Son muchos los padres que llegan a la consulta del psicopedagogo quejándose de la falta de atención en los niños a la hora de estudiar, algo que les dificulta enormemente el aprender nuevos contenidos. Dicen que lo han probado todo pero que no saben qué puede estar ocurriendo para que su hijo tenga tanta falta de atención. En muchas ocasiones las causas suelen ser demasiado cotidianas y se pasan por alto.
Una mala alimentación, malos hábitos diarios, mirar demasiado tiempo la televisión, jugar a videojuegos, no recibir atención de los padres, el desinterés por las cosas de alrededor o la apatía por problemas emocionales pueden ser algunos factores que se deben tener en cuenta para buscar las mejores soluciones y que los niños sean capaces de mejorar la atención.
La atención en los niños pequeños
Existen expertos en desarrollo infantil que dicen que, en promedio, un niño de 4 ó 5 años de edad, debe ser capaz de mantener la concentración en una tarea de dos cinco minutos según el año que tenga su edad. Por ejemplo un niño de 4 años puede tener la capacidad de concentrarse entre 4 y 20 minutos, e incluso más si la tarea le motiva.
Pero como en todo la capacidad de concentración de los niños dependerá de la situación ya que ésta capacidad tiene que ser contextualizada. No es lo mismo la concentración que un niño puede tener a primera hora de la mañana, al medio día, antes de la siesta o antes de ir a la cama. Al igual que pasa en los adultos, la capacidad de concentración es elástica y dependerá del contexto y de las características de los niños.
Atiende a tus hijos para que ellos presten atención
La cantidad de atención que un niño preste en una tarea o cuando debe estudiar tiene mucho que ver con si el niño está disfrutando o no de esa actividad. Muchos niños tienen dificultades cuando se les pregunta por algo que no quieren hacer, normalmente les cuesta prestar atención y concentrarse. Los niños cuando entran en la escuela deben hacer tareas estructuradas, repetitivas, académicas y en muchos casos para ellos, aburridas.
Es necesario que para que los niños presten atención a las tareas que están desarrollando estén motivados en lo que hacen y también se debe tener en cuenta la edad. Por ejemplo, un niño con 5 años podrá estar 30 minutos jugando con los coches pero no más de unos minutos en escribir su nombre en un papel y sentado (en cambio en arena o en otro material más atractivo podrá estar más tiempo disfrutando de la actividad).
Los niños necesitan atención de sus padres para darse cuenta de lo divertido que puede resultar una actividad e incluso estudiar, necesitarán su guía para poder aprender e interiorizar los conocimientos y hacerlos suyos.
No puede faltar la creatividad
Es necesario que para que los niños mejoren la capacidad de atención, se tenga en cuenta la creatividad, puesto que puede convertir en la actividad más aburrida en una muy divertida y satisfactoria. Por ejemplo, en lugar de insistir una y otra vez en escribir la letra "A" con un lápiz en el libro, puedes animarle a hacerlo con una tiza, darle forma con una plastilina, etc.
Por ejemplo, en los niños pequeños, los libros pueden ser demasiado abrumadores, es mucho más divertido cortar imágenes de revistas y buscar todas la letras que contienen la letra A, o pintarlas en un papel en blanco con pintura de dedos... ¡hay muchas formas de poder hacer que presten atención y que además mejoren sus habilidades motoras finas! Los niños si se divierten y lo pasan bien, no tendrán problemas en fijar su atención a lo que están haciendo. Pero en este caso, es deber del adulto (y no del niño) conseguir que el aprendizaje se convierta en juego, diversión y en pasar un buen rato adulto y niños para afianzar los conocimientos. Una vez que hagas esto, te darás cuenta como el aprendizaje no puede ser aburrido.
Si un niño en sus primeros años de escolarización realiza actividades que le motiven y le hagan sentirse bien, es muy probable que pueda tener un buen vínculo con el conocimiento. Así, a medida que va creciendo y que los conceptos se vuelven algo más complicados, sentirá que no es una obligación y que aprender cosas nuevas es algo motivador y divertido. Esto hará que tenga una relación sana con el aprendizaje que le ayudará a alcanzar el éxito.
El poder de la familia para la mejora
Los juegos de mesa y los juegos de memoria fortalecen los músculos de la atención, por lo que es interesante que los padres saquen tiempo de calidad diariamente para que les indiquen los detalles de su entorno y que pasen tiempo jugando. Por ejemplo, si van de paseo, los padres pueden detenerse y señalar los colores de las flores que ven o hablar de las nubes o de la forma y tacto de las piedras o de la hierba.
Pero para que los niños presten atención, los padres también deben prestarles atención a ellos y a lo que hacen diariamente. Un padre que no preste atención a sus hijos o que prefiera hacer otras cosas que ayudarles por ejemplo con los deberes, hará sentir al niño que no es importante y esto le hará dispersarse a menudo.
Si un adulto dispersa su mente con frecuencia, no podemos esperar que un niño sea capaz de hacerlo siempre que nosotros se lo exijamos. La mejor manera de conseguir que un niño preste atención es estar físicamente cerca del niño y no gritarle las cosas que debe hacer desde la cocina o la sala de estar. O en caso de los maestros, decirle a la clase entera lo que deben hacer sin que sepan ciertamente si todos los niños han comprendido los pasos a realizar o si necesitan una guía algo más simple.
Los niños necesitan cercanía y el adulto deberá ponerse delante del niño, hacer contacto visual, ponerse a la altura de sus ojos, tocarle el hombro y hablar con él directamente cuando le hayas pedido que él también te mire a los ojos para poder escucharte.