En algunas ocasiones, los bebés pueden desarrollar una fuerte intolerancia a la lactosa que hará que su vida sea ligeramente más complicada. Una intolerancia es una circunstancia del sistema digestivo que hace que la persona no pueda digerir de la forma adecuada un alimento en particular. Los síntomas dependen mucho de la persona en cuestión, pero los más ligeros pueden pasar desde alguna molestia ligera en el estómago hasta gases. Con la intolerancia no tiene por qué haber ningún tipo de dolencia añadida, como urticaria o hinchazón; de presentarse estos síntomas, estaríamos hablando de una alergia y no de una intolerancia.
Si los bebés presentan intolerancia a la lactosa, que es un tipo de azúcar que está presente en la leche de las vacas, cabras, ovejas e, incluso, en la leche materna, no podrán consumir ninguna de estas leches sin sufrir dolores de estómago o gases. Pese a que no estemos hablando de síntomas muy graves, sí que es cierto que pueden llegar a ser muy molestos, sobre todo para los más pequeños. No obstante, prescindir de la leche en la alimentación de bebés es muy complicado; en estos casos, lo mejor es tratar de buscar un tipo de leche que no contenga lactosa y, por tanto, que no acabe provocando esa intolerancia en los pequeños.
Hay que hacer una aclaración previa: por regla general, todos los bebés toleran la lactosa sin ningún tipo de problema. Para tolerar la lactosa, el cuerpo humano genera una enzima que se llama lactasa, y que se va produciendo conforme la lactosa va llegando al estómago del bebé. Por eso, lo habitual es alimentar al bebé con leche materna o leche de sustitución; en cualquiera de los dos casos, esta leche cuenta con lactosa. Hay padres que, por el tipo de dieta que llevan o porque leen en las leches vegetales que su digestión es fácil, que optan por alimentar a los bebés desde que son pequeños con leche vegetal. Hacer esto, no darle lactosa, podría acabar propiciando que en un futuro le cueste mucho trabajo a su cuerpo digerirla; se estaría creando una intolerancia que hasta ese momento no existía.
Con lo cual, a menos que sea un médico el que de verdad recomiende que el bebé deje de tomar leche sin lactosa, explicando que este tiene una intolerancia real, lo mejor es optar por leche con lactosa. Los bebés lo agradecerán a largo plazo, sobre todo si quieren tomar algún producto con lactosa cuando sean mayores (algo que seguramente sucederá). Pero, ¿qué pasa cuando el bebé es intolerante?
Alternativas para bebés que son intolerantes
Aunque la situación pueda parecer extremadamente complicada, no lo es tanto. Y es que el bebé podrá continuar tomando productos lácteos, cuidando siempre que estos hayan sido deslactosados previamente. Se puede tomar, pues, leche que no contenga ningún tipo de lactosa. Hay una gran cantidad de leches de este tipo en el mercado, y todas cumplirán más o menos las mismas funciones. Sin embargo, es mejor consultarlo con un médico para que sea este el que recomiende una leche específica al bebé. De esta forma, te asegurarás de estar dándole a tu hijo justo la leche que necesita.
Hay que diferenciar, a su vez, entre alérgicos a la lactosa y alérgicos a la proteína de la vaca. Y es que si los bebés sufren alergia a la proteína de la vaca, sí que no podrán tomar ningún producto lácteo que provenga de este animal. Los síntomas serán totalmente distintos a los de una intolerancia a la lactosa, así que no debes temer confundirte, puesto que no hay error posible.
En ocasiones, el destetar rápidamente al bebé cuando este comienza a presentar una intolerancia a la lactosa no es recomendable. Esta intolerancia puede ser transitoria, con lo cual una vez que la infección estomacal haya pasado, una vez que se haya llevado a cabo un tratamiento con antibióticos, los bebés podrán volver a digerir la lactosa sin ningún inconveniente. Pero si se le quita justo en ese momento, le será muy complicado volver a tomar lactosa. Lo que suelen recomendar los especialistas es continuar con la lactancia materna, puesto que es la que el organismo del pequeño mejor tolerará.