Al hablar del parto, lo más normal es pensar en la madre, en si el parto será o no complicado, si las madre sentirá mucho dolor o no... Algunas afirman que el dolor es muy intenso mientras que otras afirman que "no es para tanto" y que han podido sufrir dolores más intensos a lo largo de su vida por diferentes motivos. En cualquier caso, el dolor es algo subjetivo y difícil de comparar. Sin embargo, aunque lo habitual es pensar en cómo vivirá la madre el parto, ¿qué siente el bebé al nacer?
Es quizá en el momento en el que el parto se aproxima cuando la futura mamá puede plantearse cómo vivirá el bebé ese momento. Conocerlo a ciencia exacta es evidentemente imposible, pero la Medicina o la Psicología prenatal y perinatal estudian cada vez más este momento desde el punto de vista de los bebés. Para entenderlo, en primer lugar es necesario conocer cuáles son las fases del parto.
Las diferentes fases del parto
Lo normal en un bebé es nacer tras 40 semanas de gestación, contando desde el inicio de la última menstruación de la madre. Tras las tres grandes etapas de la gestación, que son el periodo germinal durante las tres primeras semanas, el periodo embrionario de la semana 4 a la 12 y el periodo fetal desde la semana 12 hasta el nacimiento, tiene lugar el parto.
El parto se desencadena por distintos factores, maternales, fetales y placentarios, aunque algunos de ellos son todavía bastante desconocidos. Un parto normal se da por vía vaginal y tiene tres fases:
- Dilatación y borramiento del cuello uterino.
- Nacimiento del bebé.
- Alumbramiento de la placenta.
En una fase inicial, llamada fase de pródromos del parto cuya duración es muy variable, llega a alcanzarse la dilatación adecuada del cuello uterino. Es la conocida fase de las contracciones, intensas y de frecuencia creciente hasta que se llega a una dilatación de 10 centímetros y el borramiento del cuello uterino. El tiempo para llegar a este momento es muy variable de una mujer a otra o incluso entre partos distintos de una misma mujer. Las contracciones del útero producen una presión en la parte superior que se extiende para ir empujando al bebé hacia abajo.
¿Siente dolor el bebé?
De pensar en un principio que los bebés no sentían nada durante el parto y al nacer, pasó a creerse que el dolor para ellos era muy intenso. Lo que se mantiene hoy en día es que el bebé se prepara previamente para este momento. El bebé comienza a segregar una serie de sustancias que le ayudan a prepararse. Sus glándulas suprarrenales segregan mucha adrenalina, tanta, que se cree que en ningún otro momento de la vida esta hormona se genera de forma tan rápid a. Esto le ayuda a prepararse para la situación estresante que se aproxima. Algunos especialistas afirman además que mediante la conexión con la madre a través de la placenta, los bebés perciben también el estado emocional de la madre, de ahí la importancia de intentar mantenerse tranquila y serena. Se piensa que, pese a lo dolorosas que resultan las contracciones uterinas para la madre, el bebé las siente como una presión, algo así como una especie de masaje que le prepara para lo que se aproxima.
Después de terminar la dilatación uterina comienza la fase de descenso fetal, durante la cual la mujer siente unas ganas instintivas de empujar su bebé hacia fuera, mediante lo que se conoce como "pujos".
Los movimientos naturales del bebé
El bebé, también de forma natural, lleva a cabo una serie de movimientos: primero desciende, después flexiona la cabeza, se encaja, lleva a cabo una rotación interna, una extensión de la cabeza, una posterior rotación externa y finalmente la expulsión. Pese a que aparentemente, lo más complicado y doloroso para él es hacer salir la cabeza, hay que tener en cuenta que, si bien no debe resultar algo agradable para él, una vez más el proceso natural hace menos traumático este momento.
Los huesos de la cabeza del cráneo del bebé son más blandos y aún no están sellados. Esto permite que su cabeza puedan contraerse de manera que le sea más fácil salir al exterior. Los espacios entre las suturas craneales, denominados fontanelas, se irán endureciendo y cerrando progresivamente, primero la fontanela posterior de la parte de atrás de la cabeza y después la fontanela anterior, permitiendo el crecimiento y desarrollo del cerebro y del cráneo durante su primer año de vida.
Tras el nacimiento, a la madre aún le quedan unas contracciones, menos intensas, para dar lugar al alumbramiento de la placenta. Mientras, el bebé se encuentra por primera vez con un medio totalmente nuevo. Al cortar el cordón umbilical los pulmones del pequeño empiezan a funcionar. La presión que ha ido sufriendo durante el descenso, le ha ayudado a ir expulsando el líquido de sus pulmones.
Otro aspecto importante es la regulación de la temperatura. Debido a que el bebé está acostumbrado a la temperatura corporal de su madre, de unos 36 grados, es importante intentar que este cambio de temperatura no sea brusco. Para ello es importante taparle en función de las condiciones ambientales del lugar del nacimiento y, sobre todo, ponerle en contacto piel con piel con su madre. Hoy en día se entiende que este contacto inicial piel con piel es básico para la adaptación del bebé al nuevo medio y para establecer un vínculo temprano madre-hijo.
Depende del tipo de parto
Todas estas características se relacionan con un parto natural normal y sin complicaciones. Evidentemente, en un parto complicado o demasiado largo, la presión excesiva, el enroscamiento del cordón umbilical u otra serie de problemas puntuales pueden producir daño fetal, que los médicos deberán controlar y evitar en la medida de lo posible.
En un parto por cesárea, el niño evidentemente no pasa por un periodo tan largo de contracciones ni por la presión del nacimiento. Sin embargo, puede darse una mayor dificultad en el momento de su respiración inicial precisamente al no haber recibido la presión necesaria que le ayude a expulsar el líquido de los pulmones de manera natural.
No debemos olvidar que el parto ideal es aquel que se produce de forma natural y sin complicaciones. Madres y bebés están naturalmente preparados para vivir este momento y, a la luz de las investigaciones de hoy en día, los bebés están listos para enfrentarse al momento de nacer sin excesivo dolor.