La dislexia se caracteriza por la presencia de dificultades en la lectura y en la escritura. Es un trastorno del neurodesarrollo de base genética y para poder llevar a cabo el diagnóstico hay que descartar que existan dificultades intelectuales o de tipo sensorial y confirmar que la escolarización haya sido adecuada.
En los últimos años, los numerosos estudios e investigaciones sobre dislexia que se han llevado a cabo así como el aumento de los protocolos de detección y actuación existentes, han puesto de relevancia la dislexia en la sociedad. Casi todo el mundo ha oído hablar de la dislexia, pero a menudo tiende a confundirse con otros trastornos y la gente tiene una idea muy equivocada de lo que es la dislexia en la realidad.
A continuación desmontamos una serie de falsos mitos sobre la dislexia:
1. "La dislexia se cura"
La dislexia no se cura. Es un trastorno de base neurobiológica que acompaña a la persona a lo largo de su vida. Las dificultades en la lectoescritura estarán siempre presentes, por eso una persona con dislexia raramente se dedicará al mundo de las letras. No serán grandes lectores ni probablemente desarrollarán afición por la lectura. La dislexia siempre estará presente, pero esto no quiere decir que no se pueda mejorar. La intervención temprana y métodos de enseñanza adecuados ayudarán a los niños con dislexia a desarrollar la lectoescritura de la mejor manera posible y podrán tener una trayectoria académica excelente pese a la dislexia.
2. "Ahora todos son disléxicos"
Es la respuesta frecuente de aquellos que desconocen la dislexia. Claramente no todos los niños que aprendan de manera tardía a leer y a escribir tendrán dislexia. Ni siquiera los niños que cometan errores de escritura o faltas de ortografía necesariamente presentarán este trastorno. Para llegar al diagnóstico de dislexia es necesario llevar a cabo una evaluación pormenorizada de muchos ámbitos. Sin embargo, sí es cierto que la prevalencia es muy alta.
En España, se estima que afecta entre un 4 y un 10 por ciento de la población. ¿Quiere eso decir que ahora se den más casos que antes? No, simplemente que actualmente contamos con más medios para su detección y diagnóstico. ¿Quiere eso decir que exista un sobrediagnóstico? No debería ser así. Como decimos, es necesario llevar a cabo una evaluación adecuada para determinar si un niño o una niña tienen o no una dislexia real.
3. "Siempre se le traba la lengua, es disléxico"
La dislexia se caracteriza por problemas en la lectoescritura. Se considera un trastorno del lenguaje, pero del lenguaje escrito. Por tanto, que una persona tenga problemas en el habla no indica que tenga dislexia, probablemente se deberá a otro tipo de trastorno del lenguaje. Sí es cierto que los niños y niñas con dislexia tienen problemas en la conciencia fonológica, es decir, a la hora de poder detectar y discriminar ciertos sonidos. Es posible que un niño con dislexia confunda algunos sonidos a la hora de hablar, pero esto no es algo característico del trastorno. Estos problemas fonológicos están más relacionados a la hora de asociar un sonido con su letra correspondiente.
4. "Confunden la derecha con la izquierda"
La dislexia puede estar asociada a la presencia de otra serie de trastornos. Uno de ellos es el Trastorno del Aprendizaje No Verbal, que afecta a la coordinación motriz o la integración visoespacial. Es posible que confundan la derecha con la izquierda, que sean algo torpes y despistados o que les cueste orientarse. Pero estas características, una vez más, no son propias de la dislexia en sí misma.
5. "Es disléxico porque siempre escribe al revés"
Es cierto que es frecuente que los niños con dislexia escriben al revés letras y números. Confundir la -e- con la -a- minúsculas, la -S- con el -2- o el -9- con el -6- son errores habituales. Sin embargo, estos errores no son suficientes para diagnosticar la dislexia, ya que se trata de fallos muy comunes en cualquier niño en el proceso de adquisición de la escritura.
