Llegan las vacaciones de verano y con ellas, las temidas notas finales. Si las cosas han ido bien los estudiantes tienen por delante más de dos meses de vacaciones, de libertad para disfrutar y jugar olvidándose de las responsabilidades académicas -aunque nunca viene de mas un repaso a lo aprendido durante el curso-.
Las cosas cambian cuando aparece algún suspenso en la cartilla y hay que recuperarse de cara a los exámenes de septiembre. Los padres han de plantearse qué hacer para evitar que el niño vuelva al colegio teniendo asignaturas pendientes de años pasados y procurando que esté a punto para proseguir con sus clases con total normalidad.
A la hora de decidir cuál es la mejor forma de ayudar al escolar es ver los motivos del suspenso. Puede ser que hubiera algún tema personal que le impidiera rendir correctamente, que la materia le resulte demasiado complicada o que le resulte difícil centrarse en los estudios y esto empiece a notarse en las notas. Ha llegado también el momento de decidir si necesita un profesor particular que le ayude a superar los exámenes.
Un hecho aislado
Si siempre ha sido un buen estudiante, se ha preocupado por las notas, pero algo le ha ocurrido durante el curso anterior (una enfermedad, algún suceso acaecido en la familia como una separación o un fallecimiento,...) puede resultar que el suspenso sea un hecho aislado. Con un poco de tiempo recuperará el ritmo de las clases y no tendrá problemas a la hora de superar los exámenes de septiembre.
Bastará estar pendiente de él durante los meses de verano, preguntarle si necesita ayuda y prestársela en caso de que así fuera. Si asume su responsabilidad de estudiar durante el verano para volver al colegio con todas las materias aprobadas no es un tema que deba preocuparnos. Probablemente tampoco precise de un profesor particular, con lo que los padres se ahorrarán un dinero considerable y quebraderos de cabeza a la hora de encajar estas clases con las vacaciones y la rutina que impera en la temporada estival.
¿Cuándo recurrir a un profesor particular?
Mientras que los hijos son pequeños es habitual que sea alguno de los padres -cuando no ambos- los que se encarguen de ayudarles con los deberes. Mientras se encuentre en los cursos de nivel inferior no deberían tener problemas a la hora de resolver dudas y preguntas, por lo que puede ser la propia familia quien ejerza como profesor particular del alumno.
Cuando los conocimientos resultan demasiado complicados para los padres o no pueden prestarle tanto tiempo como querrían a este refuerzo ha llegado el momento de recurrir a un profesor particular. Se puede buscar la modalidad que más nos convenga, desde clases en una academia a tutorías individuales y a domicilio.
En función de que se elija una u otra opción el precio variará de manera considerable. Depende también del número de clases a impartir, ya que si el suspenso se ha repetido en varias tareas el estudiante precisará de este tipo de clases a diario durante todo el verano. En cambio, si únicamente ha sido uno pueden demorarse las clases hasta el mes de agosto o espaciarlas de tal manera que no todos los días tenga que estudiar.
¿Cómo elegir al mejor profesor particular?
Hay que tener en cuenta que el verano también es para descansar. Los estudiantes necesitan tiempo libre para jugar y el hecho de tener exámenes en septiembre no significa que tengan que renunciar a estos tiempos de asueto. Tampoco hace falta renunciar a las vacaciones familiares por unos cuantos cates.
Durante los dos meses que duran las vacaciones escolares hay tiempo para recuperar las clases y para divertirse. Sólo es necesario saber combinar ambas y hay que tenerlo en cuenta a la hora de elegir el profesor particular para el hijo. En función de la cantidad de suspensos que haya tenido el niño se determinará la cantidad de clases que ha de dar.
Un ahorro en las clases particulares de tu pequeño
Las clases particulares individuales resultan más efectivas y son las más recomendadas cuando el escolar tiene un problema de déficit de atención o le cuesta más estudiar que al resto de sus compañeros. El tener a un profesor que les preste atención únicamente a ellos es lo que necesita en estos casos. Estará más controlados, además, con lo que las posibilidades de que pierda la concentración son menores.
Supondrá un desembolso mayor de dinero para los padres, no cabe duda, pero también tiene más ventajas. El profesor particular estará más pendiente de sus avances y puede enseñarle buenos hábitos para estudiar, costumbres que le acompañarán cuando vuelva al colegio y durante toda su vida como estudiante.
Alternativas al profesor particular
Un profesor particular para el escolar puede resultar caro, en especial si en casa hay más de un estudiante con suspensos y necesidad de aprobar los exámenes de septiembre. Pero siempre hay opciones que permitirán ahorrar algo de dinero, recurriendo a alguien cercano que nos pueda echar una mano.
Hermanos mayores, primos o vecinos que ya hayan superado ampliamente esas mismas materias se pueden convertir en profesores particulares. Por un lado ellos pueden aprender a ser responsables y ganarse un dinero extra ayudando a estudiar al escolar. Él, por otra parte, se sentirá más seguro trabajando con alguien al que ya conoce y no se sentirá intimidado. Lo que es necesario es que ambos sean conscientes de que han de aprovechar este tiempo para estudiar y que no se trata de un juego.
Otra de las ventajas de buscar un profesor entre los seres más cercanos es que pueden ajustar a horarios más flexibles. Puede ser alguien que se vaya de vacaciones con la familia o que esté en el punto de destino, si esto supone un problema a la hora de poder contratar clases particulares.