Que un niño pequeño adquiera la rutina de ir a dormir él solito es a menudo un proceso largo y que requiere de mucha paciencia por parte de sus padres. Si bien es cierto que muchos niños se adaptan a este hábito sin mayor dificultad, para muchos padres es todo un reto que sus hijos duerman solos una noche del tirón. Es normal que en los bebés y en los niños más pequeños se den despertares frecuentes. Sus ciclos de sueño son diferentes a los de los adultos y estos despertares son normales y adaptativos para cubrir sus necesidades básicas a esa edad. Además, cuando los bebés son muy pequeños aún están acostumbrados a sus ritmos en el útero materno y tienen que adaptarse al nuevo medio. Con el paso del tiempo, estos ciclos se van pareciendo cada vez más a los de los adultos y con ellos sus horarios y sus ritmos.
Los métodos para hacer que los niños aprendan a dormir solos en su cama son muy variados, así como las diferentes corrientes de profesionales que defienden una u otra postura.
A favor o en contra del colecho
Existen aquellos que defienden el colecho, una práctica que consiste en que los niños duerman con uno o con los dos progenitores, en la misma cama. Si bien es cierto que esta práctica se llevó a cabo de una forma normalizada hasta hace unas cuantas décadas en nuestra sociedad y que aún se practica hoy en día en muchos países, en nuestra sociedad actual, debido a los cambios en los tipos de vivienda y a que las familias son más reducidas, el colecho no era ya algo habitual.
Sin embargo, desde hace unos cuantos años muchos movimientos lo defienden destacando sus beneficios. Entre ellos se encontrarían la facilidad de los niños para dormirse al estar junto a sus padres o la potenciación del vínculo de apego del niño con sus progenitores. En cambio, sus detractores mantienen que el colecho aumenta los riesgos de asfixia, hace que los niños sean excesivamente dependientes de sus padres y dificulta la relación de la pareja.
El controvertido método de dejarles llorar
Otros, como el director del Centro para Trastornos del Sueño Pediátrico del Hospital de Boston, el Doctor Richard Ferber, proponen un método totalmente opuesto al colecho, pretendiendo enseñar a dormir a los niños por su cuenta. Ferber, ya en el año 1985 publicó su libro "Solucione los problemas de sueño de su hijo", aunque en España el método Ferber se ha popularizado a través del Doctor Eduard Estivill y su libro "Duérmete niño".
Según la psicóloga Rosa Jove, todos los niños aprenden a dormir solos y no tenemos que enseñarles
Aprenderán a dormir solos
Entre estos detractores se encuentra Rosa Jove, psicóloga que defiende en su libro "Dormir sin lágrimas: dejarle llorar no es la solución", que el sueño es un proceso evolutivo y que cualquier niño llegará a dormir solo algún día, independientemente de los métodos de disciplina que se utilicen, destacando las secuelas perjudiciales que supuestamente este tipo de metodologías producen.
El método a llevar a cabo depende sólo de la decisión que los padres hayan tomado. No es infrecuente que los mismos padres utilicen métodos diferentes con sus hijos, si el de primera opción no ha sido eficaz. Cualquiera de estos métodos no es infalible y todos tienen sus ventajas e inconvenientes y pueden ser exitosos en unos niños y no en otros.
En cualquier caso, existen unas pautas generales a llevar a cabo a la hora de irse a dormir, independientemente de cuál sea la metodología que los padres lleven a cabo.
La importancia de las rutinas antes de dormir
En lo que todos los expertos sobre el tema del sueño infantil coinciden es en la importancia de mantener unas rutinas previas al momento de irse a dormir. La regularidad ayudará al niño a regularse a sí mismo, sus ciclos y ritmos de sueño.
Es recomendable darle la cena o la última toma del día pronto, entre las 20.00 y las 21.00 horas, para que vaya adquiriendo el hábito de dormirse temprano. Las últimas horas del día deberán ser progresivamente más tranquilas. Darle un baño caliente antes de la cena ayudará a que el bebé se relaje. Después de cenar es recomendable llevar a cabo actividades pausadas, como darle un masaje o leerle un cuento y evitar aquellas que puedan alterarle, como jugar a juegos bruscos o muy sonoros o ver la televisión.
