a nuestros hijos e hijas a reconocer expresiones corporales para saber cómo se sienten los demás. Para esto podemos por ejemplo ver la televisión y señalar comportamientos exagerados para comunicarnos con nuestro hijo, como por ejemplo " Mira ese hombre que esta temblando y titubeando al hablar ¿Qué crees que le pasa?".
Un caso habitual, es que nuestros hijos no diferencien entre el tipo de persona con el que hablan, no es lo mismo hablar con los compañeros de clase, con su profesora o con sus padres. Es probable que no encuentre el motivo por el que debe cambiar su forma de actuar y hablar, debemos transmitirles estas diferencias. Para ello, podemos trabajar con nuestros hijos creando posibles situaciones y diciéndoles como se actúa dependiendo la situación "¿Con quién deberías chocar los cinco?" , "¿A quién deberías saludar de una forma más formal?", y también a hablar y a entender los tonos de las conversaciones en las que están: no es lo mismo decir "Tráeme esos papeles" con una intención de petición que como una demanda enojada. Es importante que los niños puedan detectar estas variaciones y no interpretar literalmente todo lo que les dicen, ya que puede llevar a confusiones y rechazo.
La lectura y el juego de roles
Deben también reconocer emociones por la forma de hablar de las demás personas, si su hijo o hija ya está en la edad de leer, practicad en voz alta, seguid los diálogos interpretando las voces de los personajes y dándoles la entonación de la emoción que intentan transmitir para que la mente de nuestros hijos la asocie. En el caso de que aún no lean con facilidad, podemos leer nosotros los diálogos haciendo las entonaciones mientras ellos nos escuchan. Actualmente hay muchísimos audiolibros que podrían ayudarnos con esta tarea.
En algunos casos en los que detectemos que nuestro hijo o hija no sabe cómo responder a las interacciones sociales podemos hacer de esto un pequeño juego de roles con nuestros ellos. Podemos plantear situaciones cotidianas que pueden sucederle y comentar las posibles respuestas y formas de actuar que usaremos en estas situaciones.
Es posible que si nuestros hijos son poco sociables, los compañeros de clase los aparten del resto, no les inviten a los cumpleaños y celebraciones y otras reuniones con padres e hijos. Es posible que esto venga dado por el carácter que tiene nuestro hijo con sus compañeros, es posible que sea egoísta, envidioso y no sepa controlar sus emociones e intereses con sus compañeros, los padres debemos estar alerta para detectar estas conductas, e intentar solucionar el problema cuanto antes para que el problema no vaya a peor. Es posible que nuestro hija o hijo no consiga relacionarse con sus compañeros porque sus formas de ser no sean compatibles, hay que explicar a nuestros hijos que hay todo tipo de personas y que siempre hay algo en común, además de poder realizar multitud de actividades con ellos sin confrontar gusto u opiniones.
La solución al fin y al cabo, está en preocuparnos por nuestros hijos, en ver el problema, e intentar solucionarlo. Ya veis que hay varias maneras de abordarlo y prácticas con las que reducir la insociabilidad sin que esto llegue a más y afecte al futuro desarrollo de los niños, porque si lo ignoramos y nos despreocupamos ya no es que este problema siga existiendo, sino que es posible que siga acrecentándose con el tiempo y pueda llegar a desarrollar un trauma en el futuro que será más difícil de tratar.
Si después de estas prácticas durante un tiempo no vemos ninguna mejora en la sociabilidad quizás haya que intentar encontrar ayuda profesional.