A lo largo de los primeros meses de vida de un bebé, se irán dando una serie de acontecimientos que pueden generarles malestar y dolor. Son etapas normales del desarrollo con las que los padres tendrán que saber lidiar lo mejor posible, para mantener la calma ante un llanto persistente y poder dar alivio a sus pequeños. En los primeros tres meses los cólicos suelen ser el motivo de llanto y malestar más frecuente en el bebé. Poco después se dará otro evento importante: la aparición de los primeros dientes.
Se estima que los primeros dientes empiezan a salir entre los seis y ocho primeros meses del bebé. Sin embargo, en este caso también existe mucha variabilidad. Es posible que antes de los seis meses ya comiencen a salir o, en cambio, que lleguen a cumplir un año sin que los dientes hayan aparecido. En cualquier caso, no debemos preocuparnos si los primeros dientes se hacen esperar. Sería en torno a los primeros meses del segundo año de vida cuando deberíamos consultar con el pediatra si los dientes aún no han aparecido.
El nacimiento de los primeros dientes
La secuencia de la aparición de los dientes está ligada a la evolución habitual en la alimentación de los niños. El hecho de que los bebés nazcan sin dientes facilita la lactancia materna. Dado que lo siguiente es incorporar alimentos blandos, los primeros dientes en aparecer son los incisivos inferiores, seguidos de los incisivos superiores. A éstos les siguen los incisivos laterales superiores y seguidamente los inferiores. Las siguientes piezas dentales en aparecer, generalmente ya superado el año, son los molares internos, superiores e inferiores.
Los caninos o "colmillos" aparecen más tarde, cuando se supone que el niño ya se alimenta de carne o alimentos más duros. Los últimos en aparecer son los molares externos, ya pasados los dos años. Aunque esta secuencia tampoco es fija y pueden darse variaciones, este periodo de aparición de los dientes suele alargarse hasta los 30 meses de edad.
Los primeros síntomas de que los dientes comienzan a salir pueden ser difusos y difíciles de identificar. El bebé suele presentar más llanto de lo normal (un llanto que pronto aprenderemos a identificar), estar irritado, molesto o tener problemas a la hora de dormir. A menudo los padres se preocupan por posibles trastornos del sueño en el bebé, cuando en realidad éstos están debido a la salida de los primeros dientes.
Otros síntomas característicos suelen ser un incremento de la salivación presentando un babeo abundante, así como mayor mucosidad nasal. Los bebés también pueden perder el apetito, al rechazar el alimento debido a las molestias, o también presentar sarpullidos en la barbilla, por el exceso de baba. Aunque los sarpullidos en otras partes del cuerpo son también frecuentes en esta época, no está demostrado que se deban específicamente a la dentición. Otro tipo de síntomas, como fiebre y diarrea suelen estar asociados también a la dentición, pero no deberían ser demasiado intensos, por lo que si el bebé presenta fiebre elevada y diarrea importante, independientemente de que se encuentre en el proceso de aparición de los dientes, deberíamos consultar con el pediatra.
La fiebre y la diarrea son comunes cuando están saliendo los dientes
Aliviar las molestias cuando están saliendo los dientes
Sin embargo, sea el dolor intenso o no, ¿qué podemos hacer para aliviar sus molestias? A continuación os presentamos una lista de remedios y de medidas que se pueden llevar a cabo:
1. Como ya decíamos, el bebé tiende a llevarse a la boca cualquier objeto que pueda morder, para aliviar el dolor producido por la hinchazón de las encías. En lugar de permitir que él mismo coja lo primero que tenga a mano, nosotros mismos podemos proporcionarles objetos destinados a tal fin, como los mordedores que podremos encontrar en cualquier farmacia o tienda específica de bebés.
2. Estos mordedores deben ser lo suficientemente grandes para que no corra riesgo de atragantarse y que no se pueda romper fácilmente. Si está frío, mejor, siempre cuidado de la higiene para prevenir infecciones.
3. El propio chupete, especialmente si lo enfriamos previamente, podrá darles alivio.
4. También un paño húmedo que hayamos metido previamente en la nevera podrían servirnos.
5. Si no contamos con ninguno de estos objetos, nuestros propios dedos, previamente lavados, pueden dar alivio al niño al bebé si masajeamos suavemente sus encías o les dejamos morderlos, especialmente si nuestra piel está fresca.
6. Si el bebé ya ha comenzado a ingerir alimentos sólidos, las piezas de fruta fresca también pueden servir. El resto de la comida deberá estar templada.
7. Para aliviar los sarpullidos que puedan aparecer, es recomendable limpiar a menudo la cara del exceso de babas con un paño suave.
8. Si el bebé está excesivamente irritado, existen una serie de productos en gel o en crema que se frota en las encías de los bebés. Sin embargo, organizaciones como la Agencia Estadounidense de Alimentos y Fármacos (FDA), no recomienda estos productos porque a menudo contienen benzocaína, una sustancia que no debería utilizarse en menores de dos años. De manera que, aunque estos medicamentos pueden adquirirse sin receta, es recomendable consultar previamente con el pediatra.
9. Es el pediatra quien nos recetará el medicamento adecuado, de ser necesario, que generalmente variará entre el Paracetamol y el Ibuprofeno. Él es el encargado de administrar la dosis en función de la edad del bebé. En cualquier caso, nunca deberíamos dar medicamentos como la Aspirina a los niños pequeños. Por su parte, los tratamientos homeopáticos son la elección de algunos padres. Sin embargo, también deberíamos consultar con el pediatra cualquier sustancia que vayamos a administrar a los pequeños.
En cualquier caso, más allá de todos estos remedios, lo esencial es tener paciencia y transmitir tranquilidad y cariño al bebé en estos momentos. Cada bebé lo vivirá de una manera diferente y no debemos perder de vista el hecho de que se trata de una etapa normal que se normalizará en unos meses.