Aunque siempre van a haber excepciones, un proceso de separación o divorcio entre dos personas es bastante difícil de sobrellevar y más cuando hay hijos de por medio. Cuando una pareja decide poner fin a su relación después de varios años de convivencia, es habitual que entre ellos se realice una división equitativa o justa de sus bienes, patrimonio y demás recursos en común. Este último se trata de un trámite complicado en el que la implicación y buena fe de ambas partes es fundamental para que, finalmente, haya un acuerdo con el que se esté conforme.
Ahora bien, un proceso de separación siempre se magnifica cuando este, habiendo hijos de por medio, ha de incluir un acuerdo sobre la custodia de los pequeños. En este aspecto, existen muchos factores que determinarán la repartición final, como puede ser la relación que exista entre los niños y cada uno de los padres, así como las condiciones que estos últimos impongan en beneficio propio para repartirse el cuidado de los pequeños. La custodia compartida es una de las situaciones legales que menos perjudica a los hijos cuando existe un divorcio o separación y a continuación, Bekia te explica con más detalle qué es, en qué consiste y qué beneficios aporta para todas las partes implicadas.
Definición de custodia compartida y tipos
Se le llama custodia compartida a la situación legal mediante la cual, dos progenitores comparten y ejercen la custodia de sus hijos, mientras estos no cumplan la mayoría de edad, en igualdad de derechos, condiciones y deberes. Gracias a este tipo de custodia, aunque dos personas hayan decidido separar sus caminos, podrán seguir disfrutando de sus pequeños en común y compartir decisiones en cuanto a su educación, actividades de ocio, alimentación y demás.
Dentro de la custodia compartida, existen dos variedades que, aunque presentan diferencias entre ambas, siguen garantizando la repartición equitativa del tiempo que cada progenitor pasa con su hijo. Por un lado, está la custodia compartida legal y física, y, por otro, la custodia compartida alterna.
La primera de ellas establece que ambos padres deben ejercer sobre su hijo no solo una custodia compartida legal sino también física. ¿Qué quiere decir esto? Que el niño ha de repartir toda su rutina de una manera igualitaria entre ambos progenitores y que, por ejemplo, poseerá dos domicilios familiares en vez de uno. En este tipo de custodia, todas las tomas de decisiones alrededor del pequeño se dividen por igual, y de la misma forma también se hará con el tiempo que ambos padres dediquen a este. Si se tiene en cuenta la división equitativa de todo aquello que concierne al menor, este tipo de custodia acaba por generar estrés y por interrumpir constantemente la rutina de todas las partes implicadas. Por esta misma razón, este tipo de custodia compartida no suele aplicarse frecuentemente.
Luego también existe la custodia compartida alterna cuya diferencia principal frente a la compartida legal y física es que, tan solo uno de los dos progenitores ejerce una custodia física predominante sobre el otro y concerniente al menor. Con este tipo de situación legal, ambos padres han de responder por igual sobre decisiones referentes a su hijo, pero tan solo uno de ellos formará con el pequeño el domicilio familiar. Todavía así, el padre que no tenga la custodia física seguirá pudiendo ver a su pequeño durante el período que todas las partes implicadas estipulen y esta condición legal no tendrá por qué afectar a la relación de este con su hijo. Es importante no confundir la custodia compartida alterna con la custodia monoparental. En esta última la custodia y el derecho a convivir con el hijo recae únicamente sobre uno de los progenitores, el cual también será el único que tenga capacidad para decidir sobre sus derechos y cuestiones del día a día.
¿Cómo hacer funcionar la custodia compartida?
Cuando una pareja rompe su relación de manera sana, lo más probable es que ambos quieran que sus hijos en común no desarrollen favoritismos ni rencores hacia ninguno de ellos. En el momento en el que un matrimonio se separa o divorcia, los niños viven todo el proceso de manera dolorosa pues quieren a sus padres y también los quieren juntos en la casa donde siempre han vivido. Teniendo en cuenta la sensibilidad del tema, es importante que, a través de la custodia compartida, el niño conserve la relación con sus padres.
Un aspecto que influirá mucho en el pequeño y en si el cambio en su vida será drástico o no, es que ambos progenitores, una vez separados, vivan cerca el uno del otro y también del hogar familiar que construyeron conjuntamente antes de la separación. Este acuerdo entre ambos a quien más beneficia es al hijo pues, de esta forma, este no tendrá que hacer grandes viajes para vivir con uno u otro y tampoco necesitará cambiar nada de su anterior vida ni adaptarse a una nueva ciudad.
Por último, y aunque pueda parecer una obviedad, en la custodia compartida es muy importante la implicación y la buena voluntad de los progenitores a la hora de ponerse de acuerdo entre sí. Haya sido una ruptura amistosa o no, ambas partes de la pareja deben aparcar a un lado sus diferencias para comprometerse a hacer más fácil la separación y que el hijo o hijos en común no sufran innecesariamente.
Para hacer funcionar la custodia compartida, además de una buena comunicación entre los padres, es importante que el niño no sienta que su rutina diaria de siempre ha cambiado. Será labor de los padres organizar su tiempo y repartírselo adecuadamente para que las consecuencias de la separación, más allá de las familiares, no repercutan negativamente en sus hábitos y costumbres diarias. Al principio, esta tarea puede ser ardua y causar un gran estrés pero si los padres hacen un esfuerzo y consiguen establecer un reparto justo y organizado, todo el proceso será mucho más fácil de llevar. Prestar atención al rendimiento escolar del pequeño así como a sus relaciones sociales ayudará a que los padres detecten aspectos a mejorar.