Son muchos los padres que gritan a sus hijos de forma habitual para intentar enseñarles modales o para que obedezcan. Piensan que gritando están marcando el poder de sus posiciones como padre o madre y que los hijos, como súbditos, deben obedecer. Pero nada más lejos de la realidad. Gritar solo muestra a los hijos la debilidad que se tiene ante la situación, la vulnerabilidad de la personalidad y cómo se ha perdido el control de la situación por culpa de una frustración mal canalizada.
Gritar a tus hijos puede causarle tanto daño como golpearle. La mayoría de los padres recurren a gritar o a alzar la voz cuando intentan transmitir un mensaje a su hijo mientras éste, está haciendo algo. Saben que gritar no es la mejor forma de ser padres, pero se encuentran en que una y otra vez deben levantar la voz, porque parece que no hay otra forma para que sus hijos les escuchen.
Gritar no cambia las conductas de los niños
El problema de ser padre o madre que se acostumbra a gritar es que puede ser igual de dañino que golpear a los hijos. L os gritos además se vuelven ineficaces, y como no sirven, los padres siguen gritando, cada vez más fuerte, el problema en casa se agrava y los niños no hacen caso y encima, pierden el respeto de sus padres.
Los padres elevarán sus voces cada vez más fuerte, hasta que llegue a un punto en el que cada vez que vayan a corregir a su hijo le griten a su máximo volumen, ya que esto se ha convertido en el hábito y la forma de obtener una reacción del niño. Si los gritos no tienen más consecuencias que gritar, la mayoría de los niños descubren que no es un elemento de disuasión o un agente efectivo de cambio lo suficientemente fuerte como para cambiar permanentemente su comportamiento... Por lo tanto, deja de funcionar y rompe la relación entre padres e hijos.
Cambia el enfoque para comunicarte con tus hijos
Si quieres concierte con tus hijos de forma efectiva, recuerda que deberás olvidarte de gritar. ¿A ti te gusta que otros adultos se dirijan a ti a través de los gritos? A tus hijos tampoco les gusta que les falten al respeto gritándoles y diciéndoles cosas desagradables solo para que obedezcan. La crianza efectiva no tiene los gritos entre sus formas de enseñanza.
Un enfoque adecuado para una crianza efectiva puede ser hablar en voz baja a tus hijos y cuando quieras gritar, respirar hondo, salir de la estancia y cuando te calmes volver a entrar en la situación y manejarlo de nuevo, pero de una forma más adecuada, respetando a tus hijos. Tendrás que comunicar a tu hijo hablándole con comprensión, mirándole a los ojos, utilizando consecuencias inmediatas de forma constantes.
Los estilos de crianza más 'suaves' se consigue que los niños obedezcan, sin generar resentimiento, ni odio y además, respetando su persona y sin que la relación con los padres se resienta por culpa de los malos modos.
Educar a los hijos sin gritos lleva tiempo y consistencia, pero tu hijo necesita comprender que las advertencias se dicen de forma suave, y que si no hacen caso, las consecuencias serán inminentes.
Los padres que son consistentes con el seguimiento verán que con el tiempo incluso pueden susurrarle al oído la advertencia a sus hijos y obtener resultados efectivos y rápidos. Gritar no es efectivo a largo plazo y además hace daños psicológicos muy difíciles de reparar. Sin embargo, dado que los gritos son la táctica de crianza utilizada más habitualmente cuando los niños se comporta mal, es necesario que los padres pongan de su parte para dejar de gritar y que así, sus hijos tampoco copien esa mala conducta.