Inicios de la educación de niños ciegos
La educación de personas ciegas es un tema que ha interesado desde la Antigüedad. Estas personas se entrenaban para trabajos manuales, pero fue a partir del siglo XVIII que el tema adquirió una dimensión más seria. Surgieron en Inglaterra las primeras instituciones filantrópicas, o asilos, destinadas a la instrucción de niños y jóvenes ciegos, que si no pertenecían a familias adineradas su única vía de supervivencia era la mendicidad.
También en Francia surgió en esta época la inquietud de integrar en la sociedad a personas ciegas, se crearon también escuelas pero el hecho más importante en este país fue la creación de la primera clínica oftalmológica, asociada al Instituto nacional francés para jóvenes ciegos.
En el siglo XIX, Louis Braille dedicó su vida a la lucha de los derechos de las personas ciegas. Él mismo sufrió ceguera en ambos ojos por un accidente durante su niñez y por este motivo fue un gran activista que pedía respeto e igualdad para los ciegos, y no la lástima y caridad que era costumbre hasta entonces.
Estaba muy interesado en la comunicación militar, esto le inspiró para añadir algunas adaptaciones para crear su código de lectura para personas que no poseían el sentido de la vista, que presentó definitivamente en el año 1837. Desde entonces, la vida de las personas ciegas cambió por completo, ya que las deficiencias comunicativas habían encontrado una solución viable. Ahora los niños ciegos podían aprender las mismas materias que los niños sin discapacidad, y comenzaron a aparecer escuelas e instituciones para educarlos.
La actualidad en la educación de niños ciegos
Desde los inicios de estos centros especializados la educación ha cambiado bastante. Los estudios pedagógicos y los avances en medicina y el desarrollo cognitivo de los niños han permitido que hoy en día existan múltiples opciones para los niños con discapacidad en su sentido de la vista.
Normalmente todos los centros públicos, concertados y privados tienen en su plantilla a maestros especializados en educación especial que realizarán las adaptaciones necesarias para los alumnos con dificultades, por lo que tu hijo siempre estará atendido por un profesor que tenga experiencia en su problema, para orientarle y darle el apoyo que necesita. En algunos casos o en algunas materias, el niño ciego podrá tener lecciones aparte de sus compañeros, para ayudarle a avanzar al mismo ritmo, pero el objetivo primordial será siempre el de una integración tan total como sea posible.
Está comprobado por la Comunidad de salud visual del Centro Nacional de Información de Biotecnología (NCBI) de Estados Unidos que los estudiantes ciegos asimilan el 80% de los conocimientos en el aula integrada junto con niños sin discapacidad, en una clase "regular". Por tanto, con un poco algunas adaptaciones como la asistencia profesional y los materiales necesarios para su aprendizaje, como por ejemplo los libros en braille, ese 20% restante queda subsanado y su aprendizaje será tan satisfactorio como el de cualquier otro de sus compañeros sin ceguera.
Beneficios de la educación inclusiva
Los niños con ceguera total o parcial pueden estudiar en centros especializados en educación especial, en ellos los profesionales de la enseñanza atenderán a los niños en sus necesidades, junto con otros niños que tengan el mismo problema, u otros. Sin embargo, si la única discapacidad de tu hijo es la vista probablemente los centros especiales no sean los más adecuados, porque estos centros están principalmente destinados a alumnos con más de una patología o discapacidad, casos más complejos en definitiva.
Hoy en día los centros optan por una educación inclusiva en la que los niños ciegos estén en un ambiente común con niños sin discapacidad. De esta manera desde la escuela se enfrentarán a situaciones reales y normales con la gran diversidad de niños de la escuela y sus entornos, y no exclusivamente con otros niños discapacitados. Esto, sin duda, desarrollará sus aptitudes sociales en cualquier ámbito y también enseñará a los niños sin discapacidad a normalizar la presencia con personas discapacitadas, aumentando la tolerancia de las sociedades y el "miedo a lo desconocido" que existía años atrás.
Esta educación inclusiva ofrece a los niños con discapacidad igualdad de oportunidades en toda la etapa educativa obligatoria, pero también en la educación superior. Esto es así porque a lo largo de las décadas se ha visto que las personas ciegas no necesitan más que unas mínimas adaptaciones en sus currículos escolares para estar a la altura de los estudiantes sin discapacidad. De hecho, hoy en día ya no es extraño ver a personas ciegas celebrando sus graduaciones en la universidad y convirtiéndose en profesionales tan aptos como cualquier otro.