El Trastorno de Estrés Postraumático es una alteración psicológica bastante conocida en adultos. Los medios de comunicación y el arte, sobre todo el cine, lo han presentado con frecuencia pero normalmente sólo en adultos.
En los manuales diagnósticos, en cuanto se detectó la presencia del trastorno se establecieron los criterios para adultos. Cuando se vio que podía afectar también a los niños y adolescentes simplemente se aplicaron los estándares ya establecidos a este grupo.
Sin embargo, la investigación ha demostrado que no es así, que hay algunas diferencias en cómo se presenta el trastorno según la edad. Por lo tanto, la última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) ha establecido criterios diferentes para el diagnóstico del trastorno por estrés postraumático en niños.
¿Cuál es el origen del trastorno?
El trastorno de estrés postraumático en niños menores de 6 años (cuando son mayores se utilizan los criterios para adultos) puede aparecer tras la exposición a muerte, lesión grave o violencia sexual, ya haya sido esta real o solo una amenaza de forma directa sobre sí o sobre otros (no incluye sucesos que solo se hayan visto en medios electrónicos, televisión, películas o fotografías) o indirecta (conocimiento de que ha ocurrido a padres o personas importantes para el menor).
Ese hecho traumático es el componente central del trastorno pero no todos los niños que sufren un acontecimiento vital muy negativo desarrollan ninguna problemática. El temor en situaciones así es normal, se trata de un miedo adaptativo ante la falta de seguridad.
¿Cuáles son los síntomas del trastorno?
El trastorno de estrés postraumático en niños y adultos tiene una manifestación característica ya que sus síntomas se distribuyen en diferentes áreas.
En adultos los síntomas se dividen en cuatro grupos: intrusión, evitación, alteración cognitiva y estado de ánimo y síntomas de alerta y reactividad.
En el caso del trastorno de estrés postraumático en niños solo tenemos tres categorías ya que los síntomas de evitación se fusionan con los de alteración cognitiva y el estado de ánimo. Esta decisión responde a que en los niños pequeños son menos predominantes los síntomas cognitivos y suelen manifestar más su malestar a través de un ánimo irritable y síntomas físicos. En concreto los síntomas son los siguientes:
- Uno o más síntomas de intrusión asociados al trauma vivido.
- Recuerdos angustiosos del trauma.
- Sueños y pesadillas relacionadas con el evento.
- Reacciones disociativas en las que el niño siente o actúa como si estuviese viviendo el trauma en ese momento. Estos síntomas pueden darse durante el juego.
- Malestar muy intenso al exponerse a factores internos o del ambiente relacionados.
- Reacciones fisiológicas importantes ante el recuerdo del trauma.
Uno o más síntomas de evitación persistente de estímulos asociados o de alteración cognitiva y del estado de ánimo:
- Evitación de actividades, lugares... relacionados.
- Evitación de personas, conversaciones o situaciones que recuerdan al evento traumático.
- Aumento en la frecuencia de estados emocionales desagradables (miedo, tristeza, culpa...).
- Gran disminución del interés o participación en actividades que antes eran importantes.
- Comportamiento social inhibido y retraído.
- Reducción de la expresión de emociones positivas.
Por último, dos o más síntomas de alteración de la reactividad fisiológica y el nivel de alerta atencional:
- Comportamiento irritable y arrebatos de furia inexplicables.
- Excesiva vigilancia respecto a cualquier posible señal de amenaza en el entorno.
- Respuestas exageradas de sobresalto ante estímulos.
- Problemas de concentración.
- Alternaciones del sueño.
Todos estos síntomas requisito deben cumplirse durante un mes y causar un malestar significativo, problemas en las relaciones del niño o en el rendimiento diario.
Otras de las características que apoyan el diagnóstico de estrés postraumático en niños son la regresión o pasos hacia atrás en el desarrollo. Por ejemplo, la pérdida del lenguaje ya adquirido o volver a orinarse en la cama. También pueden aparecer pseudoalucinaciones auditivas.
Los arrebatos de ira son muy comunes. Generalmente los sucesos traumáticos prolongados, repetidos y graves llevan a que los pequeños experimenten grandes problemas para regular sus emociones y mantener relaciones con otros niños y adultos.
¿Debo alarmarme si alguno de estos síntomas aparece en mi hijo tras un trauma?
Como comentábamos, es normal y adaptativo sufrir una fuerte reacción emocional ante un evento que se sale de lo común de una forma tan negativa. Todos estos síntomas mencionados pueden darse con mayor o menor gravedad en una persona tras sufrir un acontecimiento negativo. Tanto niños como adultos, en mayor o menor medida según sus experiencias anteriores.
Para saber si se trata de un trastorno de estrés postraumático en niños debemos tener en cuenta el factor tiempo. Si estos síntomas se dan en número suficiente pero durante menos de 4 semanas se trataría de lo que en clínica se denomina trastorno por estrés agudo. Este diagnóstico, es transitorio y, por tanto, benigno (lo que no quiere decir falto de sufrimiento por parque del niño y su familia).
Después de vivir un acontecimiento traumático puede que no haya una reacción inmediata y que estos síntomas de reacción comunes aparezcan más adelante. Es lo que se conoce como inicio demorado. Cada uno tiene sus tiempos y es importante que el entorno familiar permita la adecuada expresión del malestar.
¿Cómo debo reaccionar si mi hijo ha sufrido un trauma?
Como comentábamos, cuando no ha pasado el tiempo suficiente hablamos de un trastorno por estrés de agudo. El paso de este al otro diagnóstico está determinado por mucho factores y uno muy importante es la respuesta del entorno familiar.
Lo más recomendable es que el entorno familiar responda con comprensión y proporcionando un entorno seguro al pequeño. Crear un ambiente de cariño que le permita expresarse es fundamental. Dar tiempo y no cargar al niño con nuestro propio dolor por verle sufrir, ya que las prisas o una reacción emocional muy intensa de los padres puede hacer esconda sus emociones. Los mayores enemigos de un evento traumático son el silencio y la indiferencia.
En caso de que los síntomas persistan es muy importante acudir a un psicólogo clínico especialista ya que, a diferencia de lo que ocurre en otros estados emocionales que pueden remitir con el tiempo, en trastorno de estrés postraumático en niños, adolescentes y adultos tiende a enraizarse y establecerse con fuerza con el paso del tiempo.