Es intolerable pero puede ocurrir... cuando un hijo abusa de un padre, el problema a menudo no se denuncia por miedo a lo que pueda pasar después. Los padres tienen un deseo natural de proteger a sus hijos, por lo que la idea de buscar ayuda mental e incluso legal se desecha en el interés de proteger al abusador... En estos casos "es peor el remedio que la enfermedad".
Esto se hace todo mientras se intenta preservar la relación padre-hijo. Pero cuando tu hijo/a adolescente se niega a colaborar con la comunicación, y existe un comportamiento muy agresivo, tendrás que valorar las repercusiones legales.
Habla con tu adolescente
Tendrás que sentarte con tu hijo adolescente y dile que su comportamiento es inaceptable y luego explica cómo te hace sentir su abuso. Es vital etiquetar los golpes como abusos ya que es posible que tu hijo no vea en sus acciones físicas de esa manera. Explícale que ya no te sientes seguro por lo que te gustaría hablar sobre el comportamiento aceptable y las consecuencias que existen cuando decida romper las reglas.
Contrato de comportamiento
Haz un contrato de comportamiento para ti y para tu hijo y ambos deberéis firmarlo. Pregúntale por qué se ha enfadado tanto y cómo tiene que actuar en el futuro para evitar ese tipo de situación, elige las consecuencias apropiadas para el abuso físico o emocional.
Incluye una cláusula en la que esté dentro de tus derechos para sacarle del hogar y ponerte en contacto con las autoridades si se vuelve violento de nuevo, pero antes de que ocurra deberá saber que lo harás si no sabe controlarse en esos momentos de ira. Firma el contrato y después colócalo en un lugar donde se vea en todo momento.
Retira tu presencia
Retira tu presencia y apoyo si tu hijo te golpea de nuevo. Como padre o madre, eres responsable de proporcionarle comida, refugio y ropa siempre que tengáis una relación de respeto mutuo. Si te sientes inseguro, retirar tu apoyo financiero y sacarlo de tu hogar le envía un mensaje claro de que no tolerará el abuso físico, ni apoyará a una persona que te golpee o que te trate mal. Aunque parezca medidas muy drásticas, son medidas necesarias para cuidar de tu salud física y emocional y también para enseñar a tu hijo a que debe controlar esas emociones intensas y si no es capaz de hacerlo solo, se tendrá que buscar ayuda de un profesional.
Llama a la policía
Debes protegerte y si es necesario tendrás que llamar a la policía aunque no te guste la idea de hacerlo. Según vuestro contrato de comportamiento, si el abuso continúa sabe que lo harás. Una hija adolescente se vuelve peligrosa cuando se enfada tanto que ya no puede controlarse a sí misma es un ejemplo de cuándo debes llamar a la policía.
Es probable que ella se moleste cuando le pidas que se vaya de la casa o te niegues a apoyarle mientras siga en esa actitud violenta, lo que provoca otra discusión y un posible abuso. Si bien deseas proteger a tu hija de las repercusiones y experiencias negativas, es vital que evites habilitar o poner excusas por su comportamiento. El tiempo de descanso y el trato con la policía le dan una revisión de la realidad en cuanto a las consecuencias de sus acciones... por lo que es imprescindible llevar a cabo estas acciones si no te queda más remedio que hacerlo.
Busca ayuda para la tensión que estás viviendo
Tendrás que buscar ayuda para el estrés y la tensión que experimentas después de ser abusado. La terapia con un terapeuta calificado te aportará tiempo para explorar tus sentimientos después de haber retirado necesariamente a tu hijo de tu vida. Si es posible, pídele a tu hijo adolescente que también asista a la terapia, incluido el manejo de la ira, como condición para volver a casa y para ayudar a reparar vuestra relación.