Esta última década se ha puesto muy de moda el término "nini". ¿Sabes lo qué es? Es una palabra para nombrar a aquellos jovenes que no quieren estudiar pero que tampoco se esfuerzan por trabajar. Dejan los días pasar y mientras tanto se quedan en casa hibernando y con la ley del mínimo esfuerzo. Al principio los padres les justifican diciéndose a si mismos que es una etapa, un periodo de descanso pero que enseguida se pondrá las pilas. Sin embargo, el tiempo pasa y notas como poco a poco vas perdiendo la paciencia. Inevitablemente, un día explotas y el enfrentamiento con él es inevitable. "¡¿Hasta cuando vas a estar sin hacer nada?!"
Mi hijo no quiere estudiar ni trabajar
En la mayoría de los casos, detrás de un "nini" (o nini potencial) hay una historia de fracaso escolar. El perfil suele ser un joven que tras repetir varias veces ha dejado los estudios, o tras muchos años de esfuerzo consiguió sacarse el graduado escolar pero que ya no quiere estudiar porque no hay nada que le motive. Cuando ocurre algo así la solución parece sencilla: "tendrás que empezar a trabajar ". Los chicos que han dejado los estudios normalmente no hacen ascos a trabajar porque implica conseguir dinero y no "marearse la cabeza". Sin embargo, muchos tampoco se esfuerzan lo suficiente para encontrar un puesto y dejan pasar el tiempo. Además que el alto nivel de desempleo no ayuda. Encontrar trabajo ahora mismo es complicado y más sin tener estudios, si a eso le sumando que el chico no está motivado será imposible.
Que podemos hacer con estos jovenes.
1- Fíjate en su modo de vida. Vuestra primera misión es sencilla, tan solo tenéis que observar que hace vuestro hijo durante todo el día. Antes de hablar con él o decirle nada coge una libreta y apunta todo lo que hace durante varios días, incluyendo el fin de semana. A continuación os ponemos un ejemplo de cómo podríais hacer un día de registro:
Lunes
- Se levanta a las 11:00 h.
- Desayuna viendo la televisión.
- Está en el ordenador 2 horas.
- Come a las 15:00 h.
- Sale de paseo con los amigos 3 horas.
- Está 2 horas al ordenador
- Cena y está en el ordenador hasta la madrugada.
Cuando lleves 4 o 5 días apuntando en la libreta lo que hace habla con tu pareja sobre como abordáis la situación y para acordar posibles soluciones con las que los dos estéis de acuerdo. Debéis evitar llevaros la contraria cuando estéis hablando con vuestro hijo.
2- Enséñale a descubrirse a sí mismo. El segundo paso es que habléis con él seriamente. Enséñale la lista de cosas que ha estado haciendo durante esa última semana para que vea que no puede seguir con ese ritmo de vida y que no exageráis (que no son cosas vuestras vaya). Debes tratarle en todo momento como un adulto sobre sus gustos y preferencias, sobre que posibilidades de futuro puede tener. Que os cuente sus aspiraciones si es que tiene o ayudadle vosotros a descubrir nuevos caminos. Debéis de respetarle, motivarles y guiarles para que los objetivos que se pongan sean realistas. Por ejemplo, si tu hijo ha repetido varias veces y le costó sacar el graduado tal vez no sea buena idea animarle a que estudie bachiller.
3- Corta el grifo. Si aun así él se niega o no tiende a razones debéis reflexionar sobre vuestro comportamiento respecto a él. ¿Qué estáis haciendo vosotros que pudiese contribuir a mantener esa situación? ¿Le dais dinero cuando os lo pide? ¿Tiene un horario de llegada a casa? ¿Contribuye o ayuda de alguna manera en casa? ¿Puede estar frente al ordenador, consola o móvil el tiempo que quiera? En definitiva, ¿tiene algún tipo de responsabilidades?
Muchos de estos jovenes son pasivos, tímidos, indolentes... y desgraciadamente la sobreprotección que los han padres han ejercido sobre ellos durante la infancia y adolescencia no ha contribuido a mejorar la situación. No se trata de que le eches de casa hasta que encuentre un trabajo (o se comprometa a estudiar) pero no le pongas las cosas fáciles. Si no contribuye en casa de alguna forma entonces tampoco tiene derecho a privilegios como ropa limpia (puede lavar y tender solo), dinero extra, internet o datos en el móvil. En la familia debe de haber una convivencia y para que eso sea posible todos tienen que cumplir unas normas ajustadas a su madurez.
4- Mantente firme. De nada sirve que empieces con ultimatums si después de varios días vuelves a levantar la mano. Si das el paso debes mantenerte firme hasta el final, si no solo le estarás enseñando que tarde o temprano todo volverá a "ser como antes". Aunque veas que tu hijo lo pasa mal y que se enfada contigo piensa que le estás ayudando. Los jóvenes que se encuentran en esta situación están acostumbrados a que otros les resuelvan los problemas, de manera que cuando por el camino se encuentran obstáculos se bloquean y no saben como responder, tienen miedo y se quedan parados ante la incertidumbre, postergando continuamente las responsabilidades. Tienen poca autoestima y miedo al futuro. Ante esta situación es normal que estos jovenes se den de bruces ante un mercado laboral tan nefasto. Tienen que aprender a lidiar con la frustración porque es un sentimiento con el que se van a encontrar el resto de sus vidas. El resguardarse en el hogar con la excusa de que nada se le da bien o nada le gusta tiene que acabarse.
5- ¿Podría haber algo más detrás? También puede ocurrir que tu hijo esté pasando por un problema emocional grave. ¿Te has fijado en si su comportamiento ha cambiado últimamente? Puede que tenga problemas personales que le hayan llevado a encerrarse en esa burbuja. Fíjate en los síntomas que presenta. Algunos síntomas de depresión son:
- Estado de ánimo deprimido la mayor parte del tiempo.
- Incapacidad para disfrutar de las actividades con las que antes si lo hacía.
- Sentimientos de culpabilidad.
- Irritabilidad.
- Dificultad de concentración.
- Otros síntomas físicos como pérdida o ganancia de peso significativa (al menos 5%) en un periodo de 1 mes, insomnio...
- Lentitud motora, falta de respuestas emocionales ante eventos que por lo general suelen desencadenarlas...
6- Busca ayuda psicológica. Si todo lo demás no funciona o sospechas que tu hijo pueda tener un problema más profundo la mejor opción es acudir a un psicólogo que pueda asesorarle tanto a él como a vosotros. En problemas de este estilo muchas veces hay que cambiar la dinámica familiar y empezar desde el principio.