La agresividad se puede manifestar de muchas maneras diferentes, a través del comportamiento, de las palabras y también a través de la agresión física. Una de sus peores pesadillas parentales ocurre cuando un hijo se vuelve agresivo con los padres. Incluso los padres experimentados pueden sentirse frustrados cuando un niño comienza a tirar juguetes, a darles golpes o patadas cuando no saben controlarse emocionalmente.
Si bien la reacción natural a un ataque podría ser contraatacar, no tiene cabida en la crianza de los hijos. Con un poco de ayuda y un poco de práctica, puedes ofrecer un ejemplo responsable y la orientación adecuada a tu hijo para ayudarle a manejar sus emociones sin la necesidad de que tenga que agredir físicamente a nadie. A continuación te damos algunos consejos para conseguirlo.
Busca apoyo y asistencia
Busca apoyo y asistencia profesional si es necesario. Si estás lidiando con un niño agresivo, es probable que tu hijo también esté lidiando con emociones demasiado intensas como para que sea capaz de controlarlas por sí solo.
Busca un psicólogo infantil o una persona de confianza para que te ayude a aprender las habilidades que necesitas para criar a tu hijo agresivo y ayudarle a superar lo que siente. A veces los niños experimentan un trauma u otra cosa que necesita atención. No lo intentes solo por mucho tiempo. La paternidad difícil puede ser más fácil con el apoyo y tu hijo también puede apreciar hablar con alguien útil.
Aprende a calmarte cuando te sientas enfadado
Es necesario que aprendas a calmarte cuando te sientas enfadado. La paternidad puede sacar lo peor de una persona cuando la cosa se pone difícil. Ten un tiempo libre para ti cuando te sientas molesto. Practica la meditación, la relajación consciente u otra actividad relajante cuando no estés molesto, de modo que sepas cómo calmarte cuando las cosas se tensen.
Cuando tu hijo se comporte de manera agresiva, observa su reacción y elige tomar respiraciones lentas y profundas para que pueda concentrarte en tu relación incluso cuando te sientas enfadado. A la ira hay que aprender a escucharla en lugar de actuar con dureza, de forma impulsiva y casi sin pensar en nada.
Comparte alternativas a la violencia
Habla con tu hijo y comparte con él alternativas a la violencia cuando esté tranquilo, así sabrá cómo actuar cuando se ponga algo más tenso. Los niños necesitan otras formas de superar lo que sienten si están siendo agresivos. Ayuda a tu hijo a descubrir y practicar formas constructivas de expresar enfado, como pisar más fuerte, correr, saltar, hablar sobre lo que siente y quiere que suceda o hacer un dibujo y romperlo.
Haz una lista de actividades para lidiar con sentimientos de enfado y ponedlo en la nevera con un imán o en algún lugar donde se pueda ver fácilmente. Así cuando se sienta enfadado tendrá esas referencias para saber cómo actuar aunque sienta la mente un poco nublada.
También puedes ayudar a tu hijo a reconocer señales de advertencia como irritación de bajo nivel, latidos cardíacos acelerados, mandíbulas apretadas o sensación de calor para que pueda obtener algo de espacio en lugar de actuar agresivamente hacia usted.
Crea límites seguros
Es imprescindible que crees límites seguros y que te mantengas conectado con tu hijo. Las emociones que impulsan acciones agresivas en los niños, el miedo hace que se deje de pensar y los niños actúan. Los niños en este estado emocional necesitan conectarse con un padre amoroso y, a veces, un abrazo reconfortante puede ayudar. Indica el límite en términos simples, como "Golpear duele, quiero que me toques suavemente". Reconoce al niño y ofrécele otra forma de conectarte a nivel emocional, como "¿Qué tal un máximo de cinco acciones buenas y jugamos juntos?"
Evalúa el plan
Evalúa el plan de actuación con tu hijo y modifícalo según sea necesario para ayudar a tu hijo a aprender a abordar los sentimientos de manera responsable. Los límites son importantes y los niños son únicos. Si te resulta difícil conectarte emocionalmente y ayudar a tu hijo a aprender alternativas a ser agresivo, sigue buscando ayuda y sé amable consigo mismo. Algunos desafíos parentales requieren intentos repetidos de resolver para ver cualquier progreso. Del mismo modo es necesario buscar los desencadenantes para prevenirlos siempre que sea posible.