Los padres primerizos se enfrentan a multitud de dudas en la crianza de sus hijos. Entre los primeros miedos a los que los progenitores deben hacer frente se encuentra el baño del recién nacido. Muchas son las dudas que asaltan a los padres a la hora de poner en práctica los hábitos de higiene de sus bebés. Olvida tus temores. Aquí te explicamos paso a paso cómo convertir el baño del pequeño en una experiencia agradable para ti y para tu bebé.
Bañar a tu hijo forma parte de las tareas cotidianas vinculadas a la paternidad. Durante los primeros días de vida del niño parece misión imposible ponerla en práctica, pero nada más lejos de la realidad. En bebés recién nacidos, lo más importante es proteger el cordón umbilical de infecciones y facilitar la cicatrización. Por ello, la forma en la que bañar al bebé varía en función de si se ha producido ya la caída del cordón o no.
No es recomendable sumergir al pequeño en agua antes de la caída del cordón. Es conveniente lavar al bebé por partes con una toallita húmeda y evitar que el cordón se moje, para facilitar la cicatrización. Los baños convencionales pueden empezar unas 48 horas después de la caída del mismo, excepto en el caso concreto de que el pediatra recomiende lo contrario.
Preparativos del baño: temperatura del agua y productos para bebés
Organízate. Es importante evitar los nervios y los imprevistos desafortunados durante el baño del niño. Ten a mano todo aquello que puedas necesitar y mantén la calma. Tus nervios solo contribuirán a desatar el nerviosismo en el bebé.
Lo primero que debes hacer es asegurarte de que la bañera o la superficie en la que bañarás al niño está limpia. Te recomendamos que utilices una de las múltiples bañeras o adaptadores disponibles en el mercado para garantizar la seguridad del bebé.
Ten a mano una toalla de algodón para secar al recién nacido tras el baño y los productos necesarios para lavarlo. Prepara con antelación la ropa que vestirá tu hijo tras el baño para evitar que se enfríe y trata de mantener siempre su calor corporal.
La temperatura, tanto del agua como ambiente, es uno de los factores principales a tener en cuenta. La habitación debe estar a unos 25 grados y el agua debe encontrarse a 37 grados de temperatura. Utiliza un termómetro especial para el baño o usa tu codo para comprobar que el agua no está en condiciones óptimas. Puedes bañar al niño sólo con agua, pero lo mejor es que utilices jabones especiales para niños neutros y sin perfumes.
¿Cómo bañar al bebé?
La postura y el orden de lavado son factores importantes. La mejor posición es sostener al pequeño con un brazo de forma que el niño apoye su cabeza en el antebrazo de la madre o el padre. Sujeta al bebé por las axilas y asegúrate de que tu mano alcanza el culito del bebé. De esta forma, el niño está seguro y se puede bañar al bebé con la mano que queda libre.
El orden a seguir durante el baño es lavar al niño de arriba hacia abajo, empezando por la cabeza y finalizando por los genitales. Así evitaremos que las bacterias de la zona del pañal puedan propagarse al resto del cuerpo. Los ojos y las orejas tienen que limpiarse aparte y cuando el niño no se encuentra en el agua. Bastará con usar una gasa húmeda -siempre sin frotar- en el caso de los ojos y recuerda sólo limpiar la cara externa de las orejas para evitar daños auditivos en el recién nacido.
Nuestro truco personal: habla al niño durante el baño. La calidez de tu voz le transmitirá tranquilidad y facilitará el proceso. De esta forma, las posibilidades de que el pequeño estalle en llanto se reducen y harán más llevadera la experiencia para ambas partes.
Tras el baño: secado e hidratación
Es muy importante secar bien la piel del bebé para evitar irritaciones. Presta especial atención a los pliegues de su cuerpo y a la zona genital. En el caso de las niñas, seca y limpia siempre de delante hacia atrás. De esta forma evitarás infecciones producidas al arrastras posibles residuos fecales.
Utiliza toallas de algodón que no dañen la piel del recién nacido. Las toallas con capucha para bebés facilitan la labor, mantienen su cabeza caliente y evitan que el bebé pierda el calor corporal.
Aprovecha el momento del secado para revisar la piel del pequeño y descartar dermatitis o irritaciones. Hidrata al niño con productos adecuados para su edad y masajea su cuerpo. Lo mejor es optar por aceites vegetales y cremas infantiles sin perfumes.
En caso de que el pequeño presente la descamación del cuello cabelludo conocida como costra láctea, te recomendamos que utilices un cepillo de cerdas blandas para bebés tras el baño. También este puede ser un buen momento para cortar las uñas del niño ya que están más blandas tras el baño. Hazlo solo si el pequeño está tranquilo y utiliza siempre tijeras para bebés de punta redondeada.
Frecuencia y tiempos de baño
Una vez aclarado todo el proceso a seguir para bañar al bebé surge otra de las principales dudas a las que se enfrentan los padres. ¿Con qué frecuencia debo bañar a mi hijo? La piel del niño es mucho más sensible que la de los adultos, por lo que bastará con bañar a tu hijo dos o tres veces por semana. No es necesario un baño diario durante el primer año de vida.
Del mismo modo, la duración del baño es otro factor importante a tener en cuenta. El baño no debe durar más de diez minutos hasta que el pequeño cumpla un año para evitar que su piel se reseque. Una vez cumplidos los 12 meses, el tiempo en el agua puede prolongarse. A buen seguro, y si has puesto en práctica todos nuestros consejos, el niño querrá disfrutar y divertirse en el agua.