Las relaciones entre los miembros de una familia nunca son idílicas y siempre se puede producir por algún roce, bronca o problema de comportamiento. No existen familias modélicas, sino que en todas existe alguna discusión, en mayor o menor medida, y que en gran cantidad de ocasiones se pueden arreglar sin mayores repercusiones. El binomio suegra-nuera es tradicionalmente uno de los más conflictivos desde un punto de vista tradicional. Sin embargo, hay otros muchos que incluso pueden ser peor que a quellos que tienen que ver con la familia política.
Me estoy refiriendo a las relaciones entre hermanos. Siendo adultos es habitual que se lleven bien y que, incluso, sean personas muy unidas, pero no ocurre lo mismo cuando son pequeños. ¿Os acordáis de cuando erais niños las guerras que teníais con vuestros hermanos? Pues las mismas que tienen vuestros hijos entre sí. Es común que exista una discusión cada poco tiempo entre los hermanos, no es un tema por el que preocuparse, salvo que con el paso de los años no haya desaparecido e incluso se haya recrudecido la situación.
Muchas veces las peleas son simplemente cosas de niños
Incluso hay quien considera que las discusiones entre hermanos, dentro de una cierta normalidad, son buenas. Permiten que cada uno de ellos aprenda a enfrentarse a los conflictos al mismo tiempo que descubra cómo resolverlos y también adquiera cierta independencia.
¿Por qué se pelean?
Si cuando se produce una discusión entre hermanos a buen seguro que no sabrán decirnos qué fue el detonante y se limitarán a echarse las culpas unos a otros. Ahí ya podemos ver que no tienen importancia alguna y no está en peligro la estabilidad en la familia.
Las peleas entre hermanos se producen especialmente cuando la diferencia de años entre ellos no es demasiado abultada, menos de cinco. Si hay una mayor diferencia suelen tener cada uno de ellos su espacio diferenciado y no hay lugar para los celos ni el conflicto.
En la mayor parte de los casos cuando existe un conflicto entre hermanos es por celos o un intento de llamar la atención por parte de alguna de las partes, incluso por las dos. Las peleas entre hermanos, incluso con algunos amigos muy cercanos o con primos de edades similares, no responde más que a una actitud infantil que busca hacerse notar frente al resto de la familia.
Identificar el motivo
Aunque los motivos que derivan en discusión sean de lo más simples, se pueden identificar. Basta con observar cuándo se produce el conflicto, quién lo inicia, cómo repercute en el resto de la familia y si las peleas son puntuales o se producen de manera habitual. Una vez los padres sepan qué provoca el conflicto pueden trabajar con ellos para evitarlo.
Es habitual cuando un hermano pequeño llega a la familia que los mayores se celen de él y pueden llegar a alterar su comportamiento, tanto con el recién llegado como con los padres. En ese caso bastará con prestarle un poco más de atención a los hijos mayores para que no piense que el nuevo miembro de la familia va a quitarle su espacio.
Cuando los hermanos discuten o se pegan entre sí puede ser debido a que uno tenga celos del otro porque acapara la atención de sus padres o porque determinados logros hacen que estos feliciten al otro hermano y no a él. En este caso, han de ser nuevamente los padres los que intervengan tratando de corregir aquello que le sienta mal al hermano conflictivo y prestándole algo más de atención. El cambio no debe ser demasiado llamativo, porque en caso contrario puede acabar por provocar una situación inversa: los celos del otro hermano.
La comunicación es fundamental
Los padres han de transmitir a los hijos que las peleas no son un comportamiento adecuado, que hay ciertas reglas que se deben seguir y que los golpes no son el modo adecuado de solucionar un conflicto. Y sobre todo, hay que evitar posicionarse a favor de uno u otro niño porque entonces lo que se podría conseguir es recrudecer el enfrentamiento entre ellos.
En el caso de que los hijos que se pelean comparten habitación, un modo de intentar que las discusiones desciendan es separándoles y dando a cada uno su cuarto. Al tener su propio espacio no tendrán que estar siempre juntos, lo que podría acabar por ser un polvorín. De ese modo, ganarán cierta independencia y se sentirán mayores, con lo que l as peleas por cosas insignificantes podrían desaparecer.
Qué hacer si las discusiones no desaparecen
Las discusiones entre hermanos van asociadas a un comportamiento infantil que, con el paso de los años deberían ir reduciéndose hasta casi eliminarse por completo, de una manera natural. Durante la adolescencia se pueden seguir produciendo discusiones, especialmente motivadas por celos, pero mucho más escalonadas.
En el caso de que a pesar de los intentos de los padres por resolver los conflictos entre sus hijos estos se sigan llevando mal, se puede consultar con un psicólogo a fin de determinar el verdadero origen del conflicto.
Cierto es que las discusiones entre hermanos pueden darse cuando son mayores, pero en ese caso pueden venir derivadas por conflictos concretos o por personalidades completamente dispares. En cualquiera de los supuestos hay que confiar en la madurez de ambos para evitarlas y en el hecho de que al vivir separados, no habrá tantos enfrentamientos de manera cotidiana.