Los trastornos del sueño con los que nos podemos encontrar son muy variados. Generalmente, tendemos a agruparlos bajo dos categorías: las parasomnias y las disomnias.
Las parasomnias son aquellos trastornos que afectan al sueño, al producirse una serie de alteraciones conductuales y fenómenos anómalos mientras se está dormido. Las más habituales en los niños son las pesadillas, los terrores nocturnos o el sonambulismo.
Las disomnias son aquellas alteraciones que afectan a la cantidad y a la calidad del sueño, a menudo porque dificultan el quedarse o mantenerse dormido. La disomnia más habitual es el insomnio.
Aunque solemos asociar el insomnio a los adultos, debemos tener en cuenta que los niños también pueden sufrir este trastorno del sueño.
Insomnio infantil
De hecho, tan habitual es el insomnio infantil, que se estima que entre el 25 y el 30 por ciento de las consultas en pediatría están relacionadas con problemas en el sueño de los niños y, la mayoría de esos casos, se deben a los problemas para conciliar el sueño.
Existen varios tipos de insomnio. Por ejemplo, puede producir una gran dificultad a la hora de quedarse dormido o bien puede tener como consecuencia que se den múltiples despertares frecuentes durante la noche. Estos despertares son frecuentes en los bebés recién nacidos o en bebés de pocos meses. Se deben a que los ritmos del sueño, que son bastante estables en los adultos, no funcionan igual en los niños.
Hacia los nueve meses, los bebés suelen dormir 9 horas por la noche y dos grandes siestas, una por la mañana y otra por la noche. En torno a los 18 meses, el niño duerme ya sólo en dos momentos, durante la noche y durante la siesta. Hacia los cinco años, son suficientes unas 10 horas de sueño a lo largo de la noche.
Sin embargo, aunque como decimos los despertares son frecuentes en los bebés, el insomnio puede afectar ya a bebés de 6 meses. Los padres describen el sueño de sus bebés como "malo" desde el principio. Recuerdan que a menudo les costaba quedarse dormidos, se despertaban más veces de lo habitual y les costaba después volver a conciliar el sueño. Pueden llegar a despertarse hasta 15 veces a lo largo de la noche. Por tanto, sería posible diagnosticar el insomnio infantil antes de los seis meses, pero es en torno a esa edad cuando generalmente se empieza a hablar de la existencia real del trastorno.
Causas del insomnio infantil
La presencia del insomnio infantil puede deberse a diferentes causas, que pueden ser de tipo conductual, psicológicas o médicas.
Las causas más habituales son los malos hábitos de sueño. A menudo resulta difícil para los padres instaurar una serie de rutinas de cara a establecer un buen hábito a la hora de irse a la cama. Estas rutinas son básicas para poder ayudar a los niños a dormir, de la forma y en el momento adecuados. Independientemente del método que los padres utilicen, desde métodos más puramente conductuales hasta la práctica del colecho, debemos enseñar a los niños una serie de conductas que se llevarán siempre a cabo antes de ir a dormir. Así, ayudaremos a los pequeños a preveer el momento del sueño o a volver a dormirse si se han despertado. Si se llega a la conclusión de que estos malos hábitos son la causa del insomnio infantil, deberemos establecer las pautas adecuadas, a ser posible con la ayuda de un psicólogo infantil.
Otra causa que puede generar insomnio es el estrés. Sí, los niños pequeños también pueden sufrir estrés, debido a problemas familiares, miedos, sobreactivación, horarios irregulares... En definitiva, la falta de seguridad puede generar en los niños un estado que les dificulte el sueño, sobre todo en niños mayores de tres años. Es probable que, también en este caso, la implantación de unas rutinas adecuadas ayude a mejorar la situación. De todas formas, ante estos casos, puede ser recomendable una valoración psicológica que descarte otros trastornos de tipo emocional.
No debemos olvidar las causas de tipo médico que pueden estar generando el insomnio infantil. Algunos de los problemas más habituales son:
- El dolor: Es probable que alteraciones que produzcan dolor a los niños les afecte a su sueño. Algunas situaciones son frecuentes, como la otitis, los cólicos, la fiebre... En estos casos, el dolor será pasajero y como consecuencia, también lo serán los episodios de insomnio. Es importante valorar la presencia de dolores crónicos.
- Las alergias: Las molestias propias de las alergias también pueden alterar el sueño de los niños.
- La enuresis: Es una micción involuntaria que, aunque es normal durante la noche en niños pequeños, en niños más mayores puede suponerles un estrés añadido que altere su sueño, por miedo a mojar la cama.
¿Existe un tratamiento médico para el insomnio infantil?
Existen fármacos inductores del sueño para niños pequeños. Algunos pediatras tienden a recomendarlos; otros los recetan bajo presión de los propios padres.
Como hemos visto, existen diferentes causas para el insomnio infantil y, por tanto, también existen diferentes soluciones. Es probable que los niños necesiten algún tipo de medicación si el insomnio se debe a una causa médica, con el objetivo de solucionar el problema que genera el insomnio.
Sin embargo, los propios fármacos inductores del sueño han demostrado tener un escaso efecto beneficioso sobre el insomnio e, incluso, algunos efectos secundarios. En todo caso, ayudarían a inducir el sueño, pero no solucionarían la alteración.
Lo más recomendable es tomar como primera opción de tratamiento el tratamiento psicológico, de cara a solucionar los problemas más frecuentes causantes del insomnio. Además, las pautas conductuales y el establecimiento de rutinas suelen ser los métodos más efectivos de cara a ayudar a los niños a dormir.