El truco de agotar a los niños antes de dormirse no es muy recomendable. Si bien es cierto que si el niño está cansado puede dormirse antes, no es menos cierto que si el cansancio es muy intenso o si el niño aún está agitado, puede convertirse más en un inconveniente que en un factor favorable al sueño.
El niño debe aprender a ir diferenciando el día de la noche, por tanto todas aquellas actividades lúdicas, ruidos o luz intensa, deben ir reduciéndose paulatinamente a medida que se acerca la noche. Esto hará que el niño comience a asociar este otro tipo de actividades y situaciones con el momento de dormir y que él mismo aprenda a anticiparlo.
También, asociar algún peluche o mantita con el momento del sueño puede ayudarles. Estos objetos no deberían estar disponibles durante el día, sólo en el momento de acostarse.
Las horas de sueño
En edades tempranas no deberíamos despertar a los niños una vez que estén durmiendo, independientemente de las horas que lleven dormidos, si no hay una causa importante que lo justifique. Si duermen, es porque lo necesitan. Durante el sueño los bebés y los niños pequeños, entre otras cosas, segregan la hormona del crecimiento, uno de los múltiples motivos que justifican la importancia de que duerman las horas adecuadas y necesarias para ellos.
El número de horas que un bebé o niño debe dormir es variable. Al igual que los adultos, es posible que un pequeño necesite dormir más o menos horas que otro. Estos ritmos son cambiantes y el bebé para el que dormir menos horas de lo normal era suficiente puede convertirse en todo un dormilón de mayor, y viceversa.
Establecer rutinas es la mejor manera de facilitar el sueño del bebé
Es importante también ayudarle a diferenciar las siestas del momento de dormirse por la noche. En las siestas podemos evitar estas rutinas o bien crear otras diferentes para que el bebé aprenda a distinguir un momento de otro.
El momento de dejar al bebé en su cuna o en la cama depende del tipo de método que los padres hayan decidido llevar a cabo, como comentábamos al inicio. En cualquier caso, lo dejemos dormido o despierto, una vez que hayamos tomado una decisión al respecto, es importante ser constantes, siempre y cuando no se vayan generando problemas al respecto. Si hemos decidido que el bebé duerma en su cuna y en su habitación lo antes posible, deberemos esperar a que las tomas nocturnas vayan reduciéndose y se regularicen. Estando cerca, es más fácil para los padres darles estas tomas y no debemos olvidar que durante estos meses es también importante que los padres duerman lo más posible.
Si el bebé llorase demasiado o notáramos que siente un malestar intenso, deberíamos confirmar con el pediatra que no exista ningún problema orgánico que haga llorar al bebé a la hora de dormir, como cólicos, molestias en las encías al salir los dientes o cualquier tipo de enfermedad.
El ambiente, la ropa y la calma como factores básicos
El ambiente también es importante. Como decimos, evitar los ruidos es básico, para favorecer que el niño se quede dormido y que no se despierte una vez que ha alcanzado el sueño. También es conveniente que el niño se duerma con la luz apagada o, al menos, con la menor luz posible.
La ropa también es un tema a considerar, especialmente cuando hablamos de bebés muy pequeños. Aunque sentirse abrigados y ligeramente apretados ayuda a dormirse a los bebés mas pequeños, al asemejarse esa situación a la vivida en el útero y que es importante que mantengan una temperatura adecuada, debemos tener cuidado de no excedernos en la ropa ni en las mantas, que pueden favorecer la asfixia o la muerte súbita del bebé.
Debemos recordar que si lo que queremos es transmitir calma y tranquilidad a nuestro hijo, somos nosotros los primeros que debemos mantenernos relajados pese a lo frustrante que pueda llegar a ser la situación. Una buena coordinación entre la pareja es importante. Así mismo, no debemos abusar de los interfonos o las cámaras que podamos haber instalado en su habitación. Si al mínimo ruido o movimiento acudimos probablemente estemos favoreciendo que el niño se despierte.
Ser constantes en nuestras rutinas nos ayudará a que el niño vaya adquiriendo el hábito y que entre nosotros no reine el caos, si no que aprendamos con la paciencia necesaria a enseñar a nuestro hijo a dormirse.