La diástasis de los rectos abdominales es un problema que muchas mujeres sufren y que puede aparecer tanto antes, como después del embarazo. Su signo más evidente es una tripita que cuelga y que, aún haciendo ejercicio y dieta, no desaparece. Pero este no es el único síntoma, la diastasis también puede provocar incontinencia urinaria, dolores en las lumbares, mala digestión o estreñimiento.
La diástasis en los rectos abdominales es la separación del músculo recto del abdomen, como consecuencia de un daño en el tejido conectivo. Esto puede estar causado por un aumento de peso, por una hiperpresión en el abdomen (al no realizar bien los abdominales, por ejemplo), la gestación, partos complicados y/o cesáreas, el estreñimiento, y otras muchas.
Los rectos abdominales están compuestos por un lado izquierdo y otro derecho. Son esas dos hileras las que constituyen el abdomen. Estos músculos están unidos entre sí por un tejido conjuntivo fibroso, rico en colágeno, y van desde la cara anterior de las costillas a la parte superior del suelo pélvico, es decir, ocupan la parte anterior del abdomen.
La principal función de estos músculos es la de mantener el cuerpo erguido, permitir la flexión la inclinación del tronco, así como actuar durante la respiración: limitando la inspiración y favoreciendo la espiración.
Según los estudios, un 66% de las embarazadas tienen diástasis en el tercer trimestre de su embarazo. Lo negativo de esta situación es que puede que no se arregle en el postparto y que se mantenga durante mucho tiempo.
¿Qué causa la diástasis abdominal?
Durante el embarazo se producen una serie de cambios hormonales que nuestro cuerpo realiza para prepararse al parto. Así, hay un aumento de relaxina, progesterona y estrógenos. Estos alteran la composición del colágeno de los tejidos y hace que se debilite la conexión entre los rectos del abdomen. Recordemos que el embarazo también produce un aumento del volumen uterino, de la presión abdominal y una modificación de la pelvis. Esto provocará que también el suelo pélvico sufra un poco, lo que puede conllevar a la incontinencia urinaria.
Tenemos que tener en cuenta que la diástasis no es sólo un problema estético caracterizado por un vientre flácido y descolgado, del que incluso pueden salir ''bultos'' al realizar algún esfuerzo y doler, ya que la pared abdominal no es capaz de contener los órganos y estos sobresalen al exterior creando un abultamiento.La diástasis es también un problema funcional, puesto que existe una importante relación entre la diástasis y las disfunciones del suelo pélvico, como la incontinencia urinaria, los prolapsos y el dolor pélvico. Pero no sólo eso, ya que la diástasis también la podemos relacionar con una mala estabilización del centro corporal, dolores de espalda, problemas digestivos (malas digestiones, gases y estreñimiento), y la posibilidad de herniación de las vísceras abdominales.
¿Provoca la diástasis algún impedimento en el embarazo?
Esta separación de los rectos abdominales puede impedir al bebé que se coloque bien en el vientre, también puede dificultar que se inicie el parto, al no estar el bebé bien colocado, o que la dilatación no progrese lo suficiente. Teniendo como resultado la cesárea o las complicaciones durante el parto.
Si estás embaraza lo mejor que puedes hacer es ejercicio como el pilates y utilizar fajas específicas para evitar que los rectos abdominales se separen más. Si se controla a tiempo, en el siguiente embarazo tendrás más cuidado desde el principio.
Cómo se corrige la diástasis
Pero no todo es malo. La diástasis es reversible y se puede curar, con mucho ejercicio y esfuerzo. Lo primero que hay que desaconsejar es la realización de abdominales. Esto puede empeorar la situación en lugar de mejorarla. Lo único que se consigue a realizando abdominales tradicionales es aumentar esa separación en los rectos. Asimismo, las posturas incómodas y los impactos pueden perjudicar la diástasis, y con ello el suelo pélvico.
Lo primero que hay que hacer es volver a recuperar la funcionalidad en el abdomen. Para ello, tendremos que trabajar el transverso del abdomen y el suelo pélvico. Un buen método para trabajar estos músculos es el Pilates. También es importante llevar una alimentación adecuada para evitar los problemas digestivos que provocan la diástasis, como el estreñimiento. Asimismo, si padecemos de estreñimiento, debemos de evitar realizar esfuerzos que pueden provocar una hiperpresión abdominal que aumente la separación de los rectos del abdomen.
Si el tejido está muy debilitado, existen fajas especiales diseñadas para el tratamiento de la diástasis cuya función es aproximar los rectos del abdomen para que se unan en la línea alba. Esta faja, acompañada de un buen programa de entrenamiento proporciona muy buenos resultados.
En los casos más extremos, también existe la intervención quirúrgica. Cuando la incontinencia persiste, existe dolor en la musculatura abdominal y no se avanzan en los programas de recuperación, puede que esta sea la mejor solución. Aún así, tanto antes como después de la cirugía se tendrá que recurrir a la ayuda de un fisioterapeuta.