Una de las cosas que más miedo le suele dar a una embarazada respecto al parto es que no quede más remedio que practicar una cesárea. Y es que si hace unas décadas una cesárea era algo totalmente excepcional, actualmente uno de cada cuatro niños llega al mundo de esta manera. Cada vez hay más médicos que, ante la duda respecto a que algo pueda ir mal, prefieren optar por atajar el problema y realizar una intervención con la que aseguran que tanto el bebé como la madre terminarán bien el proceso. Sin adentrarnos en hasta qué punto esto es ético, o debería serlo, algo es innegable respecto a las cesáreas: las mujeres que pasan por un proceso así deben mostrar una fortaleza increíble.
La recuperación de la cesárea es dolorosa
Aunque una cesárea requiera menos esfuerzo físico por parte de la mujer en el momento del parto, tendrá una recuperación considerablemente más dolorosa y, sobre todo, una cicatriz de por vida que antes no se tenía. Esto preocupa mucho a las madres, puesto que nadie quiere tener una señal en el cuerpo que podría haber evitado. Mas el amor que sienten hacia sus hijos no nacidos es tan grande que prefieren anteponer la salud de estos al físico que puedan llegar a tener. Esto se dice pronto, pero no es algo tan sencillo de asimilar. Si bien es cierto que la cicatriz de la cesárea cada vez es más pequeña y ocupa menos lugar, no deja de ser una cicatriz visible que la mujer, hasta ese entonces, no había tenido; esto supone un choque emocional considerable.
No debemos olvidar que, además, la cesárea puede llegar a ser un momento bastante traumatizante. La madre lleva nueve meses (en la mayoría de las ocasiones) preparándose para un parto natural, imaginando en su cabeza cómo se llevará todo a cabo, de qué familiar estará acompañada, cómo cogerá a su hijo en brazos... ¡Quién sabe si quería tener un parto natural en su casa, por ejemplo! Pero en el momento de la verdad, nada de lo que imaginaba se ha cumplido. Se ha visto sometida a una operación en la que han tenido que cortar y desgarrar su piel, cortar la capa que sujeta los músculos abdominales (que, por suerte, no se cortan), y abrir el segmento para finalmente sacar a su bebé. ¡Esto puede suponer un shock!
Mujeres con una fortaleza increíble
Además de verse obligadas a superar todo lo relacionado con la operación en sí misma, tendrán que pasar por una recuperación que no será sencilla puesto que, por mucha ayuda de la que dispongan, también tendrán un bebé al que querrán coger en brazos, cuidar y abrazar. Y no olvidemos que tienen una herida en la parte abdominal, con lo cual cualquier movimiento les provocará tensión e incluso dolor en esta zona.
Hablamos normalmente de una cesárea como un proceso más, como algo que no es doloroso, o que no implica mayor complicación, pero esto no es así. Como todo aquello que únicamente padecen las mujeres, la cesárea se menosprecia, tratándola de intervención menor. Sí, es sencilla de hacer, y no suele tener complicaciones mayores, pero sigue siendo un momento muy duro y se le debe reconocer a las madres que pasan por ello el increíble mérito que tiene que continúen con su vida justo después. Una vida que, además, no hemos de olvidar que ha cambiado por completo, ¡porque ahora tienen un bebé al que cuidar! Las mujeres que pasan por una cesárea (y las que pasan por un parto en general) merecen mucho más reconocimiento del que realmente tienen. Y, sobre todo, merecen muchos cuidados para que su recuperación sea lo más pronta posible.