6. "La culpa es de los padres"
La dislexia tiene una base genética aunque no se ha determinado qué gen o genes están implicados. Es frecuente que al hacer un diagnóstico de dislexia a un hijo, uno de los progenitores se de cuenta de que esos errores en la lectoescritura han estado presentes en su vida y que quizá hayan sido los causantes de un posible fracaso escolar o de que, simplemente, no sean especialmente amantes de la lectura. Pese a este dato, todos estaremos de acuerdo en que decir que la culpa de la dislexia la tienen los padres no tiene ningún sentido.
7. "La culpa es de los profesores"
Al igual que no tiene sentido asociar el carácter genético de la dislexia a la culpabilidad de los padres, tampoco lo tiene relacionar los problemas de lectoescritura con la enseñanza de los profesores. Aunque en este caso sí cabe hacer un matiz: Un alumno tendrá dislexia independientemente del método de enseñanza que el profesor utilice. Sin embargo, la metodología utilizada puede incidir de forma positiva o negativa en el desarrollo de la lectoescritura de los niños con dislexia. Utilizar una enseñanza basada en un sistema fonético/fonológico ayudará a estos niños a desarrollar la lectura y la escritura de forma mucho más eficaz. Además, también es un buen método para aplicar con el resto de los niños del aula, de manera que todos saldrían beneficiados.
8. "Los alumnos con dislexia no necesitan adaptaciones"
Los niños con dislexia sí necesitan adaptaciones escolares. Pero debemos saber que existen distintos tipos de adaptaciones. Por una parte, distinguimos las adaptaciones de contenido, según las cuales la materia a enseñar se modifica, se reduce o se amplía, en función de si hablamos de bajas o altas capacidades. Por otra parte, están las adaptaciones de acceso, mediante las cuales adaptamos los contenidos a ciertos alumnos. Utilizar el Braille en lugar de la lectura convencional con niños con discapacidad visual es una adaptación de acceso. Utilizar prioritariamente esquemas a la hora de presentar la materia o hacer los exámenes de forma oral en lugar de escrita son adaptaciones de acceso necesarias para los niños con dislexia.
Estas adaptaciones no deben retirarse cuando las notas de los alumnos mejoren. La dislexia siempre está presente y, por tanto, las adaptaciones de acceso también deben estarlo. ¿Deben considerarse un privilegio? Al igual que ya hoy en día nadie considera un privilegio utilizar el Braille en casos de discapacidad visual o adaptar los accesos arquitectónicos a alumnos con discapacidades motoras, no parece lógico considerar un privilegio las adaptaciones a niños con dislexia en un sistema de enseñanza que está casi exclusivamente basado en la lectoescritura.
9. "Los disléxicos son menos inteligentes"
Como hemos dicho al inicio, a la hora de diagnosticar la dislexia se debe descartar, entre otras cosas, que exista una discapacidad intelectual. Si no, las dificultades en la lectoescritura estarían debidas a esta discapacidad. En cambio, lo característico de la dislexia es que estas dificultades están presentes pese a tener un nivel intelectual normal o incluso, en ocasiones, superior. Por eso, los niños con dislexia no son menos inteligentes que los demás y, como decíamos anteriormente, debemos exigirles lo mismo a nivel académico, pero de otra forma, para que puedan explotar al máximo su capacidad.
10. "Lo que pasa en realidad es que son vagos"
Cualquier persona que trate a nivel profesional con la primera infancia se puede dar cuenta de que los niños pequeños nunca son vagos. Son curiosos por naturaleza y les gusta aprender cosas nuevas. Sin embargo, cuando son más mayores y pueden haber acumulado una historia de fracasos en la escuela, lógicamente podrán mostrar menos interés por los estudios. Probemos durante un día a escribir con la mano izquierda si somos diestros o viceversa y a leer continuamente un idioma distinto al nuestro. Así se sienten a menudo los alumnos con dislexia cuando enfrentan sus tareas escolares y, si no reciben un apoyo adecuado, lo lógico es que acaben tirando la toalla.