Durante los primeros años de un niño, que el ambiente que le rodea sea el adecuado es crucial. Dado que aún no tiene desarrolladas todas las defensas de un adulto, se debe tratar de exponerle al menor número de agentes perjudiciales. En casa, a diferencia de en el exterior, se encuentra en un ambiente más grato, por lo que se suele descuidar ahí más su protección. Sin embargo, nuestro estilo de vida ha llegado a crear una atmósfera dentro de nuestros hogares que no es óptima para los recién nacidos. Sobre todo, en épocas del año donde el frío abunda, solemos cerrar y ventilar poco la casa, además de hacer un mayor uso de la calefacción. Todo lo anterior hace que el ambiente pierda humedad y se vuelva demasiado seco.
Con el uso de humidificadores estaremos cuidando de la salud de nuestro bebé, ya que recuperaremos la humedad natural de nuestros hogares, haciendo que el aire que respiran nuestros hijos sea menos agresivo.
¿Qué es un humidificador?
Los humidificadores son aparatos que, como su propio nombre indican, humedecen el ambiente de una estancia. Aunque se ha ido sofisticando desde su invención para adaptarse a nuestras necesidades, es una máquina bastante sencilla. Cuenta con un depósito de agua y con un mecanismo que la evapora, liberando este vapor que pasa al aire, humidificándolo.
Muchos humificadores incluyen un higrómetro
Tipos de humidificadores y su uso correcto uso con bebés
Todos los humidificadores cuentan con un depósito de agua y un sistema que libera el vapor. Los diferentes tipos de humidificador vienen determinados por su sistema para convertir el agua en estado líquido a vapor. Normalmente esto va a significar que el vapor va a salir más o menos caliente, por lo que dependiendo del tipo de humidificador, habrá que tener una serie de consideraciones en el uso de éstos para bebés.
Los humidificadores de vapor caliente son el tipo más sencillo, el más parecido a los primeros que se crearon. Calientan el agua del depósito hasta llegar a temperaturas altas, suficientes para que se desprenda el vapor poco a poco. Esta tecnología permite, a diferencia de otras, el uso de agua corriente del grifo. Son además, los más baratos del mercado. Sin embargo, cuentan con un par de problemas de base. El hecho de que calienten el agua supone un peligro para los niños, porque el aparato se encontrará a una alta temperatura y podrían quemarse. Por ello es aconsejable mantenerlos fuera del alcance de los más pequeños.
Además, el vapor de agua va a liberarse caliente, por lo que va a aumentar también la temperatura de la estancia. Esto último no supone mayor problema en invierno, pero sí puede aumentar demasiado las temperaturas de la habitación en verano, cuando se use el humidificador para combatir la sequedad del ambiente de algunas regiones. Una de las principales ventajas de este tipo, además de su menor coste, es que al calentar el agua eliminan mucho de los microorganismos perjudiciales para la salud que pudiera contener, evitando que se liberen al aire.
Existen humificadores de vapor frío más avanzados
Beneficios del uso de humidificadores para los bebés
El aire de los hogares muchas veces es demasiado seco, lo que hace que desequen la mucosidad de las vías aéreas de los más pequeños. Esta mucosidad supone una defensa natural frente a infecciones, por lo que si el aire está continuamente secándola, esta defensa se debilitará o eliminará por completo, apareciendo enfermedades en los bebés. Además, los niños y bebés suelen respirar más por la boca, lo que facilita la aparición de tos y broncoespasmos, o la agravación de estos de ya haberlos.
¿Puede llegar a ser perjudicial? Cuando no usar un humidificador
La finalidad de un humidificador y de su uso en el hogar, es devolver la humedad del aire que se ha perdido, ya sea externamente, por no renovar el ambiente o por la calefacción. Esto quiere decir que se deben mantener unos porcentajes de humedad correctos, entorno al 65-75%. Un ambiente seco puede ser perjudicial, pero un ambiente demasiado húmedo también, o al menos puede resultar molesto.
Algunos humificadores tienen la función de autoapagado
Mitos y falsos prejuicios sobre humidifacores
Solemos asociar, inconscientemente, la humedad con el frío. Cuando hablamos de vapor en el ambiente, la primera imagen que aparece en nuestras mentes es un paisaje cubierto de una espesa niebla y un escalofrío recorre nuestro cuerpo. Es por esta asociación de ideas lo que nos hace pensar que un ambiente húmedo equivale a un ambiente frío.
En el exterior de nuestros hogares, esta afirmación suele ser correcta. La calidez del ambiente, salvo en algunos muy peculiares como el de las selvas, hace desaparecer la humedad. La humedad no es otra cosa que vapor de agua en la atmósfera. Los gases, al calentarse, ascienden y lo mismo le ocurre a este vapor. De la misma manera, al enfriarse el ambiente, el agua evaporada baja y se densifica, hasta tal punto que se hace visible a nuestros ojos formando las nieblas.
En nuestro hogar, el ambiente depende de muchos más factores aparte de la temperatura del exterior. El uso de la calefacción o el aire acondicionado, el mantener una estancia cerrada, sin renovar el aire y otros muchas costumbres cotidianas, hacen variar esta humedad que existe en nuestros hogares. El uso de humidificadores, por tanto, no es peligroso ni enfriará nuestras casas. Usados correctamente, devolverán la cantidad de humedad idónea a nuestros hogares, eliminando la sequedad del aire que tan perjudicial es para nuestro organismo, mucho más para el delicado cuerpo de un bebé.
Por supuesto, todo depende del correcto uso que hagamos de los humidificadores. Si seguís los consejos aquí descritos, junto con las instrucciones de vuestro aparato, mantendréis el aire lo suficientemente húmedo. Si no, podréis encontraros con que el aire se humedecerá demasiado, dando como resultado un ambiente cargado, una calor sofocante en verano y un penetrante frío en invierno.