Cuando las personas llegamos a determinadas edades solteros o rompemos una relación con hijos de por medio, nos vemos en la situación de que, si encontramos una nueva pareja, es posible que ésta tenga hijos a los que habrá que integrar, ya no en la vida de uno mismo, sino en la de nuestra familia. En primer lugar hay que pensar qué edad tienen los hijos, ya que es muy distinto si se trata de niños pequeños o de adolescentes, incluso que estén ya crecidos.
En el caso de que los hijos sean pequeños, antes de que den el paso de entrar en la familia de la nueva pareja de su padre o madre, hay que tener una conversación previa. Lo mejor es sentarse con el niño y explicarle que sus padres biológicos ya no van a seguir juntos, pero que le van a querer igual y que él no tiene la culpa. Una vez que haya aceptado que sus padres no están juntos, toca explicarle que ahora uno de sus padres ha conocido a otra persona que, aunque no vaya a ser su padre o madre, también le va a querer mucho y le va a cuidar. Que acepte a la nueva pareja de uno de sus padres ya es un gran paso y ya se le puede integrar.
La integración dependerá de la edad de los hijos de tu pareja
También puede darse la circunstancia de que esos hijos sean huérfanos de unos de sus progenitores. En ese caso ya no será tan necesario hacer hincapié en que la nueva familia en la que se va a integrar es una sustitución. Lo más importante ahora es dejarme claro que esas nuevas personas que está conociendo van a ser su mayor apoyo durante su vida, que le van a querer como si fuese uno más y que podrá contar con ellos como si de su propia familia se tratara. Obviamente no hay que hacerle olvidar a su padre o madre fallecido, pero sí que en la medida de lo posible no note esa ausencia y aprenda a apoyarse en esos nuevos desconocidos que a la larga serán personas importantes.
Por otro lado tenemos a los hijos que son adolescentes o que ya están más creciditos. Con estos no será necesario prestar tanta atención ya que son mayores para entender que su padre o madre tiene que rehacer su vida. También puede que eso sea un gran problema y que no lo admitan. En esos casos, lo peor que se puede hacer es forzarle o que se vea obligado. Poco a poco intenta hablar con él para que entre en razón, pero debe hacerlo su progenitor biológico ya que es en el que confía plenamente. En caso de que el rechazo sea absoluto, puedes recurrir a algún tipo de ayuda profesional que le ayude a afrontar esta nueva etapa sin pensar que va a perder todo lo que tenía anteriormente.
Tu familia deberá de adaptarse a la nueva situación
El trato no ha de ser especial, sino igual al del resto de niños que forman la familia. Cuando se empiece a sentir uno más, va a empezar a bajar la barrera y se va a ir integrando de tal manera que les coja el cariño que procede en estos casos. También será necesaria una buena dosis de paciencia, ya que puede que no todo sea tan fácil como presentarse y, por lo tanto, será necesario un esfuerzo por parte de todos para que no se sienta excluido y empiece a confiar.