Los niños que tienen una mentalidad de crecimiento gracias a que sus padres se lo han ido inculcando tendrán más oportunidad de poder crecer y conseguir mayores metas en el futuro. Además, la mejor manera de aumentar el nivel de gratitud en los niños es enseñar este tipo de mentalidad: la mentalidad de crecimiento.
Mentalidad de crecimiento vs mentalidad fija
Las personas con "mentalidad de crecimiento" son más resistentes y tienden a superar las adversidades porque creen que el trabajo duro es parte del proceso y no creen que el fracaso sea una condición permanente. En una mentalidad de crecimiento, los estudiantes entienden que sus talentos y habilidades pueden desarrollarse a través del esfuerzo, la buena enseñanza y la persistencia.
Lo opuesto a una mentalidad de crecimiento es una mentalidad fija. Los niños con una mentalidad fija creen que tienen una cierta cantidad de inteligencia y talento y nada puede cambiar eso.
Una mentalidad de crecimiento se forma por adultos a través del lenguaje y el comportamiento que modelamos para los niños. Para fomentar una mentalidad de crecimiento, se debe tener en cuenta el propio pensamiento y los mensajes que se envían a los hijos con las palabras y acciones. Elogiar a los niños por ser inteligentes sugiere que el talento innato es la razón del éxito, mientras que centrarse en el proceso les ayuda a ver cómo su esfuerzo lleva al éxito. Cuando los padres hablan positivamente sobre cometer errores, los niños comienzan a pensar en los errores como una parte natural del proceso de aprendizaje.
Afrontar las dificultades
Si tu hijo tiene dificultades, una de las peores cosas que puede hacer un padre es animarle a abandonar cuando se sienta en momentos bajos. En su lugar , utiliza la experiencia como una forma de enseñar resiliencia y una oportunidad de éxito.
Ayuda a tu hijo a pensar en estrategias y a hacer un plan de las acciones que tomará y cómo procederá, pero permítele tomar posesión de la solución.
Un gran viaje a veces tiene algunas emociones desagradables, como estar confundido, frustrado o completamente aburrido... Cuando los niños entienden que el aprendizaje no es fácil ni divertido todo el tiempo y que tener dificultades con una habilidad no significa que sean poco capaces, es aquí donde se desarrolla la capacidad de recuperación y la perseverancia.
Enseñar a fallar está bien
Habla con tus hijos con regularidad acerca de sus propios fracasos y cómo fuiste capaz de perseverar o cómo fuiste más resistente... Los niños aprenden de los adultos que los rodean, por lo que si deseas que tus hijos resuelvan los contratiempos con gracia y modelo de calma y determinación, debes modelarlo primero en ti.
Tendrás que hablar con tus hijos de tus propios fracasos porque esto les ayudará a comprender que está bien fallar y que verán cómo las personas pueden resolver problemas y recuperarse. Hable de los contratiempos a medida que surjan para poder darles sentido. Ayuda a tu hijo a construir planes alternativos y piensa en diferentes maneras de ver las situaciones. Demuéstrales que ser flexible y saber resolver problemas es una cualidad útil y madura.
Discutir el esfuerzo y no los logros
El objetivo de una tarea no es la perfección y si intervienes constantemente, tu hijo se dará cuenta de que no tiene confianza en sus habilidades. Habla con tus familiares sobre cómo probar cosas nuevas y deja que cada miembro de la familia hable sobre cosas que son difíciles para ellos. Discute los objetivos a largo y corto plazo y cómo se logran ambos. Permite que los miembros de la familia compartan abiertamente sus miedos y cómo las superaron. Comparte los sentimientos sobre los desafíos y elogia cuando los miembros de la familia intentan perseverar en las tareas difíciles.
Muestra ejemplo
La mejor manera para que los niños aprendan a ser "más fuertes" es observando a sus padres. Puedes decirle a los niños muchas cosas que quieres que hagan y cómo quieres que actúen, pero la verdadera lección es cómo actúas tú. Muestra a los niños cómo asumes tareas en las que si fallas e insistes luego puedes mejorar tus resultados. Modela la resiliencia para tus hijos y muéstrales que fallar no es nada de lo que temer. Tendrás que controlar tu propia ansiedad y dejar de controlar todo lo que hace tus hijos.