La oxitocina es una hormona producida por el Sistema Nervioso Central, en el Hipotálamo. Desde esta estructura, pasa a la Hipófisis, glándula donde se almacena y desde donde se secreta a la circulación sanguínea cuando se necesita. La liberación de la oxitocina se produce ante determinados estímulos, como la distensión del cuello uterino, la estimulación de los genitales o la succión del pezón.
Se descubrió a principios del siglo XX y en 1953, se consiguió sintetizar de forma artificial. Por este hallazgo se otorgó el Premio Nobel a Du Vigneaud en 1955.
La hormona del amor
Además de ser una hormona, se considera también un neurotransmisor y, por tanto, tiene efectos sobre nuestro cerebro. Existen multitud de publicaciones que se refieren a la oxitocina como "la hormona del amor", "la hormona de la felicidad". Algunos estudios asemejan algunos de sus efectos incluso con los del consumo de alcohol. Entre los efectos a nivel de sistema nervioso que se le atribuyen a la oxitocina, están el incremento del deseo y de la conducta sexual, la monogamia, el instinto maternal y paternal, la sensación de bienestar y felicidad e incluso el aumento de la confianza y de la generosidad. Lo que está claro es que, confirmadas o no, estas atribuciones convierten a la oxitocina en una hormona muy interesante.
Oxitocina y parto
Lo que nadie duda, es la relación entre la oxitocina y el parto en las mujeres. Durante el embarazo, la oxitocina ha ido segregándose y acumulándose poco a poco. De esta forma, al iniciarse el parto y ante la dilatación parcial del cuello uterino y la presión de la cabeza del bebé, se liberan al torrente sanguíneo gran cantidad de oxitocina, necesaria a lo largo del parto.
En el útero existen receptores para la oxitocina, que durante la última etapa del embarazo han aumentado sustancialmente. Al unirse a su receptor correspondiente, la oxitocina consigue estimular este músculo liso, de forma que se produzcan las conocidas contracciones uterinas. Éstas irán aumentando en frecuencia e intensidad hasta que llegue el momento del nacimiento del bebé. Por eso la oxitocina es tan necesaria a lo largo del parto.
Pero, además, después también tiene una serie de efectos necesarios. La oxitocina fomenta la secreción de leche materna. Como decíamos, la succión del pezón favorece la liberación de esta hormona que, ante este estímulo segrega más leche en las mamas. Esto también relaciona la importancia de la oxitocina en el establecimiento del vínculo entre el bebé y su madre.
Ante todos estos datos, parece evidente la importancia que tiene la oxitocina en el parto.
La oxitocina artificial
La oxitocina sintetizada de forma artificial ha sido muy utilizada en los partos durante las últimas décadas. Se administra por vía intravenosa con el objetivo de inducir el parto, estimulando las contracciones uterinas.
Las causas para inducir el parto son muy variadas:
- Algunas madres o médicos prefieren inducir el parto sin que haya ninguna causa médica que lo justifique. Es una forma de programar de forma cómoda cuándo será el parto, una vez que se ha llegado a un momento de gestación necesario. Sin embargo, esto no suele ser muy habitual.
- Es más frecuente que se induzca el parto ante la presencia de algún tipo de enfermedad materna, como la preeclampsia, la diabetes gestacional, la hipertensión o la colestasis que pueden hacer recomendable acelerar el parto lo antes posible.
- También se lleva a cabo en caso de que exista algún riesgo para el bebé que haga más recomendable adelantar el parto para reducir los riesgos posteriores, como en casos de sufrimiento fetal, de rotura prematura de membranas o ante la presencia de infecciones presencia de infecciones.
- En los últimos años, también se ha administrado la oxitocina artificial en casos de partos muy prolongados, cuando las contracciones naturales no son suficientes. Si tras doce horas no se ha conseguido llegar a una fase activa, suele recomendarse realizar una cesárea.
- Tras esta intervención, también puede inyectarse la oxitocina, ya que reduce el sangrado y el riesgo de hemorragia, incluso cuando el parto ha sido natural.
Críticas al uso de la oxitocina artificial
Parecen demostrados los beneficios de acelerar el parto ante ciertas circunstancias que lo justifiquen, como las que hemos comentado. Sin embargo, en los últimos años parece haberse dado un uso indiscriminado y a medida no justificado de la oxitocina artificial. Debemos de tener en cuenta que, como todo fármaco, tiene una serie de efectos secundarios que la mujer debería conocer.
En primer lugar, al fomentar la contracción uterina, las contracciones serán mucho más intensas y frecuentes. Es extremadamente necesario controlar de forma adecuada las dosis de oxitocina que se administran, que deben ser lo más bajas posible. Si la frecuencia de las contracciones es demasiado elevada, puede darse sufrimiento fetal. Además, es probable que, al aumentar la intensidad, las contracciones sean también más dolorosas. Esto puede hacer necesario el uso de la anestesia epidural, que a su vez en ciertas ocasiones reduce el ritmo del parto. De esta forma, puede entrarse en un círculo vicioso que haga alargar el parto, con el consecuente sufrimiento y cansancio tanto para la madre como para el bebé.
Existe otra serie de riesgos que, aunque son poco frecuentes, deben tenerse en cuenta. Con el uso de la oxitocina, especialmente si se administra en dosis elevadas, existe riesgo de rotura del útero. Este riesgo se incrementa especialmente en las mujeres que hayan tenido alguna cesárea previa, por lo que este detalle debería tenerse en cuenta.
Desde luego, existen casos en los que la oxitocina no debe ser administrada. Por ejemplo, si la situación deja claro que será necesario llevar a cabo una cesárea. Si hay placenta previa que obstruye el cuello del útero o algún tipo de malformidad o mala colocación del bebé que vayan a impedir el parto natural, la oxitocina no debe administrarse.
Podría pensarse que, si la cantidad de oxitocina en el cuerpo es más elevada de lo normal tras su administración, sus efectos favorables de cara a la lactancia materna y al establecimiento del vínculo se verán aún más potenciados. Nada más lejos de la realidad. La oxitocina sintetizada es químicamente igual a la natura l, pero no actúa de la misma manera. Puede darse que la oxitocina artificial impida la secreción normal de la hormona de forma natural y que esto dificulte la aparición de estas consecuencias beneficiosas para la madre y para el bebé.
Es necesario evaluar cada caso de forma individual
Con esto no debe entenderse que la oxitocina sea extremadamente peligrosa o que no deba administrarse bajo ningún concepto. Las críticas vienen de un uso masivo y excesivo que se ha dado a lo largo de algunos años. La OMS reconoce la necesidad de su uso bajo ciertas circunstancias como las que hemos comentado antes, pero las mujeres deben conocer sus riesgos, para evitar que se les administre durante el parto de forma innecesaria