La preocupación de los padres por los hijos no cesa nunca, aunque es cierto que cuando más dolores de cabeza nos suelen generar es cuando tratamos con un adolescente. Nos preocupamos por sus amistades, por lo que pueden hacer en ellos las malas compañías, por que se desvíen del camino que consideramos correcto.
En ocasiones asistimos a los cambios que se producen en nuestros hijos como meros espectadores, sin tener apenas opción a intervenir y con la resignación de pensar que es solo una fase y que se le pasará cuando entre en la edad adulta. Pero otras veces queremos poder intervenir, dar nuestra opinión y tratar de encauzar su comportamiento.
Ya hemos visto en anteriores artículos de Bekia que esto puede suponer un problema en la relación entre padres e hijos. Siendo adolescente lo que se busca es ser independiente, sentirse verdaderamente adulto y eso choca con cualquier intervencionismo, por pequeño que sea, de sus padres.
No puede haber prohibiciones
Si les prohibimos que se hagan un piercing van a hacer todo lo posible para acabar haciéndoselo y si les decimos que andan con malas compañías a buen seguro que se convertirán en sus mejores amigos.
Y es que sus amigos son parte importante en su adolescencia. Se sienten unidos a ellos de un modo en que antes estaban conectados con su familia. Les escuchan, piden consejo y se dejan influenciar. Eso no es malo, todo lo contrario. Les permite ganar independencia con respecto a la familia y aprender a madurar. El problema viene cuando esos amigos se convierten en malas compañías, cuando vemos que son una influencia negativa para nuestros hijos, cuando nuestro temor es que les hagan hacer cosas que no deben y acaben por desviarles del camino correcto, o de al menos el que nosotros habíamos previsto para ellos.
Conoce a sus amigos
¿Qué podemos hacer cuando nuestros hijos frecuentan malas compañías? Ya hemos aprendido que prohibirles ser sus amigos es mala idea. Posiblemente conseguiremos el efecto contrario al esperado y no sólo tendremos una bronca con nuestros hijos, sino que también conseguiremos que ellos y sus nuevos amigos se posicionen en contra nuestra.
Ante la situación de que nuestros hijos empiecen a frecuentar malas compañías lo primero que tenemos que hacer es confirmar nuestras sospechas. ¿Cómo lo conseguimos? Interesándonos por ellos y sabiendo si de verdad son tan malos como nos imaginamos. Interésate por conocer a los nuevos amigos de tu hijo. Lo hacías cuando eran pequeño, así que no es nada raro que lo hagas también cuando es adolescente. Invítales un día a cenar o a merendar y busca confirmar tus sospechas de si son malas compañías.
Haz frente común con otros padres
Puede que sea así y puede que no, que tus sospechas fueran infundadas. En caso de que se confirmen tus malos presagios busca conocer a los padres de los nuevos amigos de tus hijos. Pueden ser tus aliados. Y siempre es más fácil hablar con un adulto responsable que con un adolescente que sabe rechazas a sus nuevas amistades.
La unión de todos los padres puede reconducir la situación y conseguir que unos hijos y otros dejen de ser malas compañías. Puede ser un proceso propio del adolescente, en el que esa búsqueda de independencia, unida a un toque de rebeldía, hacen que a veces los chicos acaben por comportarse de un modo que no es el adecuado. Y puede que no sean sus amigos las malas compañías, sino que sea un comportamiento extendido entre todos ellos.
Habla con tus hijos
Si todo lo anterior no ha funcionado y te sientes solo a la hora de enfrentar el problema de las malas compañías de tu hijo trata de hablar con él. Pero hazlo con mucho cuidado. Ya sabes que los adolescentes son una bomba de hormonas y con un simple comentario que ellos consideren ofensivo puedes desencadenar una discusión monumental.
No les prohíbas seguir viendo a esos amigos, no te posiciones en contra de ellos. Sé precavido y, por así decir, algo más listo que tus hijos. Pregúntales por sus antiguos amigos -en caso de que no sean los que se han convertido en malas compañías- e instales a no cerrarse a una única compañía. Se puede tener muchos amigos, de diferentes ámbitos. En caso de que acepten tus propuestas conseguirás que no pasen todo su tiempo libre con las malas compañías, sino que al hacerlo con otras -que podemos considerar como buenas- estarás consiguiendo que también se vean influenciados por comportamientos con los que estás más de acuerdo.
Búscate aliados
Los hijos adolescentes no suelen tener en cuenta la opinión de sus padres, sobre todo cuando se refiere a con quién deben o no salir. Pero sí son susceptibles de dejarse aconsejar por otros amigos o, incluso, familiares de su misma edad o algo mayores. Los hermanos mayores, incluso los primos o conocidos de la familia, se convierten en grandes aliados de un padre de adolescente. Los hijos no harán caso de tus consejos si vienen directamente de ti, pero sí lo harán si proceden de un hermano mayor.
Utiliza a hermanos y primos para que reciban tus consejos. En boca de ellos será más fácil que cuiden sus amistades y no se dejen influenciar por malas compañías. Si son ellos los que se lo exponen podrán ver lo mismo que ves tú en sus amigos. Pero no sentirán que sus padres les están imponiendo esa idea o les están manipulando.
Estos hermanos o primos mayores pueden convertirse en nuevas amistades para tus hijos, unos amigos que ves con mejores ojos y que pueden hacer que se desvinculen de aquellos que no te agrandan. Al fin y al cabo el mejor modo de eliminar una amistad es con otra que ocupe su lugar. Y si no se consiguen en nuevos amigos sí que pueden proporcionarles o sugerirles otras amistades, gente que encaje mejor con ellos o con cómo creemos que deben comportarse.
Medidas extremas
Si después de probar con todos estos consejos ninguno ha conseguido alejar a tu hijo de las malas compañías necesitas medidas más drásticas y eficaces. Eso sí, ya te advertimos que no conseguirás contar con el apoyo de tu hijo, porque lo que deberás hacer es separarle, literalmente, de esos amigos que no te gustan.
Se trata de atacar el problema de raíz y sacar a tu hijo del entorno en que se encuentran esas malas compañías. Pueden ser compañeros de clase, de una actividad en la que esté inscrito o o del barrio. Así que lo que deberás hacer es cambiarle de instituto, apuntarle a otras actividades o crearle una agenda que suponga trasladarse más allá del entono cercano a casa.
Es la forma más drástica, pero también la más efectiva, de alejar a tus hijos de las malas compañías. Aunque has de ser consciente de que esto va a suponer un cambio considerable de su rutina, incluso de la tuya.