Para vosotros, que tenéis hijos recién nacidos, el malestar de vuestro bebé es siempre motivo de preocupación y más aún cuando éste se debe a causas desconocidas. Porque no es lo mismo que podáis identificarlo con una dolencia normal (como un simple catarro) o que se trate de un síntoma de algo más profundo. Y esto es lo que ocurre con la diarrea infantil, indicio de otras enfermedades que, no obstante, en la mayoría de los casos son simples infecciones. Sin embargo, no debéis tomarla como algo sin importancia pues también puede deberse a otros padecimientos más serios e incluso peligrosos y, sobre todo, puede derivar en deshidratación del bebé.
¿Qué es la diarrea infantil?
La Organización Mundial de la Salud, una de las grandes instituciones de referencia sobre enfermedades, define la diarrea como un trastorno que dura habitualmente entre tres y cinco días y se caracteriza por el incremento en el número de las deposiciones de heces al tiempo que éstas aparecen como caca blanda. Además, suelen darse otros síntomas como fiebre, dolores, náuseas y vómitos y falta de apetito. En buena lógica, conlleva la pérdida de líquidos y nutrientes.
Junto a la diarrea, es normal que el niño padezca fiebre, dolores, nausas o vómitos
Causas de la diarrea infantil
Esta dolencia tiene, habitualmente, un origen muy claro en los países desarrollados: es provocada por virus (en recién nacidos y hasta los dos años, por rotavirus). Sin embargo, en aquéllos en vías de desarrollo la causa suele ser parasitaria o bacteriana, aunque esta última también se da, ocasionalmente, en los primeros. El pediatra puede distinguir el tipo de diarrea en función de los síntomas y, en consecuencia, aplicar el tratamiento para normalizar la eliminación de las heces, pues no es el mismo.
Junto a estas dos causas principales, también puede originar diarrea infantil una especial sensibilidad de vuestro bebé a determinados alimentos o antibióticos e incluso un consumo excesivo de jugos y frutas. Por otra parte, los pediatras diferencian dos clases de diarrea en los bebés: la secretora, en la que las bacterias causantes elaboran toxinas que provocan la secreción activa de líquidos y electrolitos en el intestino delgado y grueso, lo cual produce gran pérdida de ellos; y la diarrea por malabsorción, en la que los virus o bacterias que la originan causan inflamación en la pared intestinal y ello impide la absorción de líquidos y electrolitos, que entonces son eliminados.
Igualmente y por su gravedad, distinguen entre diarrea aguda (hasta dos semanas de duración), prolongada (más de dos semanas) y crónica (más de cuatro semanas). Por otra parte, sus principales complicaciones son la citada deshidratación, la hipoglucemia o descenso de los niveles de glucosa en sangre y que se da sobre todo en recién nacidos y una intolerancia transitoria a la lactosa.
Tratamiento de la diarrea infantil
El gran riesgo de la diarrea en bebés y recién nacidos es la citada deshidratación, que les hace perder cantidades peligrosas de líquidos. Para saber si vuestro hijo se deshidrata, hay una serie de síntomas que podéis ver: sequedad en la boca y voracidad al beber, pañales secos después de tres horas, ausencia de lágrimas al llorar, fiebre, irritabilidad y abdomen y mejillas hundidas. Además, en recién nacidos, la fontanela (parte superior de la cabeza que no tiene hueso) está deprimida.
Así mismo, la importancia de la deshidratación se calcula por el peso. Si, desde que se inició la diarrea, vuestro hijo ha perdido menos de un cinco por ciento de él, es leve. En caso de que pierda entre un cinco y un diez, es moderada. Y, si por el contrario, su peso ha descendido más de un diez por ciento, es severa. En consecuencia, el primer paso para tratar la dolencia es prevenir la deshidratación y, cuando ésta ya se ha originado, rehidratar rápidamente al bebé.
Ante estos indicios, es imprescindible llevar a vuestro hijo al médico. Éste pondrá en marcha un tratamiento que consta de dos partes: rehidratación y re-alimentación. La primera tiene por objeto reponer el agua y las sales minerales que se han perdido a través de la caca y los vómitos. Para conseguirlo, el protocolo recomienda las llamadas 'Sales de Rehidratación Oral', que, como su propio nombre indica, se ingieren bebiendo. Si, al dárselas, el bebé vomita, debéis esperar unos diez minutos e intentarlo de nuevo despacio, de tal forma que las tome en pequeños sorbos.
Hay que reponer líquidos y alimentar al niño para garantizar que está nutrido
Conclusión
La diarrea infantil es un problema bastante frecuente en la caca de los niños pequeños y no debéis asustaros. Pero es muy importante tratarla a tiempo para evitar la mencionada deshidratación. Además, podéis prevenirla con una máxima higiene. Para ello, basta seguir unas sencillas pautas: lavarse las manos siempre antes de preparar la comida del bebé, tapar bien ésta y el agua que toma para evitar que entren gérmenes y darle la dieta que ha prescrito su pediatra para evitar alimentos inadecuados. De esta forma, evitaréis en la medida de lo posible que vuestro bebé sufra esta incómoda dolencia.