Cuando se habla de lactancia materna, siempre se suele generar debate. Y esto tiene una explicación sencilla: no hay una forma ideal de dar el pecho, no existe la fórmula perfecta. Porque hay tantos métodos como madres en este mundo, y es cada mujer la que debe decidir cómo llevar el proceso de la lactancia. Hay quien decide alargar el tiempo de lactancia exclusiva, o quien decide dejar el pecho a los tres meses y comenzar con la leche de sustitución; y todas las decisiones son igual de respetables.
En el caso del destete, por ejemplo, también hay muchas opiniones muy distintas. ¿Qué es mejor, dejar el pecho de golpe, o realizar un destete de forma más pausada? ¿Acostumbrar al niño a que la lactancia se va a ir acabando poco a poco, o hacerlo de una forma más brusca? Como hemos señalado arriba, depende mucho de las circunstancias en las que se encuentre la mujer en cuestión. Si, por ejemplo, tiene que reincorporarse al trabajo y le es imposible continuar dando el pecho, probablemente prefiera hacer que el destete sea más de golpe. No obstante, habrá quien optará por continuar dando el pecho por la noche, reduciéndolo a una sola toma para, finalmente, eliminar también esta.
El destete gradual puede ser menos traumático
En la mayor parte de los casos, suele ser la madre la que se vea obligada a comenzar el destete. Normalmente, esto suele darse cuando ella tiene que comenzar a trabajar, y los horarios se complican tanto que opta por pasarse a la leche de sustitución, para que el niño no dependa tanto de ella.
La mayor parte de los profesionales recomiendan, en estos casos, que se deje el pecho poco a poco, y no de forma brusca. Es decir, que las tomas se vayan reduciendo en cantidad; por ejemplo, eliminar una toma de pecho, e ir pasando poco a poco al biberón. De esta forma, el destete será mucho menos traumático tanto para la madre como para el bebé. La clave en este sentido es que cada vez el pecho vaya produciendo menos leche; así, la madre tendrá menos dolores, y la producción se irá deteniendo poco a poco, sin causar excesivos problemas.
También se suele recomendar, en este sentido, que se acorte el tiempo de las tomas que se den. Por ejemplo, si tú bebé gasta unos diez minutos en cada pecho, intentar que estos diez minutos sean tan solo seis. Si se queda con hambre, se puede complementar con biberón o leche de sustitución. Así, ese vínculo, esa conexión que se crea con el pecho, se irá perdiendo de una forma más gradual y no habrá una separación tan brusca.
Si optáis por dejar el pecho de esta forma, mucho más gradual, recordad que no debéis extraeros leche de ningún otro modo. Lo que estáis intentando no es solo que el bebé se acostumbre poco a poco a otro método de alimentación, sino que también queréis dejar de producir leche de una forma más pausada.
Lo positivo de dejar el pecho de esta forma es que el paso de la lactancia a la alimentación completa, o a la leche de sustitución, será más natural para los dos.
Dependiendo de la edad del niño, puede que sea él el que quiera dar el paso en lugar de la madre. Hay bebés que cuando comienzan a tomar otro tipo de alimentos, como papillas o alimentos completos, comienzan a perder el interés en el pecho. En ese caso, también se puede optar por un destete gradual; la única diferencia será que será el propio niño el que lo pida, en lugar de la madre. Para vosotras puede llegar a ser incluso menos traumático, porque no sentiréis que estáis quitándole al bebé algo que quiere, sino que lo comprenderéis como lo que realmente es: un proceso totalmente natural.
El destete de golpe: posibles problemas
La lactancia materna es, como ya hemos dicho, algo totalmente subjetivo y en lo que cada madre será la que deba decidir en última instancia. En muchas ocasiones, el destete gradual no es una opción, y el dejar el pecho debe ser algo mucho más brusco. No solo por temas laborales, sino que puede darse porque la madre no se sienta cómoda dando el pecho (no todas las mujeres tienen que optar por la lactancia, ni mucho menos), o porque algún tipo de enfermedad lo requiera. En este caso sí que hay que advertir que dejar de dar el pecho de forma brusca podría provocar algunos problemas secundarios.
El primero, y más importante, es la mastitis. La mastitis es una enfermedad que hace que la mama se inflame debido a una infección. Es bastante dolorosa, y suele mostrarse como una rojez, e incluso fiebre. Si notáis alguno de estos síntomas, y habéis dejado de dar el pecho de forma repentina, lo mejor que podéis hacer es aplicar calor y tomar antinflamatorios para reducir el dolor, además de acudir al médico para que sea él el que haga un estudio más exhaustivo.
También pueden darse quistes debido a retenciones, cuyo nombre es galactoceles. Si esto pasa, lo que notaréis es una especie de nódulo en el pecho, además de bastante dolor. No os preocupéis, porque suelen desaparecer rápidamente; no obstante, lo mejor siempre es que acudáis a un profesional por si acaso pudiera complicarse.
Se recomienda, pues, que el destete sea lo más gradual posible, pero hay casos en los que esto no puede ser. De cualquier manera, el destete es un proceso bastante complicado también de forma gradual, tanto para la madre como para el niño. Siempre hay algunas cosas que podéis hacer para que dejar el pecho sea más sencillo. Por ejemplo, distraer al niño cada vez que os pida el pecho en una situación concreta; la toma más complicada puede ser la de antes de ir a dormir, puesto que para el bebé suele ser más un hábito que necesita para irse a dormir que una necesidad. En este caso, podéis optar por cantarle una nana, por darle un baño relajante, o por contarle un cuento; así, conseguiréis distraer su atención.
Si el niño tiene ya una edad en la que es capaz de entender, y está consumiendo alimentos de otro tipo (es decir, que no fundamenta toda su alimentación en la lactancia), podréis negociar con él el ir retrasando las tomas. Así se irá acostumbrando poco a poco, e irá olvidando ese hábito.