A menudo nos encontramos con algún niño o niña que suele enfadarse por todo, con todos y constantemente. Esto es lo que se llama ser susceptible, y es que los niños susceptibles suelen ser quisquillosos y con facilidad para enfadarse por pequeñas cosas sin importancia, sentirse ofendido con facilidad por ejemplo con bromas.
Estos niños interpretan los gestos, miradas o los comentarios de otras personas como un ataque directo hacia ellos, lo que provoca que los niños reaccionen de manera impulsiva, desproporcionada e inapropiada ante estos comportamientos (enfado, llanto desconsolado, agresividad etc..). Si nos damos cuenta de que un niño se enfada con facilidad, hay que ayudarlo para poder controlar esas rabietas y así no se genere un problema mayor que pueda derivar a que a la larga el niño tenga problemas para relacionarse con otras personas.
El enfadarse con facilidad puede provocar rechazo por parte de otros niños, haciendo que el niño no pueda establecer vínculos de amistad en la escuela o en alguna clase extraescolar. En casos extremos, el ser tan susceptible puede provocar que el niño termine sin tener amigo s, siendo aislado socialmente, es por esto por lo que es importante que como padres intentemos controlar esto y ponerle una solución.
Es por esto por lo que si notas que tu hijo se enfada con mucha frecuencia y no tienes muy claro el motivo de esto y como conseguir evitarlo, desde Bekia te vamos a explicar el origen de estos enfados y cómo ponerles una solución a estas emociones.
Origen de la irritabilidad
Son muchas las cosas que pueden hacer que un niño se enfade. Para muchos padres esta condición puede hacer que les resulte difícil criar a sus hijos, que piensen que es agotador y que sin darse cuenta esto empiece a afectarles a ellos mismos haciendo que se enfaden con sus hijos provocando una lucha de egos en donde los progenitores siempre ganan con un "porque lo digo yo".
Es importante saber que estas emociones y ataques de enfado están estrechamente relacionados con la autoestima del niño, por lo que, si notamos que el niño sufre de este problema, lo más probable es que no tenga una buena autoestima, causado por un autoconcepto negativo de si mismo, numerosas inseguridades y el miedo de ser juzgado negativamente.
Normalmente, los niños que presentan estos problemas han sido criados en un ambiente donde sus principales figuras paternas o familiar han sido muy exigente con ellos. No se sienten valorados por sus familiares, lo que hace que estén continuamente en alerta esperando que alguien haga una valoración crítica de ellos lo que hace que se encuentren siempre a la defensiva, irritados y enfadados.
Niños menores de 3 años siempre enfadados
Lo que ocurre durante los tres primeros años de vida de nuestro hijo, configuraran su personalidad y el manejo de sus emociones. Desde que nacen hasta lo tres años se empieza a desarrollar la región orbitaria frontal de cerebro, que es la encargada de las funciones emocionales, entre ellas el estrés.
Aunque parezca increíble un bebé también puede estar estresado y el motivo principal de esto se suele deber casi siempre a que hay una ausencia de una figura adulta que se haga cargo del estado emocional del niño. A esta edad un niño es totalmente dependiente de sus padres para saber cómo calmarse, en estos momentos de su vida no tienen las herramientas necesarias para poder tranquilizarse por él mismo lo que deriva a una falta de autocontrol que si una figura adulta no es capaz de regular se transferirá en estrés y en enfados.
Niños de entre 6 y 12 años siempre enfadados
Cuando los problemas con las rabietas continúan a esta edad es posible que haya un problema de autoestima involucrado en el niño. Quizás en su etapa anterior no supo controlar bien sus emociones y aunque los padres estuviesen con él, de alguna forma el niño no lo sentía así. Pero no hay que preocuparse ya que esto se puede cambiar.
Hay que intentar que el niño se desahogue contigo, que descargue su enfado, ya que el retener la irá puede provocar que esto continúe en el tiempo, hazle saber que te interesa el saber qué le pasa, compréndelo y ponte en su situación, haz acuerdos con él, pero sin sobrepasar unos límites, hazle notar que le comprendes pero que hay un límite que no puede traspasar.