Aunque pueda sonar alarmista, el verano está lleno de situaciones que pueden suponer un peligro para nuestros niños. Pasan más tiempo fuera de casa, tenemos que estar pendientes de ellos las 24 horas del día porque no van a clase y luego está la ola de calor que puede aparecer en cualquier momento. Hay que ser precavido y estar preparado para cualquier cuidado extra que tengamos que darles.
Como son muchas, y diferentes, las situaciones en que tenemos que estar precavidos en verano en Bekia os hemos preparado con un listado con las diez más importantes, o al menos las más frecuentes en esta temporada. Esperamos que os sirva de guía.
1. Ola de calor
Es la más temida porque afecta especialmente a niños y ancianos. Cuando una ola de calor se acerca los medios de comunicación informan de manera masiva, así que es casi imposible no enterarse. La mejor manera para sobrellevarla es mantener a los pequeños (y a nosotros mismos) bien hidratados. Lleva siempre una botella con agua en el bolso y la mochila y bebed cada 20 ó 30 minutos. Lo ideal es consumir dos litros de agua al día (no incluye refrescos).
2. Las altas temperaturas
Sea por una ola de calor o porque hay temperaturas altas, evitad salir a la calle cuando la temperatura sea más alta, lo que suele coincidir con la hora de la siesta, lo que por otra parte nos da la excusa perfecta para cumplir con la tradición española. En las zonas más calurosas del país, de 14 a 17 horas lo más recomendable es permanecer en algún lugar fresco o al menos tener cuidado de quedarse a la sombra en la piscina o la playa.
3. El abuso del aire acondicionado
Tampoco es bueno abusar del aire acondicionado, aunque haga calor. Los cambios bruscos de temperatura no son nada recomendados porque pueden dar lugar a catarros, incluso dolencias más severas.
4. Cuidado con la exposición al sol
Es fundamental proteger a los niños del sol de manera adecuada. Su piel es más delicada que la de los adultos, por lo que es más frágil a la hora de recibir quemaduras. No hay que olvidarse la crema solar, con elevada protección (no menos de 30FPS), especialmente en los primeros días, ni de gorros o sombreros que eviten que el sol incida directamente sobre sus cabezas. Para los niños cosas como estas no les parecen importantes, más bien un engorro, así que es labor de los padres estar pendientes en verano para vigilar que tengan la cabeza tapada y volver a echarles crema cada dos horas.
5. Cambios en la alimentación
En verano tendemos a comer alimentos más frescos y en ocasiones más calóricos, como ocurre con los refrescos o los helados. Estamos más tiempo fuera de casa, nos permitimos más excesos -a ellos y a nosotros- y es fácil acostumbrarse a lo que nos gusta. Hay que estar vigilantes para evitar que los niños cojan malos hábitos alimenticios en verano. Sin embargo sí se puede aprovechar la temporada estival para familiarizarles con la fruta o verduras de temporada. El verano es un buen momento para inculcarles buenos hábitos alimenticios antes de que vuelvan a la escuela.
6. Cortes de digestión
No hay un horario fijo para las comidas, los niños quieren darse un baño o comerse un helado para refrescarse y está presente el peligro de los cortes de digestión. Hay que estar vigilantes y no permitirles bañarse ni volver a comer antes de hacer la digestión, proceso que dura de media unas dos horas.
7. Picaduras y alergias
Si estamos al aire libre será bastante probable que los niños se expongan a picaduras de mosquitos y a alergias a determinados productos. Es importante tener a mano medicamentos que alivien las picaduras y su medicación para las alergias. No está de más acudir al médico a modo de precaución.
8. Cuidado en los baños
En la piscina y en la playa hay servicio de socorrismo, pero es importante actuar nosotros mismos como vigilantes. No solo para atenderles ante un posible ahogamiento, sino también para que sepan donde estamos y no se pierdan, algo habitual entre niños en playas grandes. Hasta que aprendan a nadar y desenvolverse por si solos han de ir al agua siempre con flotador o manguitos y bajo la supervisión de un adulto.
9. Actividades lúdicas
Por motivos de conciliación o para que los niños estén con otros de su misma edad es habitual que en verano aprovechemos para apuntarles a algún taller. Es un modo en que no dejen de estar conectados con sus amigos e incluso descubran otros nuevos. Es la manera en que no se lleguen a sentir solos, incluso desatendidos si es que los padres trabajan durante la temporada estival. Lo ideal es inscribirles en actividades que les ayuden a socializar y no entrañen riesgos, como campus deportivos o talleres lúdico-didácticos.
10. Los aglomeraciones de gente
Si en verano acudimos a fiestas o visitamos zonas turísticas donde haya mucha gente, debemos de tener siempre vigilados a los niños para que no se pierdan. Además, si ven que se encuentran en un momento en el que no ven a sus padres, pueden asustarse.
11. La vuelta al cole
Vale que el verano está para disfrutar de las vacaciones, pero si nuestros niños están tres meses sin coger un libro cuando en septiembre tengan que volver a clase les costará mucho más. Haz que se interesen por la lectura, incluso préstate a ayudarles a repasar con ellos lo aprendido durante el curso anterior. Si ven que tú te vuelcas en ellos se mostrarán más receptivos a volver a coger los libros.