¿Mi hijo es hiperactivo o inquieto? En ocasiones puede llegar a ser complicado distinguir el síndrome de algo que no deja de ser una actitud que acaba corrigiéndose con los años. La hiperactividad se ha descubierto hace apenas unos años por lo que ha venido dando lugar a numerosas equivocaciones en los últimos tiempos. Para poder discernir una cosa de otra lo mejor es definir claramente qué es cada uno.
El trastorno por déficit de atención, nombre formal con el que se conoce la hiperactividad, se caracteriza por las dificultades que tiene un niño para mantener la atención y concentrarse. Se nota especialmente cuando inicia su época escolar, dado que no es capaz de permanecer atento en las clases, se levanta o interrumpe continuamente o no lleva un orden de sus deberes. Viene acompañado además de otros síntomas como son el exceso de actividad y la impulsividad en prácticamente todo lo que hace.
Un niño inquieto es capaz de desenvolverse sin problemas en su cotidianidad mientras que uno hiperactivo apenas lo podrá hacer
La hiperactividad se suele percibir con total claridad una vez el niño ha cumplido los cinco años y puede prolongarse durante la edad adulta. El hecho de que le cueste centrarse, por ejemplo, con los deberes, que no pueda estarse quieto durante buena parte del día o que incluso estando sentado no para de mover los brazos y las piernas son aspectos con los que tanto padres como profesores han de controlar para poder determinar si realmente tiene el síndrome de hiperactividad.
El pediatra una vez ha diagnosticado a un niño hiperactivo puede darle un tratamiento farmacológico que trataré de calmarle ese nerviosismo que desprende y que le ayudará a centrarse. Pero los medicamentos deben venir acompañados de una actitud serena al tiempo que continúa por parte de su entorno más cercano, que probablemente a estas alturas esté muy nervioso y sobrepasado por la situación. Estos niños requieren un extra de atención a la hora de hacer las tareas cotidianas, pero también hay que acompañarlos durante su evolución y estimularles para que obtengan mejores resultados.
El 5% son niños hiperactivos
Hoy día existe la creencia de que la hiperactividad está muy extendida, cuando en realidad no lo es tanto y se tiende a confundir con una persona inquieta. Únicamente el 5% de la población escolar se puede considerar como niño hiperactivo.
El resto, en la mayor parte de los casos, son personas inquietas a las que les cuesta centrarse o permanecer quietas, pero resulta más fácil de tratar. También pueden ser niños rebeldes, que traten de llamar la atención o que estén particularmente nerviosos. Basta un poco de tiempo y en ocasiones cierta disciplina por parte de padres y docentes.
¿Sólo es un niño inquieto?
Han de ser los médicos los que diagnostiquen la posible hiperactividad de un niño, pero los padres deben estar atentos a los síntomas para detectarla. ¿Cómo distinguir a un niño hiperactivo de un niño inquieto? La respuesta más simple es fijándose en la intensidad y la duración de su comportamiento.
Un niño puede ser inquieto por naturaleza o porque se encuentre en una situación que le ponga nervioso y reaccione de esta manera. Hay momentos a los que un niño le puede costar trabajo centrarse en una tarea específica, que le pueden aburrir las clases o que le cueste mantenerse quieto. Esto no significa que sea hiperactivo.
Existe la creencia de que la hiperactividad está muy extendida, cuando en realidad no lo es tanto
Llevar una vida normal
En sus primeros años de vida todos los niños tienden a ser muy activos, a enfadarse con frecuencia y sin motivo y a no comportarse como si fueran adultos (levantarse, no pedir permiso,...). A partir de los cuatro o cinco años es cuando empiezan a adquirir una serie de valores sociales que hacen que su comportamiento vaya cambiando. Si superada esta edad el niño sigue comportándose igual puede tratarse de un síndrome de hiperactividad.
Un niño inquieto es capaz de desenvolverse sin problemas en su cotidianidad mientras que uno hiperactivo apenas lo podrá hacer. Si un padre o un profesor detecta que el niño inquieto empieza a tener problemas para llevar una vida normalizada, como el resto de sus compañeros o amigos, debe consultar a un médico porque podría encontrarse ante un síndrome de hiperactividad.
Hay que tener en cuenta que este puede ser de diferentes tipos, no se ha de generalizar y que incluso puede venir asociado a trastornos emocionales, por lo que resulta especialmente importante prestar atención a los síntomas que se puedan percibir.