Las preocupaciones que se tienen como madre y como padre son increíbles desde el mismo momento en el que sabemos que nuestro hijo va a llegar al mundo. Comenzamos a preocuparnos por su crecimiento en el feto, luego pasamos a preocuparnos por el parto, por lo que le deparará esta vida, por si comerá o no lo suficiente, por si estaremos haciendo lo correcto... ¡ Todo son preocupaciones! Aunque, eso sí, con un objetivo lo suficientemente satisfactorio como para que merezca la pena. Verlos crecer sanos, fuertes y felices es el mayor logro al que un padre o una madre podría aspirar.
Hay hechos que suelen tener a los padres más preocupados que cualquier otra cosa, sobre todo cuando sus hijos tardan en aprender algo. En este caso, vamos a hablar de una de las preocupaciones más habituales: cuando los pequeños tardan demasiado en aprender a caminar, y sus padres comienzan a sospechar ya de un posible retraso en el crecimiento. No solo pasa con el hecho de caminar, sino también con el de hablar, comer solos, ir al baño... Es como si creyéramos que los niños tienen una especie de reloj, y a los doce meses empezarán a caminar solos, al año y medio sabrán ir comiendo a su ritmo... ¡Y nada más lejos de la realidad!
Lo primero que debéis tener muy claro si es que os preocupa el retraso de vuestro hijo a la hora de aprender a caminar es que cada niño tiene su propio ritmo, y esto no es malo. Hay niños que aprenden a caminar con diez u once meses, mientras que hay otros que hasta los quince no comienzan a dar sus primeros pasos; no obstante, también puede darse el caso de que acaben retrasándose hasta los diecinueve meses, y mientras que no haya ningún tipo de problema motriz, no es algo malo en sí mismo.
Los niños no son robots
Antes de que el niño se ponga a caminar directamente, deben darse una especie de fases. No todos los bebés tienen por qué pasar por las mismas fases, pero son las que se suelen dar de forma generalizada. A los siete u ocho meses, el bebé empezará a sentarse por sí mismo y comenzará a desplazarse arrastrando el culo, de la forma más precaria posible; durante los nueve meses, más o menos, ya podrá empezar a gatear, aunque no todos lo hacen. Más o menos a los diez meses se espera que el niño dé sus primeros pasos, y en torno al año tendrá la fuerza suficiente como para caminar por sí mismo, con poca estabilidad, eso sí.
Pero, entonces, ¿por qué hay niños que tardan más, o niños que ni siquiera gatean? Depende mucho de cada bebé, de su entorno y de su cuerpo en general. Que un niño tarde más no implica que tenga ninguno tipo de retraso, sino que está tardando un poco más, sin que esto tenga por qué afectar directamente a su futuro crecimiento. Aprender a caminar es algo que, a menos que tenga algún problema motriz, acabará haciendo. Si ese es el caso de vuestro hijo, si veis que tiene problemas añadidos además de no aprender a caminar, sí que deberíais llevarlo al médico para que este le haga un examen; pero si no veis problemas motrices, si el niño gatea, se mueve, se siente activo, no hay por qué presionarlo.
Que ande antes o después depende también de su genética, de si ha nacido prematuro (los bebés prematuros suelen tardar un poco más en desarrollarse), de su físico, de su carácter y, por increíble que parezca, de si son primogénitos o tienen algún hermano mayor. Los hermanos mayores siempre suelen ser una especie de aliciente, puesto que el pequeño quiere andar para poder jugar con él.
No os preocupéis en exceso
Es muy importante que comprendáis que cada niño sigue su propio ritmo, porque solo así seréis capaces de respetar el ritmo de vuestro hijo. Al igual que no todo el mundo se saca una carrera en cuatro años, y hay quien tarda siete, pero acaba sacándosela, con esto de andar es lo mismo. Un niño puede necesitar más tiempo, quizás porque su carácter es más asustadizo, o quizás porque su cuerpo no tiene todavía la fuerza suficiente, pero acabará andando.
En el caso de que notéis que vuestro hijo no es capaz de andar por cualquier tipo de problema físico, ya no estamos hablando de un retraso simple, sino de algo que podría acabar afectando a su desarrollo a otros niveles. En ese punto, sí que sería interesante que acudierais a un especialista, para que fuera este es el que os indicara qué pasos habría que dar, y qué procedimiento habría que seguir.
Mientras tanto, tened paciencia, muchísima. Seguid optando por los carritos o las mochilas portadoras a la hora de salir a la calle, dejadle investigar en casa siempre ayudado de andadores, dadle la mano cuando lo necesite y podáis dársela, y tratadle con todo el amor del mundo. Forzarle no servirá de nada; es más, podría llegar incluso a potenciar aún más este retraso, haciendo que tarde más de la cuenta en caminar. Y seguro que no es eso lo que queréis.
Si tratáis de hacerle caminar antes de la cuenta, podríais estar dañando su columna vertebral, e incluso la musculatura de sus piernas. Si aún no se ha lanzado a caminar es por algo, puesto que el cuerpo es sabio. Aún así, si tenéis dudas, lo mejor que podéis hacer es acudir tanto al pediatra como a un fisioterapeuta que esté especializado en niños pequeños; este último, al conocer a la perfección el funcionamiento del cuerpo, sabrá deciros si a vuestro bebé le pasa algo o simplemente tiene unos ritmos distintos a los de los otros niños. Si le pasa algo, os indicarán cómo solucionarlo y no habrá ningún otro tipo de problema; por otro lado, si no le pasa nada podréis tranquilizaros y olvidar todas vuestras preocupaciones. Disfrutad de cada fase de vuestro hijo, ¡porque estas no volverán nunca! Aunque ahora portearlos os parezca una pesadez, algún día lo echaréis mucho de menos.