Dejar de fumar porque tu hijo está detrás mirando, gritar porque no ganó, enfadarte con tu hijo por haber perdido o por haberte ganado... son problemas. Mientras muchos niños luchan por mantener una actitud positiva mientras pierden a sus juegos, algunos pueden presentar más frustración y tener un muy mal perder.
Ser un mal perdedor no es probable que le haga ningún favor a tu hijo ni ahora ni en el futuro. Después de todo, nadie quiere jugar con el niño que hace trampas porque está perdiendo o el que pone excusas sobre por qué no ganó. Si tu hijo tiende a ser un mal perdedor, tendrás que tomar medidas para enseñarle un mejor espíritu deportivo. Aquí hay algunas maneras de ayudarlo a dejar de ser un mal perdedor para siempre.
Elogia sus esfuerzos
Si elogias a tu hijo por sacar buenos resultados en un juego o por tener las mejores notas, tus palabras impulsarán su naturaleza competitiva. Debes felicitar a tu hijo por su arduo trabajo y su esfuerzo, independientemente del resultado final.
En lugar de decir: "Eres el corredor más rápido del equipo", di: "Me gusta la forma en que animaste a los otros niños hoy". Señala el buen espíritu deportivo y enfatiza la importancia de tratar a los demás con respeto.
Buen modelo de conducta
Si estás gritando a los árbitros desde las gradas en el partido de fútbol de tu hijo o si participas en un gran baile de victoria cada vez que vences a tu competencia, es probable que tu hijo retome tus hábitos. Es importante seguir un buen ejemplo de deportividad y mostrarle a tu hijo cómo tratar a otras personas con amabilidad, sin importar el resultado final.
Empatía
Tu hijo debe entender sobre sentimientos, y tú también. Cuando los niños pueden identificar los sentimientos como tristeza, enfado, decepción y frustración, es menos probable que actúen de forma negativa. Enseña a tu hijo sobre los sentimientos y ayúdale a desarrollar estrategias de afrontamiento saludables para entender sus propias emociones y las de los demás.
Habilidades de gestión de la ira
Los que pierden sienten dolor emocional y a menudo lanzan piezas de juegos de mesa o dicen cosas malas a otras personas en un ataque de ira. Es imprescindible que si esto le ocurre a tu hijo, le ayudes a reconocer que estos tipos de comportamientos no son aceptables.
Enseña que sentirse enfadado está bien, pero hacer daño a personas o romper cosas no está bien. Invierte tiempo y energía en enseñarle a tu hijo habilidades específicas para el manejo de la ira que lo ayudarán a tolerar la pérdida y a tener mejores resultados ahora y en el futuro.
No permitas que tu hijo gane siempre
Puede ser tentador perder el juego a propósito para que tu hijo no se enfade. Aunque prevenir un colapso puede ayudarte a corto plazo, a la larga no le hará ningún favor a tu hijo. Si bien no necesitas ser brutalmente competitivo, evita perder a propósito para evitar los sentimientos negativo de tu hijo, ya que solo reforzará su idea de que siempre necesita ganar.
No hagas caso a las rabietas de comportamiento
Si tu hijo empieza a llorar o a tener una rabieta por haber perdido, ignora esa conducta. Ignorar las rabietas al principio empeora la situación, pero tu hijo se aburrirá de estos comportamientos si no tiene un público que le contemple. Evita consolarle o hablar con él cuando esté portándose mal. Tan pronto como esté tranquilo, entonces, proporciónale atención positiva.
Sé un buen ejemplo de ganador
Igual que hay que ser un buen perdedor, también se debe ser un buen ganador. Hay quienes cuando ganan, les gusta regocijarse de ello y presumir de la victoria. Es importante enseñar a los niños a tener bondad hacia los demás, dando la mano hacia el oponente y decirle por ejemplo cosas como: 'Ha sido un buen partido' o 'Gracias por haber jugado conmigo'. Tu hijo debe concentrarse en la diversión y no si en gana o pierde.