Qué es el colecho? Colecho significa "compartir la cama" y hace referencia a cuando el bebé duerme en la misma cama que los padres.
Los niños desde que nacen necesitan en todo momento tener a sus padres cerca. Tienen una sensibilidad especial que les indica cuando sus padres están cerca o lejos, en ese caso llorarán para llamarles. Desde la antigüedad, durante los primeros meses de vida, los niños y las madres siempre han permanecido unidos. Y esto adquiere más importancia cuando de dormir se trata porque se sabe que tiene muchos beneficios tanto para los padres como para los niños.
¿Practicar el colecho? ¿Sí o no?
Aunque el colecho viene de muy atrás, lo cierto es que actualmente lo practican en muchos países industrializamos como Japón o Suecia. Se está retomando de nuevo esta práctica por la comodidad que aporta a las familias.
Decidir practicar el colecho es una decisión que tiene que ser tomada conjuntamente. Se tienen que tener en cuenta la opinión de ambos padres, los rasgos de cada bebé y las circunstancias que rodean a los miembros. Lo que está claro es que no puede ser una condición impuesta a uno de los progenitores. Los dos tienen que estar de acuerdo y a gusto. También puede ocurrir que los padres no estuvieran de acuerdo en un principio pero que no les quedase más remedio por las demandas del bebé.
Hay niños que lloran cuando se les deja solos en la cuna (aunque estén en la misma habitación de los padres) y no se calman hasta que no son cogidos por ellos. Es normal, hablamos de un mecanismo de supervivencia con el que pueden responder a una posible amenaza. Es una reacción totalmente normal en el niño e indica que no le pasa nada, que solo tiene miedo. En estos casos un fular portabebés durante el día y practicar el colecho por la noche es una buena estrategia para reducir la ansiedad del pequeño.
Al final, el colecho es una decisión personal y cada pareja deberá valorar sus ventajas y desventajas. Pero lo que no se puede negar son los efectos beneficiosos que tiene sobre el bebé dormir en la misma cama. Hay muchos estudios científicos que lo demuestran. Uno de los más importantes fue el de M. A. Hofer, doctor que por casualidad descubrió que si apartaba a una "madre rata" de sus "ratitas" durante la noche el ritmo cardiaco de las ratitas se hacía dos veces inferior a lo normal. Él pensaba que era porque al no estar la madre con ellas se perdía calor. Para comprobar esa hipótesis puso un pequeño calefactor al lado para mantener a las ratitas sin pelo calientes. Pero los resultaron no cambiaron. Es más, había más de quince funciones fisiológicas que se habían desregulado debido a la ausencia de la madre. En bebés humanos aunque no lo creamos ocurre algo muy parecido. Los bebés necesitan a sus padres, sobre todo durante los primeros meses de vida, y es que el colecho estimula el desarrollo del sistema inmune del bebé, corazón y cerebro.
Otros beneficios demostrados es que se reducen las probabilidades demuerte súbita del bebé y mejora su sueño porque la respiración de la madre y la del bebé se sincronizan. Además, en el caso de que el niño se despierte con hambre en mitad de la noche la madre puede amamantar fácilmente al bebé mientras continua durmiendo. El bebé no solo permanecerá más tiempo dormido si no que no tendrá tantos despertares nocturnos durante la noche. Lo mismo ocurre con la madre. El niño buscará el pecho de la madre y ella puede seguir amamantándolo sin levantarse de la cama. Cuantas más tomas aporte la madre al bebé más tiempo se alargará la producción de leche materna.
Por otro lado, hay padres que temen esta práctica porque creen erróneamente que estamos malacostumbrando a los niños, de manera que después no van a querer dormir solos en su cama nunca más. A partir de ciertos años muy pocos niños van a querer continuar durmiendo con los padres porque la tendencia natural es volverse cada vez más independientes, lo cual ocurre antes en niños que se han criado en un ambiente seguro. Los que han crecido en un entorno inseguro ocurre exactamente lo contrario y se vuelven más dependientes de los padres. El colecho consolidará el vínculo existente entre padres e hijos.
Otra creencia es pensar que el niño puede morir asfixiadon. De hecho, Organismos oficiales como UNICEF, AEP (Asociación Española de Pediatría) y la OMS aconsejan tanto la cohabitación (dormir en el mismo cuarto) como el colecho. Eso sí, cumpliendo unas normas previas para mejorar la seguridad del bebé.
Reduciendo los riesgos
A continuación os dejamos los riesgos las más importantes para aquellos padres decididos a practicar el colecho, y cómo reducirlos:
1. Controlar el ambiente de la habitación. Tiene que ser una habitación higiénica, y no se puede poner una excesiva cantidad de ambientadores, aerosoles contra los mosquitos, perfumes que puedan irritarle la piel, etc.
2. El colchón tiene que ser rígido para que no haya posibilidad alguna de que el bebé pueda quedarse atrapado en la cama. No debemos practicarlo en camas de aire, de agua, ni sofás, etc.
3. No dormir con el bebé en un sillón o sofá. El bebé podría quedar atrapado entre los cojines o brazos.
4. El bebé no debe dormir boca abajo y no se le debe tapar en exceso. Los niños cuando son pequeños no regulan la temperatura de su cuerpo por ellos mismos. Durante el día los progenitores se encargan de arroparlos bien, pero por la noche la temperatura de sus cuerpos se regula por el calor que desprende el cuerpo de los padres.
5. Por su parte, los padres deben :
- Tienen que estar libres de drogas. Ni siquiera alcohol o cualquier otra sustancia que haga que una señal de peligro pase desapercibida. Esto debe aplicase para cualquier niño en realidad, y no únicamente para aquellos que practican colecho.
- No pueden ser fumadores y mucho menos fumar en la habitación.
- Los padres no pueden tener obesidad mórbida. No se trata tampoco de ser delgados, solo será peligroso aquel peso que incapacite al progenitor a darse la vuelta en la cama o moverse.
- Los padres están demasiado cansados. Tan cansados que les haga dormir profundamente y ser menos receptivos a posibles peligros.
- Los padres deben colocarse a los dos lados del bebé. Si solo es un progenitor el que duerme con el bebé debe flexionar las piernas a modo de protección, el brazo descubierto tiene que estar ligeramente extendido hacia el bebé para evitar que pueda moverse entre las sábanas o almohadas.