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La maniobra de Kristeller, ¿qué es y cuándo se practica?
La maniobra de Kristeller, ¿qué es y cuándo se practica?

PARTO

La maniobra de Kristeller, ¿qué es y cuándo se practica?

La maniobra de Kristeller es bastante controvertida y tiene muchos detractores por los peligros que acarrea, aun así hay países donde se sigue utilizando.

La maniobra conocida como de Kristeller, también conocida como presión fúndica, fue descrita por Samuel Kristeller en el año 1867. La idea era llevar a cabo un nuevo procedimiento durante el parto, ejerciendo presión externa al vientre de la mujer si las contracciones eran demasiado débiles. Esta presión debería estar sincronizada con la propia contracción del útero y tendría que durar entre 5 y 8 segundos, ejercida mediante las manos. La maniobra llegó a popularizarse y a utilizarse a menudo por parte de las matronas y, en general, de cualquiera de las mujeres que ayudaban a las demás a dar a luz. A priori parece ser una operación bastante invasiva y brusca y podría pensarse que en la actualidad, con los avances de la medicina, de los materiales quirúrgicos y, en general, sobre el cuerpo humano y el proceso del parto, estaría erradicada. Nada más lejos de la realidad.

Maniobra de Kristeller hoy

La maniobra de Kristeller sigue utilizándose hoy en día y existen en la actualidad importantes movimientos que están totalmente en contra de esta práctica, que en según qué zonas y países, parece haberse extendido hasta utilizarse de manera excesiva y a menudo con poco conocimiento.

La Sociedad Española de Ginecología y Obstreticia (SEGO) recogió en sus Recomendaciones de 2008 que esta maniobra debería utilizarse sólo en casos muy concretos, para ayudar al desprendimiento de la cabeza, pero no para facilitar el descenso. Sin embargo, esta recomendación parece ser demasiado ambigua y deja a la libre interpretación del profesional la necesidad de utilizarla.

No hay apenas evidencia sobre las ventajas e inconvenientes que realmente tiene lla maniobra KirstellerNo hay apenas evidencia sobre las ventajas e inconvenientes que realmente tiene lla maniobra Kirsteller

Las últimas revisiones sobre lo publicado acerca de esta práctica no son del todo concluyentes, a menudo por el hecho de que en algunas ocasiones ni siquiera se registra el uso de esta maniobra en la historia clínica. En general, se la considera como una práctica de categoría de evidencia C. Esto quiere decir, que no hay demasiada claridad en la evidencia a la hora de utilizarla y que debería usarse en todo caso con mucha cautela, hasta que sus ventajas e inconvenientes se clarifiquen.

Tanta es la variabilidad actual, que la forma de llevarla a cabo generalmente no tiene nada que ver con lo que el propio Kristeller postuló en 1867. Esto es debido a que su metodología ni siquiera está reconocida en los tratados de obstetricia, por lo que cada profesional puede tener su particular visión sobre la maniobra. La presión sobre el fondo del útero puede ser distinta, de mayor o menor intensidad o frecuencia, en direcciones variables o incluso ejercida mediante diferentes medios: las manos o dispositivos automáticos como cinturones inflables.

Las motivos de crítica

Aquellos que critican esta práctica lo hacen por varios motivos:

En primer lugar porque, como comentábamos, es una práctica de dudosa evidencia, llevada a cabo de manera arbitraria según el profesional y, en ocasiones, por profesionales que a priori no debería efectuarla, como las enfermeras guiadas por médicos o matronas. Se han conocido casos en los que incluso los profesionales orientan sobre la marcha a los familiares acompañantes para que lleven a cabo la presión fúndica, lo que claramente entraña un riesgo importante.

En segundo lugar, por los daños que pueden ocasionársele a la madre. Existen estudios que demuestran que las mujeres que recibieron la maniobra de Kristeller o presión fúndica sufrieron más episiotomías (incisión en el periné para facilitar la expulsión del bebé), desgarros perineales, del esfínter anal o incluso rotura de útero.

Respecto al riesgo de lesiones que pueden ocasionárseles al bebé destacan el cefalohematoma o caput succedaneum (acumulaciones de sangre bajo el cuero cabelludo de mayor o menor extensión y gravedad), las laceraciones o heridas, fracturas de clavículas o incluso de cráneo.

Además, los detractores de la maniobra de Kristeller también mantienen que ni siquiera es eficaz para cumplir con su objetivo básico y principal que es acortar la fase de expulsivo.

Algunos defensores

Como siempre, hay opiniones encontradas. Sin embargo, parecen ser los menos los que en la actualidad defienden la utilización de esta práctica y que incluso lo hacen con reservas. La maniobra de Kristeller puede llegar a ser necesaria si, por las circunstancias que sean, sólo hay una matrona a cargo del parto. Esta profesional no estaría capacitada para utilizar medios instrumentales médicos que pudieran ofrecer otra vía de actuación ante un expulsivo prolongado. En cualquier caso, debería llevar a cabo la maniobra según el protocolo de actuación más aceptado : ejerciendo una fuerza externa en la porción superior del útero hacia abajo, en un ángulo de 30º-40º con la columna en dirección a la pelvis y mediante un manguito, controlando la presión entre 80 y 90 mmHg. Sin embargo, en un contexto hospitalario, tal y como recoge la SEGO, no parece posible justificar hoy en día su uso.

El problema de la maniobra de Kristeller es su riesgo de provocar lesiones en la madre y el bebéNo hay verdadera evidencia sobre las ventajas e inconvenientes que realmente tiene lla maniobra Kirsteller

Naturalizar los partos

Los movimientos en contra de la maniobra de Kristeller van más allá del riesgo de lesiones que existen tanto para la madre como para el bebé. Se basan en la idea de que el parto debe ser, en la medida de lo posible, desmedicalizado. Se intenta buscar que esta vivencia sea lo más natural posible, aunque se lleve a cabo dentro de unas condiciones y en un entorno hospitalario. Se busca que la madre viva el parto como algo natural, respetando sus ideas y preferencias a la hora de traer al mundo a su bebé. Además, se pone el foco de atención sobre el bebé, tratando de que el parto sea lo menos traumático posible.

Aquellos que se posicionan claramente en contra de la maniobra de Kristeller proponen otra forma de vivenciar los partos. Éstos deberían estar más monitorizados por la propia madre, que debería poder dar su opinión sobre la metodología a llevar a cabo: posición del cuerpo en el parto, utilización o no de anestesia epidural... También deberían ser más individualizados, guiados por los profesionales que conozcan y hayan seguido el embarazo de la mujer de manera directa. Se defiende también respetar los tiempos del parto, que serán diferentes en cada caso. No comulgan con la idea de intentar acelerar los partos y la fase de expulsivo si no hay un riesgo fetal que lo justifique claramente. También defienden otra metodología diferente tras haber dado a luz, respetando el contacto de la madre con su bebé, el contacto piel con piel y evitar las prácticas invasivas con el recién nacido si no son estrictamente necesarias.

Deberemos esperar para ver hasta qué punto estos movimientos obtienen la influencia deseada y consiguen que esta práctica quede erradicada al igual que en países como Inglaterra. De momento, en España continúa siendo legal bajo unas determinadas y estrictas condiciones. En cualquier caso, debería ser la madre la que tuviera la última palabra a la hora de permitir o no llevar a cabo la maniobra de Kristeller durante su parto.

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