Tú eres el primer maestro de tu hijo y el más importante de todos. Tu comportamiento y tus acciones modelan a tu hijo más que cualquier palabra que digas. Con el aumento de los problemas de salud mental, las altas tasas de suicidio entre los preadolescentes y adolescentes y la depresión y ansiedad que experimentan los niños, es evidente que los padres tengan cierto miedo en cuanto a la educación de sus hijos. Pero con una buena crianza estos problemas pueden quedar en el olvido
Juega con tus hijos
A los niños les encanta jugar y en realidad es una forma estupenda de aprender. Por mucho que tus hijos aprendan de ti tú también puedes aprender de ellos. Tus hijos saben vivir el momento, el presente... ellos viven en el aquí y en el ahora. El tiempo que pasas con tus hijos y el cómo pasas el tiempo con ellos tiene un papel clave sobre su bienestar general.
Al jugar con tu hijo podrás conectar tanto a nivel físico como emocional con él, podrás empezar a hablar de tus sentimientos y también de los suyos por lo que la conexión y el aprendizaje emocional estará más que asegurado.
Durante el juego, dile a tu hijo que te sientes feliz de estar jugando con él y que te emocionas cada vez que gatea, salta, corre o está a tu lado porque te hace sentir especial e importante. Cuando le sonrías abrázale, hazle cosquillas... tu hijo se sentirá especial y feliz en esos momentos. Como padre o madre, debes darte cuenta de cómo el tiempo junto a tus hijos es mágico.
Cuando tus hijos tengan un comportamiento desafiante es probable que quiera buscar tu atención, que quieran controlar la situación aunque eso signifique una lucha de poder contra ti. Es necesario que tus hijos sepan cuáles son tus sentimientos y tú se los muestres de la forma más asertiva posible.
La cooperación es clave
Si tu hijo se niega a hacer alguna orden que le has dado... si le motivas probablemente lo haga con buena disposición, pero si se lo impones o le obligas de malas maneras, la lucha está asegurada. En ocasiones es probable que tu hijo no quiera cooperar de ninguna de las maneras, cuando esto ocurre, tendrás que ser coherente con tus sentimientos.
Si te sientes irritado o molesto, tendrás que decirle cómo te sientes y además, reflexionar sobre lo que ocurre y buscar una solución. Por ejemplo puedes decirle algo como: 'Veo que no me haces caso cuando te digo que recojas tu habitación, igual estás un poco cansado pero es necesario que lo recojas, si quieres, te puedo ayudar y así estaremos todos bien'. De esta manera podréis reflexionar sobre sus sentimientos y también sobre los tuyos, potenciando así la cooperación.
Dale opciones a tus hijos
Las opciones siempre son buenas opciones para los niños porque sienten que tienen cierto poder ante la situación que están viviendo. Si por ejemplo si quieres ver la televisión y tu hijo hace ruidos, es posible que empieces a enfadarte y que el conflicto sea inminente si no sabes cómo reconducir la situación correctamente. La técnica a usar es presentarle opciones a tu hijo.
Por ejemplo: 'Estás haciendo ruido y no podemos escuchar la televisión. Puedes quedarte y jugar tranquilamente sin hacer tanto ruido o podemos llevarte a tu habitación donde puedes jugar y hacer el ruido que quieras'. Si continúa haciendo ruido, tendrás que llevarle a su habitación y solo dejarle regresar solo cuando sea capaz de jugar en silencio.
Cuando le das opciones a tus hijos sentirá poder y que puede elegir, que sus opiniones son válidas. Así se sentirá respetado y seguro a tu lado. También le estarás ayudando a tener un buen sentido de la responsabilidad y podrá ser capaz de escoger el comportamiento más adecuado.
Es necesario que tu hijo aprenda a poner nombre a las emociones, que entienda cómo te sientes o cómo se siente él en diferentes momentos. Reflexionar sobre los sentimientos es necesario para que los niños entiendan cómo te sientes cuando tiene un comportamiento desafiante y así poder redirigir su conducta.