Aunque a muchas personas se les olvida, las relaciones interpersonales son más importantes que el dinero. Si todas las personas tuvieran esta filosofía en su corazón, las disputas familiares por culpa del dinero se acabarían para siempre. Cuando las personas valoran los bienes materiales por sobre las relaciones o ven el dinero y los regalos como una medida del valor de sus relaciones, es probable que surja un conflicto.
Los conflictos pueden ser desencadenados por diferencias generacionales. Es probable que los abuelos tengan actitudes sobre el dinero bastante diferentes a las de sus hijos, y los nietos tal vez tengan un conjunto diferente de actitudes. Todo esto puede generar conflictos por culpa del dinero entre generaciones.
Demasiado estrictos con el dinero
Hay familias que piensan que sus padres son demasiado estrictos con el dinero. Quizá los abuelos tienen dinero ahorrado pero no quieren tocarlo y los jóvenes viven al día, con el sueldo que van ganando sin oportunidad de ahorrar.
La realidad es que los abuelos que ya han llegado al final de sus años laborales o que se están acercando a la jubilación no pueden darse el lujo de despilfarrar sus ahorros. Con la posibilidad de vivir 20, 30 o más años después de la jubilación , los ahorros que parecen generosos para las personas más jóvenes pero pueden no ser suficientes para atender las necesidades de la generación anterior, incluida la atención médica.
En este caso las personas deben comunicarse y entender que cada uno tiene su dinero y que se debe respetar lo que cada uno haga con él. Las persona más mayores deberán saber cuánto le costaría una atención domiciliaria en caso de que la necesiten para poder costeársela... Y después compartir la información con los hijos para que se den cuenta de que sus ahorros están más que justificados y no tienen que compartirlos si no quieren hacerlo.
Cuando los abuelos no llegan a fin de mes
Hay muchos abuelos que no tienen ahorros y que sus pagas de jubilación no les llega para vivir cómodamente debido a la precariedad de las pensiones en muchos países. Esto puede hacer que necesiten ayuda económica de sus hijos y nietos para poder subsistir. Muchas personas creen que los hijos están obligados a ayudar a los padres si éstos los necesitan para sobrevivir... Independientemente de lo que las personas crean que es lo correcto, a veces nadie en la familia tiene los fondos adicionales para ayudarles, y deben contar con la ayuda del gobierno o recursos de caridad.
Otro escenario que ocurre es que los hijos no están igualmente dispuestos o no pueden brindar esta ayuda. Esto puede causar conflictos serios entre hermanos y entre padres e hijos. El egoísmo y el orgullo suelen aparecer en estas circunstancias tan complicadas para todos.
La solución en este caso es comprender que se puede hacer mucho más que dar dinero. Pueden ayudar a comprar comida, prestar ayuda y atención en casa. Ayudar en las tareas del hogar, proporcionar transporte, acompañar en las citas médicas o a ayudar en el papeleo. Si alguna persona de la familia ayuda con dinero a los padres, debería ser recompensado por parte del resto de hermanos cuando el padre o la madre fallezca, como tener más parte de la herencia.
El problema de dar dinero
Si los hijos adultos y los nietos están necesitados, en ocasiones los abuelos que pueden hacerlo, ayudan económicamente pero esto puede ser un arma de doble filo. Hay abuelos que piensan que si dan dinero a sus hijos deben tener el poder para tomar las decisiones sobre los gastos de la familia en general, pero esto pueden generar grandes conflictos y resentimientos.
La solución a esto que si los abuelos quieren ayudar a sus hijos adultos en algún problema económico deberían depositar su dinero directamente en la compañía involucrada en la deuda de los hijos, como por ejemplo, en el banco o en la empresa que se necesite. Esto evitará de que el dinero se use para algo diferente. Cuando los abuelos dan dinero a los hijos adultos sin condiciones, no tienen derecho después a juzgar en cómo se gasta el dinero. Si después el dinero se gasta de mala manera, aprenden que después no deberán dejar más dinero a sus hijos adultos puesto que no lo gastan con responsabilidad.
Las peleas entre hermanos por las herencias de los padres
Cuando los padres fallecen, los hermanos deben aceptar que no hay nada en el patrimonio que valga la pena para discutir o romper una relación. Desafortunadamente, algunos familias no son capaces de lograr esto y la codicia y egoísmo aparecen sobre la mesa.
Será menos probable que existan problemas de herencia si los padres hablan con sus hijos sobre cómo planean manejar sus bienes para cuando ya no estén. La herencia no es una herramienta de negociación, ni tampoco es una amenaza ni se debe usar como medio de coacción. Lo ideal es buscar asesoramiento legal par asegurarse de que las herencias acaben donde tienen que acabar, puesto que cuando una vez que no estén, los hijos pueden haber prometido mucho y luego pelearse para ver quién gana más dinero, bienes o terrenos.
Cuando los abuelos no quieren ayudar a los nietos
Hay padres que están dispuestos ayudar a sus hijos adultos, pero no a sus nietos, porque sus nietos son obligación de sus padres y no suyo. Aunque hay abuelos que ayudan a pagar la universidad a los nietos, no tienen obligación de hacerlo. Tampoco tienen ningún tipo de obligación económica hacia sus nietos. Ellos no son los encargados ni de criarles, ni de mantenerles y si no quieren, no tienen por qué dar ni un solo euro para algo que no les concierne.
Para evitar estos conflictos los hijos adultos deben tener en cuenta que los abuelos no están obligados a dar dinero a sus nietos. Si los abuelos prometen que darán dinero para algo en concreto, como el vestido de novia o el pago de la primera matrícula de la universidad, se les puede recordar pero eso no implica que lo hagan si se lo piensan dos veces.
Es necesario que todas las familias sean conscientes que el dinero puede separarles porque despierta el egoísmo y la codicia de las personas. Pero las relaciones son mucho más importantes y por eso, hay que saber cómo actuar de forma sabia ante estas situaciones para evitar que los conflictos se vuelvan demasiado grandes.