Quizá creas que ya no puedes hacer nada más, que tu hijo/a es superior a ti, que la crianza se te ha ido de las manos. Parece que le importan poco las consecuencias de su mal comportamiento (como el tiempo en espera o la pérdida de privilegios). Y lo que es peor... cuando las cosas se ponen más feas, encima se ríe cuando le explicas que tendrá consecuencias por su mal comportamiento.
El hecho de que tu hijo actúe como si no le importara las consecuencias, no necesariamente significa que tu disciplina no sea efectiva. Si parece que a tu hijo no le importa las consecuencias que le aplicas, entonces hay. Algunas preguntas que deberías hacerte en caso de que veas que tu hijo 'pasa' de las consecuencias que le impones.
¿Realmente no le importa?
Quizá tu hijo te diga algo como: 'No me importa' cuando le quitas un privilegio debido a su mal comportamiento. En realidad, perder estos privilegios le pueden importar mucho, solo que no quiere darte el poder de sus emociones. El hecho de que su hijo diga que no le importa, no significa que sea verdad. Él podría estar muy molesto por la consecuencia que has elegido y debes seguir usando a pesar de sus comentarios.
Presta menos atención a sus comentarios y presta más atención a su comportamiento. Si continúa rompiendo las mismas reglas, es posible que debas encontrar una nueva consecuencia más efectiva. Quizá descubras que tus consecuencias le impiden volver a cometer el mismo error, a pesar de que afirma que tus castigos no le afectan.
¿Utilizas las consecuencias correctas?
Considera el tipo de consecuencias que estás utilizando para abordar la maña conducta. Si es cierto que eliminar algunos privilegios puede ser una buena idea, debes pensar bien qué consecuencia es mejor según el contexto.
No todas las consecuencias funcionan igual para todos los niños, quizá a uno le vaya bien el tiempo de espera y a otro no o quizá a uno le aya mejor el refuerzo positivo que a otro. Debes conocer a tu hijo para saber qué consecuencia irá mejor en cada caso. Tienes que adaptar la disciplina a las necesidades educativas de tu hijo.
¿Lo estás haciendo en el tiempo correcto?
Para que las consecuencias sean efectivas no se deben esperar en el tiempo, deben ocurrir inmediatamente después del mal comportamiento o lo antes posible. Si por ejemplo descubres que tu hijo de 5 años pintó la pared de detrás de su cama y lo hizo hace 2 semanas, las consecuencias que le apliques no serán tan efectivas como si las hubieras aplicado justo después de que ocurriera.
La cantidad de tiempo que le da a la consecuencia es otro factor a considerar. Si pones a un niño de 12 años en el tiempo de espera durante 2 minutos, es probable que no le importe en absoluto. De hecho, a esta edad, podría pensar que ir a su habitación es un privilegio por lo que el tiempo de espera en su dormitorio es incluso, una mala idea. En este mismo caso, quizá quitarle los dispositivos electrónicos durante seis meses, tampoco será buena idea. Las consecuencias que se alargan demasiado hacen que los niños pierdan la motivación para cambiar el comportamiento.
Los niños que reciben consecuencias que son demasiado duras no se preocupan por ganar sus privilegios. Pero las consecuencias que son demasiado suaves tampoco les enseñarán una lección correcta. Crea consecuencias que sean sensibles al tiempo y específicas para el nivel de madurez de tu hijo, como por ejemplo, quitar un dispositivo electrónico durante 24 horas.
¿Cuáles son las consecuencias que funcionan mejor?
Las consecuencias que funcionan mejor dependerán de tu hijo y del contexto en el que ocurra el mal comportamiento. Pero por norma general, el tiempo de espera para reflexionar lo ocurrido y entender las emociones, así como la retirada de privilegios de forma temporal hasta que los consigan de nuevo, son dos ideas excelentes que pueden ayudarte a que mejoren el comportamiento los niños.
A veces, encontrar las consecuencias apropiadas para tu hijo, consiste un poco en prueba y error. Si el comportamiento de tu hijo no cambia cuando le quitas sus dispositivos electrónicos, es posible que te resulte mejor asignarle tareas adicionales. Por lo tanto, piensa cuidadosamente qué consecuencias pueden ser más efectivas para tu hijo. Es importante que recuerdes que los problemas de comportamiento suelen empeorar justo antes de mejorar. Por ejemplo, si ignoras las rabietas tu hijo gritará más fuerte, pero esto no significa que no funcione bien la estrategia.