Este artículo va enfocado a comentar cuales son las características que rodean al niño o niña que hace bullying, es decir, que acosa a otros, para así "entender" la causa y todos los puntos de vista de una situación tan dura. No queremos justificar ningún tipo de acoso escolar que estos niños puedan hacer, solo damos un enfoque diferente que pueda servir tanto a educadores, padres como otros adultos a tratar a estos chicos.
No está bien generalizar porque todos somos diferentes y las situaciones que vivimos junto con el carácter que nos viene de serie es lo que va a formar nuestra personalidad. Dará lugar a que nos comportemos de una manera u otra. Sin embargo, cuando hablamos de niños que acosan se han observado en la mayoría de los casos una serie de regularidades que se repiten en estos chicos. Si hacemos un esfuerzo por conocer el entorno en el que ese niño se mueve quizá podamos llegar a entender, que no comprender, parte de la ira que suelta y causa a través de su violencia (tanto verbal como física).
Como cada niño es diferente, la causa del bullying no se despeja con una regla de tres, sin embargo hay cosas que muchos tienen en común:
Son conscientes de que hacen daño
En primer lugar hay que dejar claro que la mayoría de los niños a partir de los 8 años (a no ser que tengan algún tipo de déficit significativo) que realizan acoso escolar son conscientes de cuando hacen daño a un semejante. Hacen bromas pesadas porque les parece divertido, y saben que la otra persona lo pasa mal. ¡Ojo! Recordad que una situación de bullying se hace de manera continuada en el tiempo y por tanto no nos referimos a una situación en particular donde el acosador se haya "metido" con la víctima. Por eso, hablamos de acosador y de bullying cuando esta situación se repite a largo plazo.
Estilo educativo de los padres
Desgraciadamente criarse en un hogar donde los padres tienen un estilo educativo autoritario (las normas deben de obedecerse se quiera o no) o negligente puede contribuir a un estilo de relación violento y basado en la coerción. Cuando los padres siempre imponen sus normas a los hijos a la fuerza sin dar explicaciones en realidad están enseñando a sus hijos que la violencia es la mejor manera de solucionar los conflictos porque al final el que "gana" es el que más intimida/grita/pega. Y tiene su lógica si lo miramos de esa forma. "¿Para qué hablar si puedo pegar cuatro empujones y hacer lo que yo quiero?". Todo lo que los niños aprenden en casa se acaba reflejando en el colegio de un modo u otro y la manera que tengan los padres de resolver los conflictos es una de las variables más importantes a la hora de detectar bullying.
Por otro lado, cuando un caso de acoso escolar se detecta normalmente es gracias a la acción de la familia de la víctima. Es muy raro ver a los padres del acosador llamando preocupados al colegio porque su hijo está pegando a otro. Algunos padres prefieren que su hijo sea activo y lleve la voz cantante a que se deje llevar por otros. Es una forma que tienen ellos de reflejarse en su hijo. En este sentido, los padres tienen que darse cuenta de que el bullying es grave y que no es un juego, no son "cosas de chicos".
Ambiente familiar
El clima familiar que rodea al niño es clave porque influirá en la manera que tiene el pequeño en relacionarse en el colegio con los iguales. La violencia va a generar violencia. Si hay un mal ambiente familiar, ya sea de padres a hijos o intermarital el niño acabará proyectando violencia en otras áreas de su vida porque es la única forma de relación que conoce, al menos la más potente. Ha aprendido que los conflictos se resuelven con violencia verbal o física.
Por otro lado, se ha comprobado que un chico acosa a otros cuando en casa es violentado por adultos contra los que no puede enfrentarse, tal vez sufre violencia física, insultos, menosprecios o humillaciones. O también puede ser que esté sometido a altas presiones en el hogar para hacer lo que se espera de él (típico en familias demasiado exigente). Sea lo que sea, el chico libera su frustración haciéndoselo pasar mal a otra persona que ve como más débil (o como una amenaza potencial) y con la que puede alimentar su ego.
Falta de empatía
El niño acosador suele tener falta de empatía, esto es la capacidad de ponerse en el lugar de las otras personas y hacer un esfuerzo para entender sus sentimientos y emociones. En este sentido, es importante que desde pequeños para evitar este tipo de situaciones enseñemos a los pequeños a ser empáticos, respetuosos y tolerantes con los demás.
Muy pocas habilidades sociales
Cuando un niño no sabe como relacionarse correctamente con los demás es cuando tiende a ser agresivo, sobre todo si es la única manera que conoce de resolver conflictos. En este sentido, es importante que cuando el niño es pequeño (4 o 5 años) los padres dialoguen con él para hacerle entender el mal que ha hecho con su conducta (que trae consecuencias negativas para ambas partes) y que es lo que podría hacer en su lugar para que todos salgan beneficiados.
Los niños pequeños que aun no van a primaria todavía no diferencian lo que está bien de lo que está mal y es importante que los padres recalquen la diferencia entre "ser malo" y "portarse mal". Hay que decirles que lo que han hecho, su comportamiento, ha estado mal pero que eso no significa que sea malo. Así evitaremos etiquetar al niño, si lo incluimos en una categoría desde pequeño solo fomentamos que se siga portando así en un futuro.
Un acoso anterior
Otro factor a tener en cuenta es que hay un porcentaje de casos en los que el niño acosador fue en su momento también acosado. Esta relación es incluso más fuerte según pasan los años, de manera que es frecuente encontrarse adolescentes y adultos acosadores que fueron maltratados física o verbalmente de pequeños.
Por último, trabajar con un niño o adolescente acosador no es una tarea fácil porque no solo vale con enseñarle habilidades sociales o como resolver conflictos, ayuda pero no soluciona el problema. También hay que "cambiar" las ideas erróneas que tiene sobre las relaciones humanas y la forma que tiene de entender el poder y liderazgo. Es una tarea complicada en la que se recomienda ayuda psicológica profesional. Además, es vital que los padres se involucren en el proceso y acepten que quizá haya pautas de convivencia que tengan que modificar en el futuro.